Artemisa:
el abasto de agua y el silencio de los dirigentes
Por: Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
La visita
relámpago de Ramiro Valdés a la provincia de Artemisa no puso fin a la falta de
agua que padecen varios de sus municipios desde hace varios meses de forma
ininterrumpida.
La
incidencia de la falta de agua es frecuente en esta parte del territorio
nacional, donde la única solución es el pago a precios exorbitantes de las
pipas para un pueblo con salarios de hambre y revolcado cada vez más en la
miseria.
Así, el
abasto del vital líquido se ha privatizado de forma vergonzosa.
El
comandante de la llamada generación histórica del castrismo no pareció
preocupado por tan sensible situación. Rodeado de los cachanchanes del gobierno
provincial, máximos responsables del deterioro de la vida en esta provincia, el
aguerrido dirigente de verde olivo olvidó, si acaso le pasó por la cabeza, los
reclamos de la población que cada día se vierten en el programa con micrófono
abierto de la emisora Radio Artemisa, que aunque tamizado y barnizado, es el
único espacio para manifestar sus frustraciones y anhelos.
Lo que no ha
sucedido ni sucederá es el castigo que merecen tales personajes, que en una
democracia estuvieran tras las rejas. La impunidad de la que gozan los
dirigentes cubanos, sea cual sea el rango y lugar donde se desempeñen, es
suficiente para que sigan haciendo de las suyas y conviertan al pueblo en robot
de sus deslices corruptos.
La crítica
situación con el abasto de agua no es solo en Guanajay. También ocurre en
Bauta.
Con la nueva
división político-administrativa, Bauta, junto a Caimito del Guayabal, contra
la voluntad del pueblo de perder sus raíces y sentido de pertenencia, pasó a
formar parte de la estéril provincia Artemisa.
Los
pobladores de Bauta sufren como nunca los estragos de la escasez de agua. Allí
muchas veces es imposible tomarse un refresco gaseado porque no hay agua para
fregar los vasos.
Bauta poseía
un motor ruso TH14 de 24 pulgadas, suficiente para abastecer de agua a tiempo
completo a un municipio con 460 065 pobladores y una densidad de
aproximadamente trescientos habitantes por kilómetro cuadrado.
Se adquirieron nuevos motores sumergibles de
fabricación china,
de alrededor de 8 a 10 pulgadas, de los cuales, y según notificación oficial
del municipio, uno cayó al fondo del pozo, un segundo que está roto sin
posibilidad de reparación y un tercero, el único que está a pico de pájaro,
abasteciendo a la comunidad, pero por su poca presión se hace imposible
mantener los estándares normales de abasto.
Es sabido
del complot entre algunos campesinos de la zona y suministradores de agua, que
se la quitan al pueblo y por dinero abastecen los sembradíos de estos nuevos
ricos.
Decía Nelson
Mandela que cuando un gobierno usa la fuerza para imponer su domino, los
oprimidos usan la fuerza para oponerse a ella.
En Cuba los oprimidos no usan la violencia ni
la fuerza bruta. Los que han tomado conciencia y salen a las calles lo hacen de
forma pacífica, justamente en abierta oposición a esa otra fuerza militarizada
que emana del poder y embarga cada acápite de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, justamente para no hacer visible problemas como lo es el
abasto de agua.
En Cuba, ni
aún en la manigua, el agua fue nunca un problema tan crítico, como lo es bajo
el régimen castrista. Los más humildes de la población disponían de agua sin
restricción alguna. Se ve cuánto para mal ha cambiado Cuba.
Desde que en 1902 fue fundada la República y don Tomás
Estrada Palma asumió la presidencia gracias al apoyo de Máximo Gómez, en todos
los gobiernos que en Cuba han sido hubo corrupción, pero siempre existió la libertad de
denunciarla de forma abierta.
Los
comunistas cubanos, de los que es heredero el régimen castrista, no solo
estuvieron representados en los debates de la Constitución de 1940 con plenos
derechos, con voz y voto, también poseían una emisora radial, la 1010, donde no
paraban de criticar a sus adversarios políticos, y el periódico Hoy, que a
pesar de haber sido suspendido por un tiempo, circulaba de forma legal en el
país.
Contrasta la
impunidad de los corruptos que ostentan de forma arbitraria el poder, con los
castigos a que están condenados los opositores en Cuba, por denunciar, de forma
pacífica, hechos como la escasez de agua, los apagones y las actividades
delincuenciales de muchos dirigentes, que atentan contra lo poco que queda de
bienestar.
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