jueves, 24 de abril de 2014

La verdad sobre el gobierno de Machado,





      Manuel Aguirre Lavarrere          
            (Mackandal)
La historia más reciente de Cuba, principalmente esa vinculada a la ideología comunista, da una visión terrorífica sobre los presidentes anteriores al castrismo.
El gobierno de Gerardo Machado Morales, que se inició en 1925, y se desplomó el 12 de agosto de 1933, cierra ese primer periodo republicano y con él, el caciquismo y el clientelismo.
Generales y coroneles mambises jugaron un papel preponderante en la articulación de las políticas nacionales en ese primer periodo republicano. Gerardo Machado fue uno de ellos.
Hubo aciertos innegables en el período presidencial de Machado que hoy niegan los textos de enseñanza.
La distorsión de la historia es algo muy de costumbre en regímenes totalitarios para dar una visión deformada y miope sobre los procesos políticos y sociales que lo antecedieron.
Fue bajo el gobierno de Gerardo Machado, electo por una entusiasta y abrumadora mayoría, que cobró impulso la economía cubana.
Machado contó con uno de los mejores equipos económicos que haya tenido un presidente cubano.
Al menos en su primer período, Machado dejó en el presidencialismo cubano una manera muy suya de hacer políticas vinculadas a los intereses sociales y nacionales.
Con su peculiar manera de organizar y dictar órdenes, impulsó la enseñanza pública, estimuló a la industria nacional, asumió con firmeza el saneamiento de la administración de los fondos públicos y el apego a la honradez administrativa, la protección de la industria azucarera y trazó grandes proyectos para el desarrollo del país.
Pero nada de lo anterior iguala el ambicioso proyecto de obras públicas que desarrolló bajo el lema “Agua, caminos y escuelas”.
Bajo su gobierno se construyó la Carretera Central, que incidió favorablemente en el comercio, llevándolo de un extremo a otro de la Isla.
Su secretario de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes, dio un notable impulso tanto a la Carretera Central como a otras obras, como el Capitolio Nacional, que en 1928 fue la Sede de la Sexta Conferencia Panamericana, que tuvo entre sus invitados al entonces presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge.
Después de su primer período de gobierno, hubo sucesos que le granjearon a Machado el rechazo popular.
Su afán reeleccionista hizo que se modificara la Constitución, que no sería restaurada hasta que asumió la presidencia Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, luego de la caída de Machado.
Machado logró la modificación constitucional a través del llamado Cooperativismo, con una ley que suspendía las elecciones y la prórroga de poderes, no sin enfrentar agudas críticas y un fuerte rechazo a su gobierno.
En su segundo mandato, Machado no supo paliar la crisis económica a la que se enfrentaba el país y en lugar de encauzar las demandas populares, desató la represión.
El general Gerardo Machado Morales fue un presidente que si bien no fue bueno para Cuba, debe analizarse en su entera dimensión, y no solo en aquella que más interesa al adoctrinamiento comunista.



















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jueves, 17 de abril de 2014

Eusebia Cosme: la declamación en carne viva,




          Manuel Aguirre Lavarrere
                   (Mackandal)

Con “Eusebia Cosme, la rosa canela” la editorial santiaguera Ediciones Caserón da a conocer a las jóvenes generaciones a la más relevante y talentosa figura de la declamación afroantillana.
El libro da fe del cuidado que pusieron sus editores, quienes a través de entrevistas a personas que la conocieron, nos acerca a la vida de esta artista.
Mujer negra, nacida en 1911 en Santiago de Cuba, su nombre completo era Eusebia Adriana Cosme Almanza. Fue fruto de los amores de Leocadia Almanza y Germán Cosme, quienes fallecieron cuando era niña, por lo que fue adoptada por una familia de prestigio en su ciudad natal.
Muy joven decidió probar suerte en La Habana. Ingresó en la Escuela Municipal de Música y Locución, donde estudió música y teoría de piano. Estudió declamación en la Academia de Declamación del Conservatorio Municipal.
Comenzó su carrera como declamadora en 1930, vinculada a la corriente negrista que había surgido desde finales de los años 20 y que en Cuba encontró sus máximos exponentes en Nicolás Guillén y Emilio Ballagas.
A todos cantó Eusebia Cosme, y surgió así un vínculo entre poetas y declamadores que llevó muchas veces a algunos autores a escribir poemas para que fueran declamados por ella. Tal es el caso de Andrés Eloy Blanco, cuyo poema, Píntame angelitos negros, fue escrito especialmente para ser declamado por Eusebia Cosme.
No faltaron en su voz los trabajos de intelectuales afroestadounidenses como Langston Hughes y Paul Laurence Dunbar, ni de antillanos como el puertorriqueño Luis Palés Matos y de otros cultivadores de la poesía negrista.
En 1937 decidió abandonar Cuba e inició una gira artística que la llevó diversos escenarios del mundo. Viajó por América del Sur, Europa, Estados Unidos y el Caribe, donde a la vez que brindaba su arte, se nutrió de toda la sabia viviente de las distintas culturas del continente americano. Entró en contacto directo con lo real maravilloso y fortaleció su espíritu y su canto.
Sabiéndose mujer negra, la razón de ser de su raza le dio el aliento necesario para seguir adelante.
Fue aclamada donde quiera que se presentó y considerada la más alta exponente del verso afroantillano.
Ya radicada definitivamente en Nueva York, tuvo su propio programa radial, El show de Eusebia Cosme en la Columbia Broadcasting System, donde a través de poemas y lecturas dramatizadas vio el éxito en cada una de sus presentaciones.
Viuda de Frederick Laviera, con quien se había casado a mediados de la década del 40, emprendió una carrera como actriz que la llevaría a una compañía teatral mexicana y a participar en la película The Pawnboker, filmada en 1964, donde hizo gala de su propia naturaleza más que del histrionismo dramático.
En el cine y la televisión mexicana interpretó a la siempre bien recordada Mamá Dolores, en El derecho de nacer, obra surgida del talento creador del cubano Félix B. Caignet, con la que cosechó un éxito rotundo que le valió varios premios.
En la película Rosas blancas para mi hermana negra, Eusebia Cosme trabajó con Libertad Lamarque y otras aclamadas actrices de la época.
Se radicó durante muchos años en México, país que adoraba y que le había dado tanto. Allí puso a prueba sus múltiples talentos. Componía, cantaba, y motivada por la pintura abstracta, da a conocer su obra pictórica a través de varias exposiciones en México, Washington y Nueva York.
Tras una vida de éxitos, en la que no conoció el racismo, Eusebia Cosme murió en 1976, en Miami, a los 65 años.
Es imborrable su huella como actriz en el teatro, la radio, el cine y la televisión.
Esta mujer, cubana y a la vez universal, tuvo la suerte de poder mostrar su arte, su talento y valía en plena libertad.
Para conocerla mejor, el libro “Eusebia Cosme, la rosa canela” es un buen punto de partida.









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martes, 15 de abril de 2014

La Segunda Cumbre de la CELAC: un paso de retroceso para la democracia,



Manuel Aguirre Lavarrere
         (Mackandal)
… No es de buenos ciudadanos, sino de histriones, el cubrirse con la máscara del optimismo cuando en lo privado se confiesan nuestros males o cuando a lo mejor se es en parte causante de ellos y que la gravedad consiste en que los vicios y defectos de la nación existan, no en que se analicen y que el ciudadano verdaderamente patriota no puede cerrar los ojos ante las lacras (…) sino que (…) el amor a su patria y su deseo de su progreso y mejoramiento le obligan a enfrentarse con máculas y defectos , para estudiarlos y remediarlos.
Emilio Roig de Leuchsenring
Resulta curiosa la buena organización, esmero y empeño que puso el régimen cubano como país anfitrión de la Segunda Cumbre de la CELAC, para agraciar a los visitantes, de forma tal que no les diera tiempo a pensar, si realmente se cumple todo lo que el presidente Raúl Castro defendió durante los dos días que tuvieron lugar las discusiones y toma de acuerdos de los convocados a la cita de la
Habana.
Luego de militarizadas todas las calles y avenidas por donde pasarían los visitantes, por un itinerario elaborado de antemano, y de las operaciones policiales para encarcelar temporalmente a varios de los disidentes pacíficos más conocidos nacional e internacionalmente, quedaba el camino libre: la mesa sueca de la politiquería estaba servida.
De todo lo mencionado por el presidente cubano, mucho no es realidad. Son maniobras de estrategia ideológica, para hacerle creer al mundo, y principalmente a América Latina y el Caribe, que Cuba es un modelo intachable de humanismo democrático.
El régimen que tuberculiza a la nación y se mantiene en el poder violando todos los conceptos martianos, y donde ni por asomo se respetan los derechos humanos ni existe un estado de derecho por estar la Isla sometida a constantes imposiciones políticas, emanadas del partido único, habla de pluralidad, diversidad y democracia.
El régimen que traicionó a varios de los más representativos líderes de la revolución, como Hubert Matos, habla ahora, para América Latina y el Caribe, de humanismo, cuando prohibió los debates en espacios públicos y privados, amenaza y acosa el más mínimo intento de descontento ciudadano, hostiga y prohíbe el periodismo independiente y sigue apostando por la subversión y el espionaje en el continente.
La unidad conforta y enriquece la salud de los pueblos cuando es sincera, cuando proviene de la sana voluntad y no de satánicas intenciones, cuando son llevadas a cabo por países garantes de la voluntad popular, y cuando el ciudadano es el principal centro de interés de la polémica. Lo demás es puro teatro, una farsa.
Pobreza y desigualdad son dos elementos consustanciales al racismo. La mayoritaria población de negros y mestizos en Cuba sufren la discriminación sistemática, sin que aflore la solución al problema de tal desigualdad. La causa principal radica en la implementación histórica de una política de corte racista y excluyente. Un fenómeno en el que deben tomar partido todos los presidentes y funcionarios políticos de América y el Caribe, para exigir a Cuba la eliminación total de tales aberraciones, porque según la expresión acuñada por Nelson Mandela, “la eliminación
del racismo, no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.
Dentro de todo el cotorreo llevado por la delegación cubana a la CELAC, existe una intención, que si bien no está en el pensamiento ni en la política de la mayoría de los gobernantes y demás dignatarios de esta cita, sí es una constante en la política del régimen cubano: enfrentarse a los Estados Unidos.
¡Pobres de aquellos países que se traguen el embuste de los que hoy pretenden mostrarse como buenos vecinos, para infiltrarles hasta la última gota de un proyecto ideológico que ha demostrado su fracaso y que sólo traería más miseria a los pueblos de América y el Caribe!
Como el calendario no falla, poca importancia tiene lo que diga la historia, esa que está para pensar el presente, y pensarlo con criterio propio.


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Fotos tomadas de internet.

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martes, 8 de abril de 2014

Homenaje a un esbirro historiador


Por: Manuel Aguirre Lavarrere
        (Mackandal)

Está próximo a celebrarse una nueva feria del libro. Miles de cubanos la esperan con la esperanza de encontrar algún texto que se salga un poco del adoctrinamiento político y a través de la lectura dar escape a las tantas y diarias tensiones que se viven en Cuba.
Esta vez la feria estará dedicada a una emblemática dama de la literatura infantil, la pinareña Nercy Felipe Herrera, cuya obra es disfrutada a plenitud por niños y adultos, y al aburrido historiador Rolando Rodríguez.
Entre ambos autores, la disparidad no es solamente de género literario, sino también de valía intelectual: el segundo dista bastante de la primera.
En Rolando Rodríguez es congénita la manía de desacreditar a figuras cimeras, como lo ha hecho con Manuel Moreno Fraginals, el cual por estar muerto, no puede defenderse de tan baja calumnia como decir que no había escrito su monumental obra investigativa El Ingenio.
La cada vez más pésima manera de historiar de Rolando Rodríguez sólo puede gustar a los irracionales que le dan el crédito para que sea uno de los intelectuales homenajeados en un evento tan esperado y seguido por el pueblo como lo es cada febrero la Feria del Libro de La Habana.
Descendiente de una familia propietaria de esclavos y racista de Santa Clara, Rolando Rodríguez vio su oportunidad de engreimiento cuando fue escogido al dedo para viceministro de Cultura en 1976, y luego escogido por Fidel Castro, junto a otro grupo de historiadores de valía y credibilidad, para escribir la historia de Cuba, la que el comandante quiso leer y que así quedara para la posteridad. Es esa lamentable historia que hoy se imparte en todos los niveles de enseñanza en Cuba.
Sobre el componente negro de la sociedad cubana, ahí está su libro La conspiración de los iguales. No supo ser original ni en el título. En dicho libro sobre los Independientes de Color, muestra su desapego por los esfuerzos de una raza cuyo afán único era que reconocieran todos sus derechos y ser tratados como seres humanos. No le importa tampoco, porque no lo analiza, la situación tan miserable de los afrodescendientes en el momento del alzamiento simbólico, porque no fue otra cosa aquella protesta armada, que fue ahogada en sangre a diferencias de otras que habían ocurrido en ese tiempo.
Tampoco toma Rolando Rodríguez en cuenta la apatía institucional ante el legado del apóstol, ni su sueño por una Cuba verdaderamente integrada, algo que no se ha logrado jamás y cada día luce más distante.
A Rolando Rodríguez sólo le importa la institucionalidad: toma partido por la represión y el racismo.
Cuando se ha peleado por treinta años en la manigua y se han dejado 82 000 muertos en los campos de batallas, y la institucionalidad no reconoce el esfuerzo de esa raza y todos los beneficios se inclinan para un solo lado, hay sobradas razones para protestar.
Son aspectos de la historia de Cuba que Rolando Rodríguez se aferra en no reconocer.
Aunque es dedicada fundamentalmente para los que ejercen el oficio periodístico, no deja de ser válido para cualquier investigador, y le viene como anillo al dedo a Rolando Rodríguez esta sentencia moralizadora de nuestro Apóstol José Martí, que ojalá sirva para la restauración de la vergüenza de aquellos que convertidos en bufones de una dictadura despreciable, hacen hasta lo imposible por llamar la atención, aun cuando sea, y es el caso de Rolando Rodríguez, como esbirros de la historia patria: “Odio la pluma que no vale para clavar la verdad en los corazones, y sirve para que los hombres defiendan lo contrario de lo que les manda la verdadera conveniencia, que está en el honor, y nunca fuera de él… No debe hacerse de la pluma arma de satírico, sino espada de caballero”.
Manuel Aguirre Lavarrere
        (Mackandal)
Movimiento de Integración Racial Juan Gualberto Gómez

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Publicado por Primavera Digital