martes, 18 de diciembre de 2012

África y el negro en Cuba.


Por: Manuel Aguirre Lavarrere
         (Mackandal)

[…] El hombre blanco que, por razón de su raza, se cree superior al hombre negro, admite la idea de la raza, y autoriza
y rovoca al racista negro. El hombre negro que proclama su raza, cuando lo que acaso proclama únicamente en esta
forma errónea es la identidad espiritual de todas las razas, autoriza y provoca al racista blanco […]
[…] Los negros están demasiado cansados de la esclavitud para entrar voluntariamente en la esclavitud del color.
                                                                                                                                                    José Martí. 
La juventud afrocubana también aspira a ver sus sueños realizados.Uno de ellos, ahora con la nueva ley migratoria, es poder viajar libremente por el mundo .Solo que ese sueño está enfocado solamente en países de Europa, Canadá y Estados Unidos.

De los que han hablado conmigo, ninguno piensa ni remotamente en África, y cuando se la menciono muchos me dicen con asombro que estoy loco. No dejo de comprenderlos, no tienen otra forma de expresarse. Es una reacción lógica producto del dominio cultural que todos hemos recibido.
Nuestra educación es el resultado de una cultura históricamente eurocéntrica y supremacista, que prioriza la llamada sabiduría del hombre blanco. Nada se decía hasta hace muy poco sobre Asia ni el continente africano. Desde la cultura se educa para ser blanco, con patrones de conducta y prácticas culturales blancas.
Diluir la razón de ser de lo negro ayuda a redondear el blanqueamiento mental del individuo y lo lleva muchas veces a rechazar sus raíces y su identidad como ser humano diferente.
A este fenómeno contribuye la televisión, que muestra imágenes sobre África que llevan a la decepción a los afrodescendientes. Sin embargo, África es un continente que tiene muchas cosas positivas que mostrar y donde no todo es SIDA y luchas interétnicas. Pero las redes de poder empujan hacia la decepción y agrandan el desconocimiento de los afrodescendientes sobre sus ancestros.
La política es el principal impulsor de los estereotipos negativos. Una cultura racista excluyó por siglos el aporte de África al conocimiento humano. Como resultado, hay un pensamiento afrodescendiente adverso a la realidad de su estirpe y de su raíz histórico-cultural.
Las relaciones de Cuba con los países del África no han contribuido a un conocimiento sustancioso del continente negro, algo que debe ser una cuestión importante a tener en cuenta y que ayudaría a visualizar una cultura milenaria y a desmitificar la visión peyorativa y racista con la que se ha formado el pueblo cubano.
Publicado por Primavera Digital, noviembre 29 de 2012 • año 5
www.primaveradigital.org

lunes, 17 de diciembre de 2012

Política racista.



Por:  Manuella Aguirre Lavarrere
             (Mackandal)
                                       “…porque de la abundancia del corazón habla la boca.”
                                                                               Mateo, 12:34
El racismo, como fenómeno ideológico de exclusión hacia un grupo determinado, y ente contaminador de buenas voluntades, fragmenta a la sociedad.
En el caso de Cuba, una práctica ideológica racista pulula en los mismos genes de la nación. Está vinculada a un discurso excluyente en el andamiaje político de control y filtraje.
Para los afrodescendientes son ampliamente visibles los espacios de confinamiento. Son vistos como ese otro indeseable a través de una política de rechazo, históricamente presente en la vida cubana.
El racismo opera como un mecanismo de defensa para quienes lo practican. Lejos de reconocerlo está la política, que siempre desde las leyes trata de vigilar la conducta de ese otro grupo que puede en un momento dado reclamar sus espacios de participación en la sociedad en que vive.

La ortodoxia, el conformismo dogmático y el monogenismo del poder, hacen imposible el avance y solución de los problemas de los afrodescendientes cubanos. Eso va mucho más allá de reconocer sus logros y aportes a la cultura nacional y algunas propuestas de cargos políticos, que si bien podrían ayudar a visualizar el tema y saldar esta deuda, hacen mutis por el foro al no estar los que deben estar, sino esos, que desde el discurso oficialista hacen una doble lectura para desacreditar la posición de quienes emiten criterios contestatarios, para hacer creer que se trata de “apátridas al servicio de una potencia extranjera”. Todo para no reconocer la existencia de un pensamiento disidente sobre el fenómeno racial cubano.
La permanencia de prácticas racistas en Cuba no es una construcción imaginaria, es una realidad presente en la política. El régimen, que ejerce el gobierno absoluto del pensamiento y la vida nacional, tiene la responsabilidad moral de eliminar el racismo.
De haber una plena voluntad política de lograr la igualdad ciudadana, existiera una ley orgánica que garantice las demandas de los discriminados. Pero no existe un mecanismo legal para condenar el racismo, y eso conlleva a una política estatal racista.
Publicado por Primavera Digital, noviembre 15 de 2012 • año 5