martes, 17 de febrero de 2015

Una victoria demócrata

Manuel Aguirre Labarrere
               (Mackandal)





…ajustemos las leyes de nuestra tierra original a su composición histórica, y a sus defectos, y a su naturaleza,- fundamos en el concepto uno y superior del país común,- que unió con el sacrificio lo que el déspota procuró apartar con la astucia,- las quejas de vecindad y las pequeñas lealtades regionales”. José Martí (Discurso “Con todos y para el bien de todos.”)
 No ha existido jamás ningún conflicto entre los pueblos de Cuba y Estados Unidos. Cubanos y norteamericanos estuvieron juntos en las luchas para la liberación de ambos países. No fueron pocos los cubanos que contribuyeron a la eliminación del régimen esclavista en el país norteño. Estados Unidos ha sido -junto a México y Venezuela- el país que a través de la historia ha acogido la mayor cantidad de exiliados cubanos.
Fue en Estados Unidos donde nuestro Apóstol de la Independencia, José Martí, fundó el Partido Revolucionario Cubano. A modo de observación, dicho partido no tuvo nada que ver con la idea castrista de un partido único en una nación como Cuba, tan dada a la polémica y a la libertad.
Fue en Estados Unidos donde Martí cuajó definitivamente como intelectual multifacético. Criticó con maestría todo lo que consideró dañino de ese país, al mismo tiempo que admiraba todo lo bueno. Advirtió la importancia para Cuba de una respetuosa relación con el país norteño. Tuvo, por muchas razones, como paradigma del progreso y las libertades políticas y civiles, la ejemplar Constitución norteamericana, que lo llevó a escribir un elogioso artículo sobre esa Carta Magna.
No es extraño que el actual presidente norteamericano, Barack Obama, aún con conocimiento de las marcadas diferencias existentes entre democracia y dictadura, haya decidido dar un paso de buena voluntad con el castrismo a favor del bienestar del pueblo cubano, aun cuando muchos desconocen lo que significa un estado de derecho y persisten aferrados en seguir su apoyo al insolvente modelo castrista, paradigma de la traición al ideal supremo del concepto de Patria en José Martí.
Desde su llegada al poder, el antidemocrático régimen castrista no ha dejado de instigar sistemáticamente en contra de cada uno de los gobiernos y presidentes que han pasado por la Casa Blanca. Fidel Castro fue el máximo exponente del odio antinorteamericano. Con un enfermizo rechazo a todo lo que viniera del Norte, llamó –como el Gran Hermano de Orwell- a intensos minutos de odio contra Estados Unidos, sembrando en la conciencia y visión de los cubanos una miopía asistida que provocó el miedo y el rechazo, sin decir por qué ni cuestionar lo que sin ser legislado se convertía en ley.
El cambio de la política norteamericana hacia Cuba anunciado por Obama es una victoria de la democracia.
Ya fueron liberados los cinco espías que decidieron resistir el embate carcelario con Internet y televisión por cable. Falta ahora que con el mismo entusiasmo que celebró el regreso a casa de sus espías, el gobierno cubano decida poner fin a las restricciones políticas y permita la legalización de al menos un partido de oposición y de los movimientos independientes de lucha contra el racismo, como el Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto Gómez”, que la prensa independiente deje de ser cuestionada como “mercenaria y antipatriótica”, que deje de hostigar a las manifestaciones pacíficas que reclaman derechos y legisle de forma abierta y con inclusión sobre las discriminaciones políticas por maneras de pensar diferente una nación para todos.
Hay entusiasmo mayoritario de la población sobre una futura normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Hay el anhelo entre los cubanos de que el gobierno castrista levante las restricciones que mutilan las aspiraciones humanas y se ponga a tono, sin manipulación ni cortapisas, con el legado de José Martí, y repare una constitución que muy poco tiene que ver con el anhelo del Apóstol y es una abierta bofetada a todos los que como él lucharon por legarle a los cubanos una patria libre.
Tiene el castrismo en sus manos, la oportunidad, ahora más que nunca, de aprobar la ley complementaria contra el racismo plasmada en la Constitución de 1940, de limpiar su imagen y legar a la actual y futuras generaciones de cubanos una patria con todos y para el bien de todos. Señalarse a sí mismo las reiteradas violaciones que comete mediante la fuerza bruta contra la ciudadanía, particularmente contra la oposición, que obstaculiza la franca convivencia entre los cubanos.
Para Cuba actualidad: mal26755@gmail.com