jueves, 21 de marzo de 2013

El negro y la economía castrista


Por: Manuel Aguirre Lavarrere
             (Macandá)

Cuando una sociedad es bastante numerosa para constituir un cuerpo político y las circunstancias exigen que lo constituya, tiene derecho a hacerlo y mucho más, si la naturaleza favorece este designio por la misma situación y proporciones del país. En tales circunstancias, un pueblo entero jamás es revolucionario, lo son sus opresores.
                                                                                                                     Félix Varela y Morales

Cuba nunca fue un país que pudo construir una clase media fuerte. Más bien, desde los mismos inicios de la República fue un país de clases donde el sector medio era bastante restringido y había una gran estela de pobres, tanto negros como blancos y mestizos.
Bien que fue la pobreza repartida entre todos los estratos sociales de la población, pero la riqueza nunca llegó al bolsillo de los negros, que siguieron cargando con el estigma del color de la piel.
En Cuba, ser negro ha sido tabú para el ascenso social en cualquier tiempo.
Se vislumbró una esperanza con la llegada al poder del castrismo; pero salvo algunos cambios no hizo mucho más que no fuera lo mismo. En algunos aspectos, incluso fue peor. Los espacios públicos, el derecho a la huelga, la formación de sindicatos independientes y los partidos políticos fueron prohibidos de forma violenta y amenazante. Así, perdió el país parte de su identidad como nación.
La pobreza se agudiza a diario, llega ahora a familias que hasta hace unos años con un nivel de vida defendible, han visto reducidos sus ingresos al verse muchos de sus miembros desempleados. Negros y mestizos son los más perjudicados.
Es indiscutible que allí donde el salario no alcance para cubrir las necesidades básicas de la familia, hay pobreza.
Brasil ha logrado sacar de la pobreza a millones de sus ciudadanos y su gobierno aboga por un país cien por ciento de clase media, algo que logrará con sus mecanismos de crecimiento económico y repartición inteligente de la riqueza. Argentina ve crecer su producto interno bruto y patrocina el beneficio de sus ciudadanos. Otros países del orbe están en la misma cuerda. Mientras, en Cuba,
pese a que su economía ha levantado en los últimos tiempos, los beneficios no aterrizan en la mesa del cubano.
Si en algo se ha esmerado el régimen de La Habana desde sus mismos inicios y sin duda puede catalogarse como su logro más destacado, es en haber sabido mantener la pobreza.
Los pueblos, cuando son prósperos, son libres, porque la prosperidad da el concepto del albedrío alternativo. El haber simpatizado en un momento de la vida con un sistema político determinado, no hace a nadie un subordinado de por vida.
El régimen se afana en mantener en la pobreza a las familias cubanas. Constituye un mecanismo de dominación hacer al individuo un ser dependiente del estado, sin voz ni voto, y mucho menos con un pensamiento político diferente.
Maniatada y herida en sus conceptos de dignidad y amor propio se siente la mayor parte de la población cubana, sojuzgada y maldecida por su propio gobierno, ese que dijo ser del pueblo y para el pueblo.












martes, 5 de marzo de 2013


Ahí está la tea                                                                         

Por: Manuel Aguirre Lavarrere
            (Mackandal)

El Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto Gómez” pide tener voz y voto como movimiento independiente en los debates oficiales.

Y pena debieran sentir los que tal disponen; porque ningún extranjero que aquí traiga la representación de su nación ignora que este es un pueblo de blancos y de color, que nosotros fuimos la mayoría en la guerra de redención, y que si no estamos debidamente representados en todas partes, es porque a ello se opone un sentimiento de profunda injusticia y una peligrosa usurpación de derechos.
                                            Generoso Campos Marquetti (1884-1966)
                                      (La raza de color y el gobierno. La República Cubana 30 jul. 1902:2)
La solución del problema racial está afectada en el momento actual por la situación económica que vive el país, el aumento constante de la corrupción administrativa y la aguda crisis de valores en la sociedad cubana.
Jamás y bajo ningún otro gobierno fueron tantos y tan seguidos los crímenes de lesa economía ni tan inquietante la impunidad oficial.
Si en otros períodos del proceso castrista la parálisis de justicia social tubo su justificación en la consolidación del sistema y el enfrentamientos con los Estados Unidos, en el momento actual no se avizora que sea diferente y sí cada vez peor la vida de los afrocubanos por las estrategias cosméticas que se movilizan para sofocar, no tanto el racismo como sí una sublevación sin liderazgo y pacífica por quienes están impedidos de lo mínimo indispensable para subsistir.
Cualquier observador se dará cuenta de las manifestaciones verbales de personas de ambos sexos pertenecientes a este grupo vulnerable en cualquier rincón de la capital y del rencor embalsamado en varias provincias del país. Hay inquietud, valor y deseos de hacer. El miedo queda relegado a un segundo plano.
A nivel oficial se habla de estrategias de lucha y de grupos creados a la sombra del poder que también reprimirán a los que desde adentro sufren todo tipo de acoso y negación de derechos; mostrados a la opinión pública internacional como “afro-mercenarios” o “negros serviles al imperio y a la afroderecha”. Ese es el tono, el modo de ofender la dignidad y silenciar los derechos de los que se han negado a seguir de tíos Tom.
Aún así, el Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto Gómez”, tiene cosas que decir con respecto al problema racial en Cuba.
Tiene valores que aportar y estrategias de lucha surgidas al calor de los debates y del contacto directo de persona a persona con buena parte del entramado étnico de la nación cubana.
Es por ello que pide tener voz y voto como movimiento independiente en los debates oficiales. Es una entidad que es parte del problema y que con todo derecho exige ser parte de la solución.
De ser negado este derecho, en Cuba jamás se podrá hablar de democracia, y mucho menos de soberanía, porque esto también incluye a la persona humana en sus auténticas y legítimas demandas, donde el color político o de la piel no tiene nada que decir.

Es de hipócritas habituales proclamar amor y unidad cuando los hechos demuestran lo contrario. Sólo conduce al aumento de privilegios y desigualdades.
Ahí está la tea: la llama la encenderá cualquiera.
Publicado por Primavera Digital, 14 de  febrero de 2013