lunes, 30 de mayo de 2016

Una preocupante y bochornosa situación,


Por׃ Manuel Aguirre Labarrere
(Mackandal)
Últimamente han aparecido en las paredes de la capital cubana grafitis que llaman al linchamiento de los negros.
Dicen las pintadas: “Abajo los negros, mueran los negros” y otras barbaridades por el estilo, provenientes de mentes racistas que siembran en personas el miedo y el odio al negro, sin conocerse a fondo qué fin persiguen.
Me niego a creer que alguna tendencia racista desde el exterior incite estas vandálicas acciones.
Estos grafitis desmienten la afirmación oficial de que el racismo se acabó en Cuba y dan testimonio de que hoy como ayer, sigue siendo un fenómeno vigente y recurrente, que obligatoriamente debe ser abiertamente discutido por toda la población para conocer donde están las fallas para que conductas tan detestables tengan hoy esos visos de odio.
El análisis debe comenzar desde adentro. Principalmente se debe cuestionar a aquellos sectores que de manera oficial, han tratado de ponerle fin al racismo y que lo único que han logrado es exacerbar las prácticas racistas como las que ocurren ahora mismo en el país, principalmente en la capital.
Al plantear la situación en mi circunscripción, el delegado me dijo que sí, pero que no debemos darle mucha divulgación al asunto”, me dijo Gisela Arandia, una de las promotoras del proyecto Articulación Regional Afrodescendiente Para América y el Caribe (ARAAC) y presidenta de la Asociación de Mujeres Afrodescendientes de América.
La situación es preocupante y no sé qué va a pasar con esto”, me dijo Gisela, mientras compartíamos una merienda en los jardines de la UNEAC.
Desde 1912, cuando alrededor de siete mil negros y mulatos fueron masacrados luego del alzamiento provocado por la ilegalización en virtud de la Ley Morúa del Partido Independiente de Color (PIC), en Cuba no se puede hablar de un visceral racismo que implique la eliminación física de negros.
Las pintadas en varios puntos de la capital cubana, deben llamar seriamente la atención del gobierno. Se necesita con urgencia una ley que penalice tales acciones, divisorias y nocivas para la sociedad.
La Constitución no basta. Se necesita la fuerza de la razón, generar ideas para atajar el mal antes que sea demasiado tarde.
No estamos en 1912. Las negras y negros cubanos no se dejarán humillar. ciudadanos nacidos libres y sin deuda alguna con la historia.
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Celular׃ 53601217

lunes, 23 de mayo de 2016

El congreso antes y el negro después,


Manuel Aguirre Labarrere
(Mackandal)

El Séptimo Congreso de los comunistas cubanos, que optó una vez más por el continuismo y el miedo al cambio, contó con la visita inesperada de Fidel Castro. Salido de Punto Cero, hizo presencia en el acto para darle agua al dominó, cerciorarse por sí mismo de que todo marchaba a pedir de su boca y aguarle la fiesta a quien se atreviera a proponer algo diferente a los acuerdos tomados o contradecir alguno de los puntos acordados.
Siempre es así. El comportamiento excéntrico del Comandante impide que sea ignorado bajo ninguna circunstancia. El hombre de Birán respira todavía lo suficiente para escuchar que es aplaudido hasta la saciedad porque eso le gusta desde que era un estudiante de la Facultad de Derecho en la Universidad de la Habana, donde armó más de una pataleta.
De aquellas pataletas y revueltas una de las más sonada fue la lucha contra el racismo que dirigiera el entonces estudiante también de derecho y su amigo Juan René Betancourt, quien luego del triunfo de la revolución, tras alguna que otra discusión con el emergente Líder, se fue al exilio al ver que todo seguía como al principio para los afrodescendientes.
Salvo algún que otro discurso donde Fidel Castro abordó el tema racial, alusiones que sumadas no pasan de cinco minutos en todo el tiempo que estuvo al frente del gobierno, y las dos veces en que Raúl Castro como presidente ha abordado la cuestión, ningún otro dirigente comunista se ha dignado siquiera mencionar la discriminación racial.
Miguel Barnet y Abel Prieto, asesor del presidente, presidieron una comisión que estuvo integrada por tres personas sin llegar a nada concreto y sin que ningún otro dirigente dé solución o por lo menos dé esperanza a negros y mulatos.
Si la patria es algo que se asume voluntariamente, la nación es un proceso de construcción social y político y son sus ciudadanos los protagonistas y responsables de que sea construida o no se llegue a ella.
Negros y mulatos, que son parte del problema, no forman parte de la solución. He ahí el primer desacierto en la solución de una cuestión tan importante para el país si aspira de veras llegar a ser nación, porque aun no lo es y por el camino que lleva, jamás estos dirigentes actuales coronarán a la patria con esa gloria.
La indiferencia política en abordar el tema racial es un fenómeno que se sufre a diario y los afrocubanos saben que no tendrá solución mientras no se permita en el Parlamento una bancada de parlamentarios independientes que luchen contra el racismo, que presionen y señalen la importancia que tiene para Cuba la eliminación del racismo.
Desde la sociedad civil, un grupo de ciudadanos, sensibles y patriotas, nos reunimos para debatir democráticamente el tema y hacer llegar al más alto nivel del gobierno una serie de propuestas que pueden ayudar, sin duda a la neutralización de las prácticas racistas y las manifestaciones de rechazo al otro. No creemos que nos tomen en cuenta. El gobierno solo hace caso a quienes los adulan y toma a los que lo contrarían como mercenarios, apátridas, gente sin nivel, anexionistas, presidiarios y oportunistas pagados por potencias extranjeras para desacreditar al país
donde nacieron.
En este grupo, ninguno de los reunidos cabe en esas descalificaciones. Somos hombres y mujeres con honor y sentido de pertenencia, que a pesar de las palizas y los maltratos, los encarcelamientos y las detenciones arbitrarias, hemos elaborado un documento para hacerlo llegar a las manos del presidente de la República. Sirvan estas propuestas para el bienestar común y saneamiento social de la Patria.
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En la foto aparece la Dirección Universitaria de Lucha contra el Racismo, integrada por el Dr. Fidel Castro Ruz, el Dr. Juan René Betancourt Bencomo, Presidente de aquel Comité, el Comandante Calixto Morales, que fue , Presidenta de la sección femenina, el Dr. Aramís Taboada, quien fuera en aquel momento presidente de la Escuela de Derecho, el Dr. Isidro Sosa, conocido líder agrario, el Dr. Rolando Valdés Marín. También aparecen Sergio Lauret, la Dra. Martha Berrayarra, y otros miembros de aquel movimiento.

La verdad sobre Martí y el Partido Revolucionario Cubano,


Manuel Aguirre Labarrere
(Mackandal)
Como humanista y respetuoso de los derechos civiles, y políticos de los ciudadanos, Martí concedió una importancia fundamental a los partidos para el ejercicio de las libertades.
Al referirse a la Constitución los Estados Unidos, país donde vivió la mayor parte de su exilio y donde fundó el Partido Revolucionario Cubano en 1892, expresó el Apóstol: “Yo esculpiría en pórfido las estatuas de los hombres maravillosos que fraguaron la Constitución de los Estados Unidos de América, los esculpiría firmando su obra enorme en un grupo de pórfidos. Abriría un camino sagrado de baldosas de mármol sin pulir hasta el templo de mármol blanco que los cobijase y cada cierto número de años establecería una semana de peregrinación nacional en otoño, que es la estación de la madurez y la hermosura para que envueltas las cabezas reverentes en las nubes de humo oloroso de las hojas secas, fueran a besar la mano de piedra de los patriarcas, los hombres, las mujeres y los niños.”
La formación de partidos políticos fue lo que dio lugar a la creación de una Constitución que todavía sorprende al mundo.
Martí era un hombre y es lógico que no pudiera formar más que un solo partido. Pero eso no quiere decir que impidiera que otros cubanos con visiones políticas diferentes formaran alianzas que devinieran en otros partidos políticos.
La ambición de poder y el totalitarismo de la revolución castrista no solo traicionó la tradición partidista cubana y el legado martiano, sino que también hizo que se traicionara a sí misma.
Martí fue un ideólogo plural, lo que más le interesaba era el bien común y no el de las élites. El partido fundado por él tuvo como principal propósito servir al pueblo y no servirse del pueblo. Tuvo como propósito acatar las demandas populares y no que el pueblo acatara a su partido.
Como si avizorara el secuestro de la patria por el comunismo, idolología que rechazó de cuajo, Martí advirtió: “La futura esclavitud es el socialismo.”
Pero no es el castrismo el único causante de las villanías contra el pensamiento y legado de José Martí y sus ideales consagrados a la suma total de las libertades. Este régimen ha contado con historiadores y analistas que, unos por estar muertos y otros por irrelevantes, no vale la pena siquiera mencionar, aunque se acojan al derecho de réplica que de seguro les será concedido.
Hacer creer que Martí era comunista y apoyaría sin vacilación al castrismo, es, más que un infame engaño, una villanía, que los amantes de la historia sin mentiras y los que tienen sentido de pertenencia y sentimientos patrios no pueden dejar pasar sin levantar su voz en señal de protesta.
A la muerte de Marx, escribió Martí: “Carlos Marx ha muerto. Por haber defendido a los pobres merece honor. Pero no hace bien quien echa unos hombres sobre otros”.
Eso de echar a unos hombres sobre otros ha sido una práctica constante del castrismo.
Al no existir en Cuba otro partido que no sea el comunista, en una sociedad donde se prioriza el papel del gobierno por encima del individuo, tiene que crear estos enfrentamientos. No son capaces de disputar el poder en las urnas civilizadamente. Son incapaces de llegar al poder por medios pacíficos. Usan la fuerza bruta y la confusión para neutralizar iniciativas democráticas.
Cuba debe ser libre de España y de los Estados Unidos”, dijo Martí. Ese anhelo ha sido ´cumplido. .Ahora Cuba debe ser libre del totalitarismo y la dictadura. En eso anda la oposición cubana, para darle al Apóstol el alegrón de una democracia incluyente y participativa, donde no sea como ahora, con todos y para el bien de algunos, sino verdaderamente con todos y para el bien de todos.
mal26755@mail.com

Recordar el pasado,


Manuel Aguirre Labarrere
(Mackandal)
No hay en verdad espectáculo más repugnante que el de los talentos serviles, José Martí
Una serie de artículos publicados en el rotativo Granma y otros medios informativos rigurosamente controlados por el régimen cubano, unos mandando y otros mandados, bueyes cornetas y negros tíos Tom, se han dado a la tarea de censurar el discurso del presidente estadounidense Barack Obama en el Gran Teatro “Alicia Alonso” de La Habana.
Tratan de encontrar faltas donde hubo transparencia y sinceridad. Fue uno de los mejores discursos de un presidente norteamericano en muchos años, y aunque el teatro estuvo lleno de partidarios del régimen y no de integrantes de la real sociedad civil, arrancó aplausos y sembró esperanza.
De todos estos artículos mal intencionados y esclavizantes, el único que valdría la pena analizar es el de Fidel Castro, publicado en el órgano partidista Granma bajo el título “El hermano Obama”.
Y vale la pena, tanto por su bien articulada prosa como por su desacertado argumento.
En un momento en que la mayoría del pueblo cubano vive una profunda crisis económica y espiritual y trata de olvidar los momentos traumáticos que ha vivido, cuando manifiesta abiertamente su voluntad de estrechar relaciones con el pueblo y el gobierno norteamericano, aparece, como por arte de magia, el artículo del comandante intentando dar un viraje brutal a todo lo logrado hasta hoy entre ambos gobiernos.
Para hablar del pasado hay que hacerlo de forma justa, transparente y sin ventajismo. Hay que hablar a camisa quitada.
Hay que recordar los miles de muertos que causó el castrismo a numerosos pueblos hermanos con las guerrillas que armó y entrenó.
Hay que recordar que no fue el gobierno de Estados Unidos quien creó las UMAP, que fueron unos verdaderos campos de concentración.
Hay que recordar lo que ocurrió el seis de julio de 1980, en el río Canímar, en Matanzas, cuando por una orden diabólica, por evitar una salida ilegal del país, protagonizada por dos reclutas que a punta de pistola intentaron desviar un barco, fueron masacradas decenas de personas, incluidos niños.
Hay que recordar a las víctimas del remolcador 13 de marzo, que aun piden justicia.
Hay que recordar los fusilamientos, los encarcelados por razones políticas, los religiosos apaleados en la puerta de los templos, la prohibición de prácticas religiosas de origen africano y los juicios a babalaos y santeros, los bombardeos de piedras, huevos y patadas a los que en 1980 optaron por irse del país en busca de mejores horizontes.
La revolución tuvo un momento plausible en la lucha contra el racismo. Pero que se haya eliminado, no es cierto: el racismo sigue presente en la sociedad cubana.
Varios debates sobre el racismo han tenido cabida en programas de televisión. Grupos independientes no reconocidos por el régimen luchan diariamente contra los prejuicios raciales y la discriminación por el color de la piel.
Hace años, durante un evento sobre pedagogía, el mismo Fidel Castro reconoció que la revolución no había podido ponerle fin al racismo y lo ratificó en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, realizada del 31 de agosto al 8 de septiembre de 2001 en Durban, Sudáfrica.
Entonces, ¿en qué momento se acabó el racismo?
La Patria, como la concibió José Martí, está por construirse todavía, y solo será posible mediante una democracia plena, no bajo un sistema dictatorial que eliminó derechos y libertades.
mal26755@gmail.com
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martes, 3 de mayo de 2016

No tan ciegos como desleales a la patria,


Manuel Aguirre Labarrere
        (Mackandal)
Jamás me cansaré de repetir las verdades que brotan del corazón ni me cansaré de recordar con altruismo y hombradía, las verdades que sabidas por unos, ignoradas por otros y tenidas a menos por algunos, constituyen la fuente fundamental para el gozo de las libertades de las que hablara José Martí.
Los expertos en temas martianos, como Luis Toledo Sande, que negó la filiación masónica de Martí y lo pintó de rojo estalinista para su utilización por el castrismo, solo hablan de la faceta antiimperialista de José Martí. Se refieren siempre a la consabida frase “viví en el monstruo y le conozco las entrañas”, pero obvian como también supo ver del “monstruo” la parte buena de su corazón. De eso no hablan. Se quedan sin argumentos cada vez que alguien se ha atrevido a destacar el tema.
Si de anexión y anexionistas se trata, en Cuba los hubo, los hay y los habrá siempre. Y plattistas. El tema debe tratarse con sinceridad. Ver quiénes son los verdaderos plattistas, si los opositores al castrismo o los comprometidos con el régimen que violan los derechos y la dignidad ciudadana y justifican sus fracasos y errores culpando al vecino del Norte.
José Martí, con un alcance visionario que solo es dado a los hombres nacidos para la gloria y no el que se atribuyen algunos, en un profundo análisis concordó plenamente con el sociólogo Herbert Spencer, que “la futura esclavitud es el socialismo”.
También el Apóstol habló de los intelectuales, que como Toledo Sande, son sumisos y canchanchanes, que “mueren antes de haber vivido”. De ellos dijo: “No hay en verdad espectáculo más repugnante que el de los talentos serviles”.
Indigna conocer estas verdades y no poderlas expresar libremente porque a un régimen se le subió el poder a la cabeza y prohíbe derechos y libertades.
Indigna comprobar que muchos de los que más hablan de José Martí siempre tratan de fusionar su pensamiento humanista y libertario con el esquema repulsivo y egoísta de Fidel Castro.
Se puede participar con un régimen sea cual sea su esquena político, pero cuando es un mecanismo de los intereses de unos pocos contra la voluntad de la mayoría, no es de hombres dignos defender tales villanías.
Si el castrismo ha dado ciertos beneficios ha sido a costa de la anulación de toda forma de libertad que no esté acorde con los estatutos castrocomunistas
y siempre, en nombre de Martí, enarbolando el ficticio peligro que representan los Estados Unidos para Cuba.
Durante la república, el apóstol era solo mencionado para conveniencia de los políticos y oportunistas de turno. Nunca fue citado de otra manera que no fuera para bochinches politiqueros.
Con el castrismo el Apóstol ha sido traicionado en toda la extensión de sus ideales humanistas y de pluralidad política No soporta un análisis serio lo que dicen los castristas de Martí y sobre lo que significa su doctrina en cuanto a la plena igualdad y diversidad de opinión política.
“Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido”, dijo Martí.
En 1893, en los Estados Unidos, país donde vivió la mayor parte de su exilio, Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano. Era un hombre y no podía fundar más que un solo partido, pero no hubiese impedido que otros cubanos fundaran otros partidos.
Martí vio a Estados Unidos como el paradigma de la democracia, pero eso no lo llevó ni remotamente al anexionismo.
El Apóstol aspiraba a que Cuba fuera un país independiente, democrático y con oportunidades para todos.
mal25755@gmail.com;