lunes, 29 de febrero de 2016

Ya viene el tren


Manuel Aguirre Labarrere
(Mackandal)
Gracias al Proyecto Mariel, la provincia Artemisa cuenta de nuevo con el servicio ferroviario, que beneficia a los municipios Guanajay, Caimito, Bauta.
Ahora, desde la localidad de Punta Brava se puede hacer un viaje rápido, seguro y barato hasta la capitalina terminal de Tulipán.
Este servicio, desaparecido durante el llamado periodo especial se ha empezado a recuperar. Pero no faltan los obstáculos molestos, como los cambios inesperados de horario y el constante acoso policial sobre los pasajeros, algo que perturba la tranquilidad del viaje
También algunas ferromozas y empleados de estas terminales, como la de Guanajay, se dirigen al público de forma despótica y sin comedimiento lo cual trae muchas veces la respuesta de los aludidos en forma descompuesta, llegándose a veces al insulto y la chabacanería.
Hay vagón para dos o tres empleados en el que no permiten que nadie más ocupe un asiento. Con el pretexto de que están cansados, y la complicidad de la tripulación, los empleados se van repartiendo de vagón en vagón durante todo el viaje, mientras que solo dos departamentos son para el pasajero común, que a veces se ve hacinado cuando el tren cuenta con cinco o siete departamentos, como si ellos, y solo ellos fueran los únicos que trabajan en este país. Así, quienes van a la escuela, a sus trabajos o un hospital, tienen que viajar de pie, sin derecho a un asiento que va vacío.
Hay que soportar la injuria. Como si se viajara de favor, después de haber pagado un pasaje.
Muchos de los empleados muestran a todas luces su bajo nivel cultural y sus ínfulas de guapetones.
Estos viajes tienen su lugar de partida en las terminales de Artemisa y Mariel.
En algunos puntos, los andenes están tan distantes que impiden el flujo de mayor número de personas. Necesitarían una guagua local que los trasladara a esos lugares.
En Guanajay y Bauta la distancia es kilométrica de los andenes a muchos puntos de esa localidad.
Plausible la iniciativa de restablecer el servicio ferroviario, pero se debe seguir trabajando a favor del bienestar ciudadano, sobre todo de los que menos tienen.
El viaje en tren está al alcance de todos los bolsillos. Sería bueno que hubiera la certeza de un traslado agradable, sin los obstáculos ya mencionados, que deben tener pronta solución.
Publicado por Primavera Digital

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lunes, 1 de febrero de 2016

El negro, la política y ascensión social


Por Manuel Aguerre labarrere
( Mackandal)
La política es la herramienta de transformación social y es la única herramienta posible para transformar la sociedad. No debemos rehusar a la política, los opositores cubanos tenemos un compromiso con la sociedad y la patria que solo a través de la política y usando todos los medios inherentes a ella podemos dar al traste con la dictadura y llevar al debate las verdades ocultas de un sistema fracasado.
El retroceso de la ascensión del negro es problema de la mala política que en los últimos años ha sido implementada sin tener en cuenta los sectores vulnerables de la sociedad cubana. Es la política, la mala implementación de las políticas que hace infructuoso todo intento de mejoramiento ciudadano
Para frenar las mentiras y adulteraciones de la historia es necesaria siempre la política. La política es la herramienta de transformación económica y social y es la herramienta posible para innovar y avanzar en sociedad. Es el instrumento básico para un llamado a la conciencia individual y colectiva y la que logra los sueños de todos los estratos sociales .Bien llevada es insuperable pará estos fines.
No debemos rehusar de la política, Los opositores cubanos tienen un compromiso con la sociedad y la patria que solo a través de la política y usando todos los medios inherentes a ella se puede dar al traste con la dictadura y llevar al debate las verdades ocultas de un sistema fracasado.

Desigualdad y exclusión social


Manuel Aguirre Labarrere
(Mackandal)
En el año 1976 fue que las políticas culturales y educativas en Cuba tomaron cuerpo en la Constitución y se definió la nación como un estado pluriétnico y multicultural. Desde entonces, la antropología en sus distintas ramificaciones, tales como la etnología, lo social o cultural, y los comunicadores sociales, artistas, promotores culturales, psicólogos de prestigio como la Dra., Patricia Ares, periodistas de aguda visón como José Alejando Rodríguez, sociólogos, y funcionarios han puesto a consideración del Estado sus conocimientos y sus experiencias de gestión al servicio del deseo colectivo dentro de la multietnicidad y cultura cubana. Muchos han señalado la brecha de desigualdad, tanto en el ámbito laboral como económico y educativo, donde son los afrodescendientes los más desfavorecidos desde todo punto de vista.
.Este fenómeno, ya visualizado en el Parlamento, sin que hasta el momento se hayan implementado las acciones afirmativas necesarias para la eliminación o disminución de las manifestaciones racistas, pone en evidencia el alto nivel de prejuicio presente en muchos de los parlamentarios cubanos, sean civiles o militares. En ellos la idea de que el negro debe conformarse con lo que le den sin derecho al reclamo, es algo acuñado desde la colonia y que se recicla hoy con mayor o menor grado de efectividad.
Desde las dos últimas décadas del siglo pasado, los temas relacionados con la identidad, la memoria histórica, la cultura o la etnicidad han adquirido relevancia como nunca antes en la historia de Cuba, puesto que dichos habían sido desdeñados particularmente por las ciencias políticas y por la ideología socialista.
La dimensión cultural o étnica del conflicto era considerada como una variable menor, puesto que hasta entonces el paradigma del análisis enarbolaba la ausencia del Estado como doctrina fundamental del examen político nacional. Sin embargo hoy, los asuntos étnicos y culturales se han convertido en puntos imprescindibles cuando se trata de analizar la cuestión racial sin que hasta el momento se hayan creado leyes y decretos que legislen la educación y la cultura en nuestro país en cuanto al tema racial y los racismos.
Si bien la ley no obliga a nadie a dejar de ser racista, impone derechos y obligaciones que tienen los legisladores para que un grupo étnico deje de ser marginado.
A solo a treinta y ocho años de constituida la República, la Constitución de 1940 dio pasos positivos en contra de la discriminación racial.
Para algunos activistas el tema racial se ha convertido en un modo de vida, aunque se muestren como alfas y omegas de la racialidad, palabra muy de moda para las cuestiones del racismo. Su único objetivo es desacelerar la cuestión y minimizar sus efectos nocivos a fin de que no cunda el pánico.
El prejuicio está tan presente que para combatirlo estamos obligados a usar la palabra racismo.
Los que están en esa línea, más bien de modo oficialista y por mandato, para justificar sin hacer nada el dinero que se les paga,
como Araac, el proyecto Aponte de la UNEAC, como en sus tiempos Color cubano con Gisela Arandia como voz prima, son personas que no tienen una conciencia racial y están sujetos a cánones y mandatos políticos verdaderamente vergonzosos a los que se someten como tíos Tom.
No pasa igual con los activistas independientes, que defienden la unidad racial de la nación. Son marginados y calificados como mercenarios, apátridas, contrarrevolucionarios, negros mal agradecidos y blancos sucios, quienes tienen una clara visión de lo que se juega en el país si persisten las prácticas racistas, muchas veces toleradas o tenidas como bromas.
El Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto Gómez” y la Cofradía de la Negritud que preside Norberto Mesa, aunque separadas por una amplia brecha ideológica tienen la certeza que deben trabajar unidos para hacer sentir al régimen que el problema del racismo en Cuba no se resuelve por falta de voluntad política, y que es agudizado por la desigualdad y la exclusión social.
Como decía la poetisa norteamericana Emily Dickinson: “Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie”.
Para Cuba actualidad: mal26755@gmail.com