jueves, 11 de septiembre de 2014

La africanización de la pobreza,


Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
/…/ Cuba está obligada a trabajar por la erradicación del racismo en todas sus manifestaciones, pues no es tan solo el racismo contra el negro, aunque este sea el más agobiador en nuestro país. También de cuando en cuando surgen aquí los fantasmas del racismo anti guajiro, anti judío, anti gallego anti español, anti chino, anti americano.
Entrado en el siglo XXI, los debates sobre el racismo en Cuba han estado en su punto más alto. Pero a pesar de ello y de las expectativas de los afectados por este flagelo, ningún medio de difusión masiva -prensa, radio o televisión- se ha dignado en darle seguimiento a un problema que pesa sobre la vida política y social del país de forma permanente.
El racismo persiste tanto en las instituciones como en la vida cotidiana. Cada vez son más los rostros anónimos que a nivel de calle visibilizan el problema.
Tanto negros como blancos ven en el régimen la apatía y el rechazo a darle a esta situación la importancia y el peso que merece. Es más importante el uso del condón y el mostrar las fotos viejas de Fidel Castro, que la práctica amistosa y el respeto a los derechos del otro.
No se trata de una minoría étnica a quien fácilmente se le arrebata los derechos. Negros y mulatos son mayoría poblacional en Cuba. Sólo son invisibles para el régimen y sus mentirosos censos de población y vivienda. Y sin embargo, no están en ningún puesto que genere beneficios económicos significativos. Las exclusiones selectivas y los prejuicios tradicionales son sufridas por ese segmento, separado por una brecha de otros grupos poblacionales. Eso explica la africanización de la pobreza.
Los afrodescendientes cubanos tienen que esforzarse tres veces más de lo que se esfuerza un cubano blanco, tanto en el sector educacional como en el laboral, para de alguna manera llamar la atención y hacerse visible frente a los que deciden las políticas de empleo, y aun así van siempre en desventaja.
El nivel educacional de blancos y negros en Cuba es parejo. La situación socioeconómica deprimente de los afrodescendientes cubanos se debe a una subestimación que ya es historia y a una política de tutoreo paternalista que ha impedido mejores niveles de vida para esta población.
Para saber del problema racial de Cuba, no hay que conceder crédito a los informes del oficialismo, pues lejos de mostrar la realidad, tergiversan y solapan.
Un trabajo de campo demuestra, de forma irrebatible, las mentiras que tratan de vender como verdades, los que de forma oficial y por encargo analizan este problema.
Don Fernando Ortiz Fernández sentenció una meditación, que debiera dar vergüenza a los que desgobiernan, ciudadana y políticamente la nación cubana, la cual no está completa ni se completará mientras el problema de los racismos y las exclusiones políticas no tengan una solución viable para todos. Dijo: A esta tarea innoble de mixtificar la verdad natural e histórica han contribuido los políticos, las religiones, las artes, los intereses,
las leyes, y hasta las ciencias cuando se han puesto al servicio de las tiranías y regímenes opresivos”.
Para Cuba actualidad:

mal26755@gmail.com

martes, 9 de septiembre de 2014

Orlando Contreras


Manuel Aguirre Lavarrere
    (Mackandal)

Orlando Contreras

Orlando Contreras es uno de los mejores cantantes que ha tenido la música popular cubana.
“La voz romántica de Cuba”, como se le llamaba, nació el 22 de mayo de 1930 en La Habana. Su carrera se inició en varios grupos habaneros entre los que se encontraba el trio de Arty Valdés. En 1952 ingresó en la orquesta de Neno González, donde se mantendría hasta 1956, alternando con el Conjunto Casino. Alcanzó gran popularidad en esa primera etapa que culminaría con la grabación de un disco que se convirtió en un indiscutible éxito, aclamado en varios países del continente americano.
Era acosado por periodistas y contratistas, que se disputaban el lugar por llegar primero al artista.
No había cumplido los veintinueve años en 1959, cuando triunfó la revolución. Orlando Contreras, ya convertido en solista, fue de los artistas que permanecieron en Cuba, aclamado cada vez más, tanto dentro como fuera de la Isla.
Una de sus emblemáticas canciones, Mi corazonada, no dejaba de escucharse en las victrolas de bares y cantinas a todo lo largo y ancho del país.
Contreras se convertiría por muchas razones en un icono de la cancionística popular cubana.
No hubo un solo productor musical que no deseara tenerlo en sus espectáculos y en la producción de sus discos.
Junto a Benny Moré, Orlando Vallejo, Fernando Álvarez y otros, trabajó en el Alí Bar.
Estuvo en el conjunto Musicuba hasta que en septiembre de 1965 emigró a los Estados Unidos.
Con Daniel Santos, ya en los años 70, realizó giras por América y España.
Se radicó en Colombia, donde él y Daniel Santos estaban entre los cantantes más populares.
En Medellín, a punto de cumplir 64 años, lo sorprendió la muerte el nueve de febrero de 1994 bajo circunstancias nebulosas. Se cuenta que fue envenenado por su empleada de servicio, quien pocas horas después de su muerte apareció casada con él.
El cadáver de Contreras fue cremado a la misma hora en la que supuestamente se casó. Su muerte quedó fuera de toda investigación racional por parte de las autoridades del país que lo acogió en sus últimos años y al que tantas alegrías brindaron sus canciones, esas que seguirán por siempre encantando y multiplicando adeptos en Cuba y Latinoamérica toda.
Las incógnitas sobre su deceso ameritarían que se investigara para saber si son o no ciertas las sospechas que persisten a veinte años de su partida definitiva.
Para Cuba actualidad:
mal26755@gmail.com

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