Manuel
Aguirre Labarrere
(Mackandal)
Un mensaje de Etecsa me avisa sobre el vencimiento de mi crédito.
Debo recargar el teléfono pero me encuentro sin
dinero.
También me inquieto al pensar cómo haré pagar la cuenta del
servicio eléctrico, que para colmo este mes ha sido el más alto desde que asumí
la responsabilidad de llevar una casa. Pero sé que no es un error. Mi hermana,
que ahora vive conmigo, de forma temporal, mientras arregla sus problemas
maritales, ha sido la causante del descalabro de mi vida metódica. Hablo con
ella y le explico, recibo en mano, la situación. Me ayuda a pagar la cuenta y
salgo de esa deuda, gracias a Dios.
No tengo dinero ni para comprar en la bodega la cuota que me asignan
por la libreta de abastecimiento, que es bastante menos de lo que debe consumir
un ser humano, por lo que luego de agotada la limosna estatal hay que
arreglárselas a como dé lugar para alimentarse y alimentar a los suyos.
Pero aún bajo esta presión, lo que más me preocupa es el mensaje
de Etecsa.
¿Cómo pagar el crédito para no perder mi línea telefónica,
justamente ahora que ya no caduca a los dos meses, sino que le han extendido la
vida hasta 330 días?
Un amigo de esos que no abundan nota mi preocupación y me pregunta
el por qué de tanta inquietud. Le cuento sin rodeos y rápidamente pone en mis
manos el dinero que justamente necesito. Salgo ligero para la primera oficina
que encuentro para estos trámites, y pago.
Estoy tranquilo y sonrío. Pero la curiosidad me lleva a comprobar
el saldo. Para mi sorpresa veo que tengo veintitrés pesos con dos centavos. Es decir,
que antes de esta última recarga aún me quedaban dieciocho pesos con dos
centavos, lo suficiente para hacer varias llamadas y enviar algunos mensajes de
texto. Pero no, la regla exige el pago.
Es algo que aun no comprendo: ¿Por qué suspenderme el servicio
cuando aún me quedaba dinero en el móvil?
Pero más inquietante es mi otra reflexión: ¿Por qué anularme la
línea, la cual compré al estado al abusivo precio de 50 CUC, cuando la lógica indica
que una vez efectuada una compra, lo que compré es de mi propiedad?
Cualquier cubano vive con la misma inquietud y sobresalto que yo
cuando piensa que sus derechos penden de un mensaje de ETECSA.
Al régimen cubano le gusta ufanarse de sus logros con relación a
otros países. Pero es una realidad irrefutable que en ningún país del mundo un ciudadano
está obligado a pagar un servicio de telefonía móvil cuando a la empresa
telefónica le dé la gana.
Me dicen cubanos que han tenido la oportunidad de viajar al
extranjero que les resulta muchas veces incómodo el acceso a muchos servicios
por la cantidad de facilidades de que disponen, y porque son bien tratados.
En Cuba el régimen impone trabas al acceso a las NTI. No en balde
se negó de forma reiterada a que el acceso a Internet fuera considerado por la
Organización de Naciones Unidas (ONU), un derecho humano, propuesta que fue
acogida de forma entusiasta por la casi totalidad de los países del mundo.
El régimen, a cada paso, se opone a la democracia y a los derechos
y libertades de los cubanos. En el mundo sólo es apoyado por ciertos viajantes-golondrinas
equivocados.
Soy un cubano que ha sufrido todo tipo de restricciones y
discriminaciones políticas y civiles, y que ahora confirma, con solo un
teléfono móvil, lo que es un gobierno en contra de su pueblo.
Para
Cuba actualidad:
mal26755@gmail.com
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Sociedad
Las
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