miércoles, 4 de febrero de 2009

Para comprender las razones de la lucha actual del afrocubano es necesario adentrarse en las raíces históricas que le dieron origen. Por ello se hace necesario mostrar aquí varios trabajos de algunas de las personalidades que más han influido en el debate racial en Cuba. Un texto de Gustavo E. Urrutia (1881-1958) leído en la Universidad del Aire inaugurando el ciclo de conferencias de carácter social ofrecido por el Instituto Nacional de Previsión y Reforma Sociales el ocho de Julio de 1937, y que constituye uno de los textos fundamentales en cuanto a la temática del negro en Cuba será incluido en una nueva entrega.
Bueno es decir que Gustavo E. Urrutia, hijo de negros libres, fue el primer cubano negro graduado de profesor mercantil. Estudió arquitectura y ejerció como arquitecto hasta 1928 período en que construyó el Frontón Jay-Alay y el Cinódromo de Marianao. Viajó por Estados Unidos, Canadá, Europa y países del Caribe.

Guaravo E. Urrutia fue un luchador incansable por la integración plena de los afrocubanos, por sus derechos civiles y políticos, así como por la significación de su cultura y religiones. Todo ello lo hace animador principal del movimiento social de los afrodescendientes cubanos desde 1928 hasta bien entrados los años cuarenta, cuya obra, dispersa fundamentalmente en el Diario de la Marina donde a iniciativa propia crea la columna Ideales de una raza (1928-1931) planteando razones medulares sobre el negro en la Isla, y la pagina dominical Armonía, donde deja bien claro cuales son sus principales objetivos. Y ya, desde su primer articulo señala:
Yo me propongo desde esta sección dirigirme a esos comerciantes amigos míos, para explicarles nuestros puntos de vista, y a todo el país, sobre este problema concreto y otros tantos que a todos, blancos y negros, nos urge resolver conjuntamente, y hacer ver, además, cómo piensan, cómo sienten, cómo sufren y que anhela la raza de color de Cuba (…) Que se nos escuche, que se sienta latir nuestro corazón y la nobleza de nuestros ideales, nos devolverá la simpatía hoy mutilada no sé por qué.

Otro negro luminoso lo fue sin duda Walterio Carbonell, de él nos congratula publicar el primer capitulo de su libro Cómo surgió la cultura nacional, cuyo texto fue en muchos aspectos la causa de su muerte cívica y condenado de por vida a una oscura oficina de la Biblioteca Nacional, después de haber sido llevado a prisión y a un hospital de desequilibrados mentales, por el único delito de decir, a corazón abierto y sin gagueo, la verdad dentro de la sociedad por la que apostó y en la que puso todas sus esperanzas y esfuerzos por dignificarla y abrirla al mundo. Pero no, fue y sigue siendo cerrada y responsable directa de la muerte cívica de una buena parte de la intelectualidad cubana. No ya mencionar a Lezama Lima, Manuel Granado, Heberto Padilla, Reinaldo Bragado, no ya mencionar a Severo Sarduy, Benítez Rojo, Díaz Martines, y tantos, tantos otros muertos en Cuba o en el exilio sin que hayan tenido siquiera, el derecho a defenderse.
Pero esa raza preterida, esa raza abucheada y llevada al escarnio social ha dado frutos, a dado hombres luminosos en cualquiera de las esferas del saber humano. Y es por ello que el Movimiento Cultural Afrocubano se prepara, investiga y denuncia, hoy fuerte ya y sin miedo alguno, mirando al frente y con la mano en el pecho, para que ese hombre abusado, lleno de razones milenarias diga: YO SOY EL NEGRO, CIUDADANO DEL PRESENTE.

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