miércoles, 24 de diciembre de 2008

LIDERES NEGROS Y LÍDERES DE LOS NEGROS

POR : JUAN RENÉ BETANCOURT
TEMA # 1

Vamos a abordar un tema en extremo escabroso y delicado. Merece el asunto semejantes calificativos por la costumbre entre los cubanos, negros y blancos, de deshumanizar a sus héroes asignándoles una perfección y una infalibilidad tales que los convierten en verdaderos dioses, con lo que involuntariamente los desmeritan, pues la obra que hace extraordinario a un hombre es común y corriente tratándose de un Dios. Pero esta realidad sentimental hace antipático al individuo que esté por la verdad histórica y por la crítica libre y desapasionada a sus figuras. Conociendo todos los inconvenientes expresados, nos decidimos, sin embargo, por el abordamiento del tema, que ya estamos consciente que sin un conocimiento preciso y real del pasado jamás podremos comprender el presente y menos descifrar las misteriosas interrogaciones de lo por venir.
Dicho esto, digamos inmediatamente que entendemos por “leader negro” y qué por un “leader de los negros”. Cualquier hombre de color que triunfe o que haya triunfado en alguna esfera de la actividad, del deporte a la ciencia, de la guerra a las bellas artes…es un hombre sobresaliente, un triunfador, un genio quien sabe, al cual por el hecho de ser negro u haber despertado con sus éxitos simpatías y nuevas esperanzas entre sus hermanos, podemos llamarlo también líder.
De esta categoría han existido varios en Cuba: Juan Gualberto Gómez, Martín Morúa Delgado, Claudio Brindis de Salas, etc., etc., Pero junto a esa categoría es fuerza establecer otra. Se trata del negro que con alta calidad humana parra dedicarse a cualquier esfera de actividad, inocua desde el punto de vista de su raza, no lo hace y se dedica a esta con fruición, entregándole lo mejor de su existencia, la vida si fuera preciso, y que cuanta nombradía o agravio recibe es en el esfuerzo imperturbable de su raza, teniéndola entre todas sus actividades como cuestión primerísima e insubordinable a ninguna otra cuestión: para este tipo hemos reservado el título de líder de los negros.
Para que podamos darnos cuenta de esta trascendental diferenciación, citemos al Partido Comunista. Todos saben que en ese partido existieron muchos negros que llegaron a ser altos líderes, sin embargo, no existió, no podía haber existido entre todos ellos, un solo líder de los negros. Todos eran primero comunistas y después negros. Todos subordinaban los intereses de la raza al partido, siendo ésta en ellos lo principal, y aquello, en el mejor de los casos, lo secundario. No basta tener negra la piel y haber triunfado en algún campo para ser líder de los negros, es necesario haberse dedicado preferentemente a conquistarle la felicidad a la raza.
No pretendemos, desde luego, establecer símil entre la actitud de los comunistas negros y la de los otros negros célebres a que nos hemos referido, pues aquéllos venían a la raza conscientemente, mandados por el Partido, a infiltrarse en ella para servir a éste, mientras que los otros creían sincera y sencillamente que era malo luchar como negros, que bastaba luchar como cubanos, demócratas, repúblicos, etc., para conquistarles la felicidad a todos. Podrá alegarse que los comunistas negros creían también, sincera y sencillamente que la felicidad del Partido significaba a la vez la felicidad para su raza. Y es cierto este alegato. Pero la diferencia entre ellos y los otros negros célebres no se funda en el aspecto moral, sino más bien en el aspecto táctico o doctrinal. Resulta que ningún partido, ni el de la Revolución ni los de la Paz, han tenido un programa definido, preciso y casuístico sobre el problema negro, haciendo planes concretos para manejar a esa clase y entrenando miembros de ella para el trabajo de infiltración y control. Pudiéramos decir que para las labores de quinta columna. De bodoque la diferenciación reside más en el Partido que en los instrumentos de que se valía. Líderes negros, verdaderamente tales, sólo han existido dos en Cuba: José Antonio Aponte y Evaristo Estenoz

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