miércoles, 13 de agosto de 2008

NEGAR LA CULPA

NEGAR LA CULPA.
Autor: Manuel Aguirre Lavarrere
(MACKANDAL)

e-mail: makandalmm@yahoo.com

Enjuiciar y hacer culpable en pleno auge del siglo veintiuno a un país extranjero de la problemática racial en Cuba, es no querer, de forma valiente, enfrentar la realidad. Tanto Esteban Morales[1], en su magnífico ensayo de publicación reciente, como ahora Gisela Arandia[2] en su artículo publicado en el diario Juventud Rebelde, hacen estallar la mayor responsabilidad de este problema, único y exclusivamente cubano, a los gobiernos de Estados Unidos acudiendo a justificaciones que no resisten un análisis riguroso.
El problema del afro-descendiente cubano se mejora o malea en Cuba y desde arriba. Hace muchos años que este país dejó de ser la habana de los ingleses, hace cincuenta años que se viene diciendo que somos libres e independientes, a diario se repite que en Cuba mandan los cubanos. Siendo así, ¿dónde está el yanqui opresor o el Monteagudo masacrador de negros?, ¿dónde Pedro Blanco el negrero?
De la misma forma que se ha visto un mejoramiento hacia los derechos de la mujer, así se ha visto un acelerado deterioro en los derechos del negro. Y de ésto en nada tienen que ver los Estados Unidos.
Mientras que para un cubano descendiente de europeo, dígase ya italiano, francés o español el conseguir la doble ciudadanía no conlleva a problema alguno y tienen derecho por lo tanto a reclamar el mismo estatus para sus descendientes hasta el segundo o tercer grado de consaguinidad, con derecho a recibir de la embajada que proceda, un estipendio anual que marca un mínimo de ciento veinte euros, suma que pesa bastante en la balanza en cuanto a nivel de vida para satisfacer necesidades básicas no alcanzables para el afrocubano y otros segmentos de la población cubana, incluyendo los descendientes de países caribeños, es decir, los negros, se ven limitados de esa doble ciudadanía sin que antes se vea involucrado en una definición política. Por lo que las embajadas se retractan, sin llegar a la concreta, alegando que existen nuevas orientaciones por parte del gobierno cubano. Estos descendientes no reciben estipendio alguno.

Exclusiones como estas son las que marcan la diferencia, pues al obrarse así se perjudica, y trae como consecuencia al afrocubano la perdida de su condición de hombre libre para convertirse en propiedad privada del estado. ¿Por qué?

Conocidos son los esfuerzos por parte de los países miembros del CARICOM[i] como la de dar a los descendientes de sus respectivos países hasta la segunda generación, es decir, hijos y nietos, la posibilidad de una doble ciudadanía con vistas a mejorar las relaciones de solidaridad y el reconocimiento a la población negra, cuya etnia, fiel a sus raíces, se ve impedida de adquirir esta oportunidad.

Con respecto a la población negra de Cuba la revolución se planteo, desde el principio mismo de su llegada al poder, un paquete de medidas que en cincuenta años ha dejado de cumplir. ¡Ah! ¡Cuan diferente hubiera sido de haberse llevado a feliz término! Pero ya hoy cualquiera se da cuenta que no les interesa cumplirlas. El negro cubano debe plantearse un camino independiente y lograr, por esfuerzo propio su bienestar. Esperar que el estado cubano los resuelva, es vivir la esperanza del idiota.
Y esta exclusión consciente de la culpa, hecha tanto por Esteban Morales como por Gisela Arandia, les abre las puertas del cielo, pero les niega la entrada al paraíso.





[1] Estreban Morales Dominguez. Desafíos de la problemática racial en Cuba, editorial La fuente viva, 2008.
[2] Gisela Arandia. Romper el silencio, periódico Juventud Rebelde, viernes 11 de julio del 2008.
La Gaceta de Cuba, 2 de mayo del 2007.

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