La
Rebelión de los Orishas…
Por
Manuel Aguirre Labarere
En Cuba, el racismo encontró, en
la explotación de la mano de obra del negro esclavo durante el
coloniaje español, y en las estructuras de dominación en las que
devino el capitalismo dependiente, condiciones propicias para
afirmarse en la ideología, la psicología social, el pensamiento y
las prácticas cotidianas de la sociedad. Se asentó en el modo de
vida, para formar parte de una herencia estructural y cultural.
Luego con el triunfo de la
Revolución, en un sistema sociocultural supuestamente libre de
diferenciaciones cardinales, sin minorías étnicas o lingüísticas,
con alto grado de integración social, donde la igualdad de razas
está avalado por la ley; ha prevalecido la idea de que la sociedad
cubana es una de las más homogéneas de América latina.
Sin tener en cuenta, que en Cuba se
desplegó uno de los sistemas esclavistas más importantes del siglo
XIX, cuya abolición definitiva, la penúltima de América, no se
produjo hasta 1886.
Y el que se hayan elaborado
diferentes hipótesis para explicar esta paradoja: (Que la esclavitud
hispano-lusitana fue más benevolente que la anglosajona, y favoreció
el mestizaje y las relaciones de tipo patriarcal, conllevando a una
mayor y más flexible comunicación entre amos y esclavos. Que el
proceso emancipatorio cubano unió en la independencia nacional, a
diferentes grupos, en un ejército multirracial y multiclasista. Y
esté extendida la idea, entre los académicos cubanos, que el
fenómeno racial es una resultante de la explotación de clases y por
tanto al desaparecer éstas, se esfumarían la discriminación y el
prejuicio en la sociedad cubana). Son argumentos insuficientes.
Además, los atributos
pertenecientes a la conciencia y las relaciones sociales son muy
difíciles de variar. Según el propio Marxismo, incluso después de
transformar la base económica, las fuerzas productivas y las
relaciones de producción; y haber ocurrido el paso de una Formación
Económico Social a otra; estos procesos, de naturaleza psíquica,
donde prima la mentalidad del individuo y todo el contenido complejo
de su personalidad, requieren un período de tiempo prolongado para
su evolución. Son influenciados, dependen, o están permeados por la
interpretación que el sujeto haga de la realidad en que vive. Donde
intervienen su historia anterior, conocimientos, prejuicios,
experiencias, sentimientos, actitudes ya establecidas, etc. Un cambio
en ellos y su conducta, requiere toda una nueva consecución de
aprendizaje, formación, y remodelación de nuevas estructuras; para
lo que se requiere también disímiles condiciones de las que hemos
adolecido.
Precisamente la cercanía y
extensión temporal de la esclavitud y las relaciones que implantó
con ella el Colonialismo Español en Cuba, es uno de los factores que
inciden en la supervivencia del racismo y la discriminación. Y
reforzados durante la república definen las particularidades y
matices de la integración sociorracial del pueblo cubano en la
situación actual.
Estos debieron haber recibido el
reconocimiento de su permanencia en la FES Socialista en Cuba. Y
dentro de ellos, por su relevancia, los prejuicios y estereotipos
raciales. Debieron ser aceptados y conscientizados por el estado como
paso indispensable de partida para obtener una verdadera
metamorfosis. Sólo la “interiorización” personal, el
entendimiento de la subsistencia de los mismos, las diferentes
concepciones antiguas, y comprensión de las nuevas; y analizando las
múltiples aristas del problema racial; en este transcurso de
“hacerlas suyas”, “propias” y no verlas como algo impuesto y
ajeno, es que el sujeto puede verdaderamente “modificarse”, “ser
otro hombre”.
No es convirtiendo en un “tabú”,
el tema del racismo y la discriminación racial, que se revierte esta
situación. Como ocurrió a partir de los primeros años de la década
del sesenta, donde la producción intelectual dedicada, era escasa, o
enfocaba esta problemática desde la perspectiva de uno de los grupos
en interacción, o tenía un carácter eminentemente, apologético,
concentrado en los avances positivos logrados en este terreno. Lo que
ocultaba y falseaba la situación, y llevaba al sujeto a su
desconocimiento e inconsciencia. A confiar en el deseo y esperanza de
una ideología empeñada en resolver el problema sin un enfoque
científico riguroso, exento de las condiciones necesarias en la base
material, del suficiente desarrollo de las fuerzas productivas para
cambiar determinadas condiciones de vida y propiciar su erradicación.
Esta ideología sólo conducía, a proclamar determinados preceptos
sociales “ideales”, implantados desde afuera, sin objetividad,
sin constituirse en cimiento de una “interiorización” real en el
ser humano.
Recientemente se comienza a hablar
nuevamente del problema racial. Al aumentar las desigualdades
asociadas con la raza y hacerse la discriminación más pública y
aceptada socialmente en Cuba. Durante los años noventa, una nueva
generación de intelectuales, artistas y activistas negros y mulatos
comenzaron a hablar de temas raciales y a denunciar la asociación
que, en la mente de muchas personas persiste, entre la negritud, el
salvajismo y la criminalidad, a pesar de varias décadas de
socialismo y de prácticas sociales que trataron de ser igualitarias.
La idea de que esta parte de la población llamada “no blanca” y
sus creencias, entre ellas la religión, actitudes y conducta van de
la mano de la criminalidad y de comportamientos amorales ha
persistido hasta hoy. Aunque no está claro cuán extendida está
esta creencia.
Tampoco se explica pública y
francamente las posibles causales, de la permanencia del racismo y la
discriminación racial en Cuba, sus consecuencias, estudios
realizados y los proyectos para su erradicación. La información
existente es ocasional y casi nula.
Los efectos de la Revolución
Cubana sobre las religiones afrocubanas, y sus vaivenes
contradictorios, han contribuido también de alguna manera con el
racismo. Se consideraban “rezagos del pasado”, y las políticas
gubernamentales para secularizarlas mediante el folklore, se
centraron en un inicio en la represión contra éstas. Después de
los últimos años sesenta, veían los toques de tambor religiosos
como manifestaciones de creencias atrasadas, supersticiosas, y se
opusieron claramente a la difusión de las religiones afrocubanas,
especialmente entre la juventud.
Después de un periodo inicial de
experimentación y creatividad, el folklore afrocubano no se ofreció
de forma destacada en la radio o en la televisión. El conocimiento
de estas religiones continuó siendo limitado y no había cursos
especializados sobre el tema en la Universidad de La Habana ni en
otros centros de aprendizaje avanzados. El conocimiento de África
permanece aún restringido, a pesar de la intervención de Cuba en
los conflictos del continente en los años setenta y ochenta, y de la
creación de instituciones cuya función es el estudio de la cultura
afrocubana, como la Casa de África en La Habana.
A los esfuerzos del gobierno para
erradicar lo que oficialmente se consideraba “rezagos del pasado”
los practicantes respondieron escondiendo sus creencias y artefactos
religiosos. Pero el renacimiento religioso de los años noventa
reveló que estas religiones no habían muerto. Las religiones y
otras expresiones culturales afrocubanas en las dos últimas décadas
se han hecho más públicas que nunca antes en la historia de Cuba.
Las personas que las practican ya llevan puestos sus símbolos en
público, lo que hace apenas unos años hubiera producido
considerable aprensión por parte de amplios sectores de la sociedad
cubana, que consideraban estas creencias —y la música y rituales
asociados a ellas— “cosas de negros”, expresiones culturales
con quizás algún valor, pero ciertamente reflejo de una cultura
primitiva importada de África. Nuevas formas musicales, como el
hip-hop,
celebran la negritud y tratan abiertamente temas sobre la raza y el
racismo. Los artistas visuales exploran el significado de la
cubanidad y cómo las prácticas y creencias africanas interactúan
con la cultura nacional.
Esta explosión cultural y
religiosa ha tenido lugar después del llamado “Periodo Especial”
de Cuba. Se identifican varios factores económico-sociales y
psicológicos, que dentro del mismo crearon un ambiente favorable y
contribuyeron al crecimiento de la popularidad de la santería: Los
“orishas resuelven”, proporcionan soluciones a problemas humanos
concretos en cuestiones de salud y amor. La santería es tolerante
con una amplia gama de comportamientos humanos y con la diversidad
humana. Su poderoso sistema de adivinación ofrece algún grado de
predictibilidad, un rasgo que era bienvenido en medio de la
incertidumbre que caracterizó este período. Y no menos importante,
en los años noventa, la santería llegó a ser un medio para obtener
recursos, el renacimiento religioso actual y la difusión global del
culto orisha hizo de la santería, una lucrativa fuente de ingresos y
de intercambios económicos con el extranjero.
Por otro lado, al simpatizar el
estado socialista con la cultura de los sectores populares y la clase
obrera, quienes constituyeron la base social principal del gobierno
revolucionario. Las orquestas de baile de la clase obrera y los
cantantes de música popular negros alcanzaron niveles de exposición
nacional sin precedentes. (Aunque al explorar y contrastar las
políticas oficiales con las acciones y los esfuerzos de los músicos,
se haya observado que con frecuencia no han coincidido. Y se conciba
las artes como un punto de negociación entre los individuos —con
sus antecedentes personales, intereses y opiniones— y las
organizaciones oficiales). La música popular fue uno de los
vehículos más importantes para la preservación y reproducción de
formas culturales africanas, incluidas especialmente las religiones
afrocubanas. Instituciones como el Conjunto Folklórico Nacional y el
Teatro Nacional dieron a la música sagrada y a los rituales
afrocubanos, una visibilidad que no habían gozado antes. El gobierno
creó instituciones dedicadas a la preservación y al estudio de la
cultura y folklore religioso afrocubanos.
Se plantea que la incorporación de
las expresiones culturales afrocubanas en la cultura nacional por
cubanos de diversos antecedentes sociales y raciales —es decir, la
nacionalización de estas formas culturales— se ha inducido por el
estado para hacerse con el apoyo de los sectores populares, y como un
medio de afirmar el control sobre grupos sociales subordinados.
Enfoque, compartido por algunos estudiosos y autores, que parece
convincente. Pero un enfoque centrado en el estado o en la élite,
corre el riesgo de reducir las iniciativas y las acciones de los
individuos, y de los cubanos ordinarios, no necesariamente negros,
que han crecido conociendo esta cultura como propia, que hablan con
los orishas cuando necesitan consejos, ayuda o amor, y que bailan con
una música que han considerado siempre simplemente como cubana.
Por otra parte lo que un día se
juzgaba bárbaro y africano, ahora es cubano, y la santería se
representa en la práctica como la religión oficial y nacional. Es
más, estas religiones afrocubanas han atraído seguidores de
distintas razas y uno de los efectos secundarios de las políticas
revolucionarias es que ha creado una generación de practicantes
mejor educados. La representación de ella como una religión de la
nación cubana es, paradójicamente, un logro de la revolución
cubana atea que al secularizar las religiones afrocubanas mediante el
folklore tuvieron el efecto contrario, ayudaron a mantener viva la
santería y a robustecerla. En vez de como se esperaba, las
religiones afrocubanas se desvanecieran en un folklore secularizado,
lo secular se incorporó a la creencia popular.
La cultura nacional cubana es ahora
más abiertamente africana que nunca. Pero ¿Va esto a desaparecer
las arraigadas asociaciones entre lo africano, y las concepciones
negativas y prejuicios? y ¿Eliminará las ideas y sentimientos de
racismo y la discriminación racial en las relaciones raciales en
Cuba?
Bibliografía consultada:
-
La cultura afrocubana: investigaciones recientes. Alejandro de la Fuente. Universidad de Pittsburgh. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 2007, julio-diciembre, vol. LXII, No. 2, págs. 265-278.
-
Las relaciones raciales en Cuba. EcuRed. 28 de febrero de 2014
-
Racismo. Wikipedia. La enciclopedia libre.
-
Racismo. EcuRed. 19 de febrero de 2014.
-
Etnia. EcuRed. Viernes, 28 de febrero de 2014.
-
Lowell Gudmundson. La negritud en Centroamérica. Entre raza y raíces. San José: Universidad Estatal a Distancia, 2012.
-
Xenofobia. EcuRed. 28 de febrero de 2014.
-
Aimé Césaire. Acción Poética y negritud. Literatura y lingüística. No.13. Santiago 2001. Ricardo Ferrada A.
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