miércoles, 29 de mayo de 2019


La Rebelión de los Orishas…

Por Manuel Aguirre Labarere


En Cuba, el racismo encontró, en la explotación de la mano de obra del negro esclavo durante el coloniaje español, y en las estructuras de dominación en las que devino el capitalismo dependiente, condiciones propicias para afirmarse en la ideología, la psicología social, el pensamiento y las prácticas cotidianas de la sociedad. Se asentó en el modo de vida, para formar parte de una herencia estructural y cultural.

Luego con el triunfo de la Revolución, en un sistema sociocultural supuestamente libre de diferenciaciones cardinales, sin minorías étnicas o lingüísticas, con alto grado de integración social, donde la igualdad de razas está avalado por la ley; ha prevalecido la idea de que la sociedad cubana es una de las más homogéneas de América latina.

Sin tener en cuenta, que en Cuba se desplegó uno de los sistemas esclavistas más importantes del siglo XIX, cuya abolición definitiva, la penúltima de América, no se produjo hasta 1886.

Y el que se hayan elaborado diferentes hipótesis para explicar esta paradoja: (Que la esclavitud hispano-lusitana fue más benevolente que la anglosajona, y favoreció el mestizaje y las relaciones de tipo patriarcal, conllevando a una mayor y más flexible comunicación entre amos y esclavos. Que el proceso emancipatorio cubano unió en la independencia nacional, a diferentes grupos, en un ejército multirracial y multiclasista. Y esté extendida la idea, entre los académicos cubanos, que el fenómeno racial es una resultante de la explotación de clases y por tanto al desaparecer éstas, se esfumarían la discriminación y el prejuicio en la sociedad cubana). Son argumentos insuficientes.
Además, los atributos pertenecientes a la conciencia y las relaciones sociales son muy difíciles de variar. Según el propio Marxismo, incluso después de transformar la base económica, las fuerzas productivas y las relaciones de producción; y haber ocurrido el paso de una Formación Económico Social a otra; estos procesos, de naturaleza psíquica, donde prima la mentalidad del individuo y todo el contenido complejo de su personalidad, requieren un período de tiempo prolongado para su evolución. Son influenciados, dependen, o están permeados por la interpretación que el sujeto haga de la realidad en que vive. Donde intervienen su historia anterior, conocimientos, prejuicios, experiencias, sentimientos, actitudes ya establecidas, etc. Un cambio en ellos y su conducta, requiere toda una nueva consecución de aprendizaje, formación, y remodelación de nuevas estructuras; para lo que se requiere también disímiles condiciones de las que hemos adolecido.

Precisamente la cercanía y extensión temporal de la esclavitud y las relaciones que implantó con ella el Colonialismo Español en Cuba, es uno de los factores que inciden en la supervivencia del racismo y la discriminación. Y reforzados durante la república definen las particularidades y matices de la integración sociorracial del pueblo cubano en la situación actual.

Estos debieron haber recibido el reconocimiento de su permanencia en la FES Socialista en Cuba. Y dentro de ellos, por su relevancia, los prejuicios y estereotipos raciales. Debieron ser aceptados y conscientizados por el estado como paso indispensable de partida para obtener una verdadera metamorfosis. Sólo la “interiorización” personal, el entendimiento de la subsistencia de los mismos, las diferentes concepciones antiguas, y comprensión de las nuevas; y analizando las múltiples aristas del problema racial; en este transcurso de “hacerlas suyas”, “propias” y no verlas como algo impuesto y ajeno, es que el sujeto puede verdaderamente “modificarse”, “ser otro hombre”.

No es convirtiendo en un “tabú”, el tema del racismo y la discriminación racial, que se revierte esta situación. Como ocurrió a partir de los primeros años de la década del sesenta, donde la producción intelectual dedicada, era escasa, o enfocaba esta problemática desde la perspectiva de uno de los grupos en interacción, o tenía un carácter eminentemente, apologético, concentrado en los avances positivos logrados en este terreno. Lo que ocultaba y falseaba la situación, y llevaba al sujeto a su desconocimiento e inconsciencia. A confiar en el deseo y esperanza de una ideología empeñada en resolver el problema sin un enfoque científico riguroso, exento de las condiciones necesarias en la base material, del suficiente desarrollo de las fuerzas productivas para cambiar determinadas condiciones de vida y propiciar su erradicación. Esta ideología sólo conducía, a proclamar determinados preceptos sociales “ideales”, implantados desde afuera, sin objetividad, sin constituirse en cimiento de una “interiorización” real en el ser humano.

Recientemente se comienza a hablar nuevamente del problema racial. Al aumentar las desigualdades asociadas con la raza y hacerse la discriminación más pública y aceptada socialmente en Cuba. Durante los años noventa, una nueva generación de intelectuales, artistas y activistas negros y mulatos comenzaron a hablar de temas raciales y a denunciar la asociación que, en la mente de muchas personas persiste, entre la negritud, el salvajismo y la criminalidad, a pesar de varias décadas de socialismo y de prácticas sociales que trataron de ser igualitarias. La idea de que esta parte de la población llamada “no blanca” y sus creencias, entre ellas la religión, actitudes y conducta van de la mano de la criminalidad y de comportamientos amorales ha persistido hasta hoy. Aunque no está claro cuán extendida está esta creencia.

Tampoco se explica pública y francamente las posibles causales, de la permanencia del racismo y la discriminación racial en Cuba, sus consecuencias, estudios realizados y los proyectos para su erradicación. La información existente es ocasional y casi nula.

Los efectos de la Revolución Cubana sobre las religiones afrocubanas, y sus vaivenes contradictorios, han contribuido también de alguna manera con el racismo. Se consideraban “rezagos del pasado”, y las políticas gubernamentales para secularizarlas mediante el folklore, se centraron en un inicio en la represión contra éstas. Después de los últimos años sesenta, veían los toques de tambor religiosos como manifestaciones de creencias atrasadas, supersticiosas, y se opusieron claramente a la difusión de las religiones afrocubanas, especialmente entre la juventud.

Después de un periodo inicial de experimentación y creatividad, el folklore afrocubano no se ofreció de forma destacada en la radio o en la televisión. El conocimiento de estas religiones continuó siendo limitado y no había cursos especializados sobre el tema en la Universidad de La Habana ni en otros centros de aprendizaje avanzados. El conocimiento de África permanece aún restringido, a pesar de la intervención de Cuba en los conflictos del continente en los años setenta y ochenta, y de la creación de instituciones cuya función es el estudio de la cultura afrocubana, como la Casa de África en La Habana.
A los esfuerzos del gobierno para erradicar lo que oficialmente se consideraba “rezagos del pasado” los practicantes respondieron escondiendo sus creencias y artefactos religiosos. Pero el renacimiento religioso de los años noventa reveló que estas religiones no habían muerto. Las religiones y otras expresiones culturales afrocubanas en las dos últimas décadas se han hecho más públicas que nunca antes en la historia de Cuba. Las personas que las practican ya llevan puestos sus símbolos en público, lo que hace apenas unos años hubiera producido considerable aprensión por parte de amplios sectores de la sociedad cubana, que consideraban estas creencias —y la música y rituales asociados a ellas— “cosas de negros”, expresiones culturales con quizás algún valor, pero ciertamente reflejo de una cultura primitiva importada de África. Nuevas formas musicales, como el hip-hop, celebran la negritud y tratan abiertamente temas sobre la raza y el racismo. Los artistas visuales exploran el significado de la cubanidad y cómo las prácticas y creencias africanas interactúan con la cultura nacional.

Esta explosión cultural y religiosa ha tenido lugar después del llamado “Periodo Especial” de Cuba. Se identifican varios factores económico-sociales y psicológicos, que dentro del mismo crearon un ambiente favorable y contribuyeron al crecimiento de la popularidad de la santería: Los “orishas resuelven”, proporcionan soluciones a problemas humanos concretos en cuestiones de salud y amor. La santería es tolerante con una amplia gama de comportamientos humanos y con la diversidad humana. Su poderoso sistema de adivinación ofrece algún grado de predictibilidad, un rasgo que era bienvenido en medio de la incertidumbre que caracterizó este período. Y no menos importante, en los años noventa, la santería llegó a ser un medio para obtener recursos, el renacimiento religioso actual y la difusión global del culto orisha hizo de la santería, una lucrativa fuente de ingresos y de intercambios económicos con el extranjero.

Por otro lado, al simpatizar el estado socialista con la cultura de los sectores populares y la clase obrera, quienes constituyeron la base social principal del gobierno revolucionario. Las orquestas de baile de la clase obrera y los cantantes de música popular negros alcanzaron niveles de exposición nacional sin precedentes. (Aunque al explorar y contrastar las políticas oficiales con las acciones y los esfuerzos de los músicos, se haya observado que con frecuencia no han coincidido. Y se conciba las artes como un punto de negociación entre los individuos —con sus antecedentes personales, intereses y opiniones— y las organizaciones oficiales). La música popular fue uno de los vehículos más importantes para la preservación y reproducción de formas culturales africanas, incluidas especialmente las religiones afrocubanas. Instituciones como el Conjunto Folklórico Nacional y el Teatro Nacional dieron a la música sagrada y a los rituales afrocubanos, una visibilidad que no habían gozado antes. El gobierno creó instituciones dedicadas a la preservación y al estudio de la cultura y folklore religioso afrocubanos.

Se plantea que la incorporación de las expresiones culturales afrocubanas en la cultura nacional por cubanos de diversos antecedentes sociales y raciales —es decir, la nacionalización de estas formas culturales— se ha inducido por el estado para hacerse con el apoyo de los sectores populares, y como un medio de afirmar el control sobre grupos sociales subordinados. Enfoque, compartido por algunos estudiosos y autores, que parece convincente. Pero un enfoque centrado en el estado o en la élite, corre el riesgo de reducir las iniciativas y las acciones de los individuos, y de los cubanos ordinarios, no necesariamente negros, que han crecido conociendo esta cultura como propia, que hablan con los orishas cuando necesitan consejos, ayuda o amor, y que bailan con una música que han considerado siempre simplemente como cubana.

Por otra parte lo que un día se juzgaba bárbaro y africano, ahora es cubano, y la santería se representa en la práctica como la religión oficial y nacional. Es más, estas religiones afrocubanas han atraído seguidores de distintas razas y uno de los efectos secundarios de las políticas revolucionarias es que ha creado una generación de practicantes mejor educados. La representación de ella como una religión de la nación cubana es, paradójicamente, un logro de la revolución cubana atea que al secularizar las religiones afrocubanas mediante el folklore tuvieron el efecto contrario, ayudaron a mantener viva la santería y a robustecerla. En vez de como se esperaba, las religiones afrocubanas se desvanecieran en un folklore secularizado, lo secular se incorporó a la creencia popular.

La cultura nacional cubana es ahora más abiertamente africana que nunca. Pero ¿Va esto a desaparecer las arraigadas asociaciones entre lo africano, y las concepciones negativas y prejuicios? y ¿Eliminará las ideas y sentimientos de racismo y la discriminación racial en las relaciones raciales en Cuba?

Bibliografía consultada:

  • La cultura afrocubana: investigaciones recientes. Alejandro de la Fuente. Universidad de Pittsburgh. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 2007, julio-diciembre, vol. LXII, No. 2, págs. 265-278.

  • Las relaciones raciales en Cuba. EcuRed. 28 de febrero de 2014

  • Racismo. Wikipedia. La enciclopedia libre.

  • Racismo. EcuRed. 19 de febrero de 2014.
  • Etnia. EcuRed. Viernes, 28 de febrero de 2014.

  • Lowell Gudmundson. La negritud en Centroamérica. Entre raza y raíces. San José: Universidad Estatal a Distancia, 2012.

  • Xenofobia. EcuRed. 28 de febrero de 2014.

  • Aimé Césaire. Acción Poética y negritud. Literatura y lingüística. No.13. Santiago 2001. Ricardo Ferrada A.



















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