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Por
Manuel Aguirre Labarere
(Mackandal)
En
el camino hacia la reivindicación de la identidad negra y su
cultura; frente a la dominación de la cultura francesa opresora que
servía al colonialismo francés, surge una corriente literaria entre
los escritores negros francófonos, conocida como la “negritud”
(en francés Négritude).
En
septiembre de 1934, Aimé
Fernand David Césaire,
gran intelectual martiniqueño, escritor, dramaturgo, y poeta;
reconocido como una de las figuras fundamentales de la poesía
moderna en lengua francesa, y el creador del concepto de negritud,
líder comprometido en la lucha de los negros, hombre
político, (elegido Alcalde de la capital de la isla, Fort-de-France
y diputado a la Asamblea Nacional por Martinica) funda el periódico
L'étudiant noir (El
estudiante negro).
En cuyas páginas aparecerá por primera vez el término "Negritud".
Ello tuvo lugar un día en la plaza de la Sorbonne en que Césaire le
dijo a Senghor: “Hace falta que afirmemos nuestra negritud”. La
revista sirvió de base para la fundación de este movimiento.
Junto
a Césaire
en la fundación de la revista se distinguen otros estudiantes de las
Antillas,
de Guayana y africanos entre los que figuran Léon Gontran Damas de
Guayana Francesa, poeta y político francés,
elegido
para la Asamblea Nacional de Francia como diputado de Guayana, viajó
y enseñó en diferentes partes del mundo, incluyendo África, los
Estados Unidos, Latinoamérica y el Caribe, la
Universidad
de Georgetown y la Universidad Howard, contribuyó como editor de la
revista Présence
africaine,
y como consejero y delegado de la UNESCO.
Se
distingue también el senegalés Léopold Sédar Senghor, poeta que
llegó a la Jefatura del Estado de Senegal, miembro de la Academia
francesa, catedrático de gramática, ensayista,
político, primer profesor de la raza negra que impartió clases de
lengua francesa en Francia. Su poesía, esencialmente simbolista,
fundada en el canto de la palabra encantatoria, se construye sobre la
esperanza de crear una «civilización de lo universal» que una las
tradiciones por encima de sus diferencias. Senghor opinaba que el
lenguaje simbólico de la poesía podía constituir la base de este
proyecto. Otro senegalés, Birago Diop,
también
formó parte de los fundadores. Con
carrera
diplomática, fue escritor
e
investigador sobre literatura tradicional africana.
Se
considera, en general, a René Maran, escritor francés, originario
de la Guayana
Francesa, (autor de Batouala),
precursor de la negritud. Su obra describe los abusos del
colonialismo a pesar de sentirse francés. Fue el primer negro que
ganó el premio Goncourt en 1921 con su novela Batuala.
El
término Negritud, que fue ideado por Césaire, como reacción a la
opresión cultural del sistema o Colonialismo francés, tiene como
objetivo, por una parte rechazar el proyecto francés de asimilación
cultural y por la otra fomentar la cultura africana, subestimada por
el racismo surgido de la ideología colonialista.
Uno
de los aportes del concepto creado por Césaire, fue su participación
en las luchas contra el colonialismo y el racismo y como político,
fue alcalde de la capital de Martinica, durante 56 años, hasta el
2001; fue fundador del Partido Progresista Martiniqueño y lo
presidió hasta 2005. La política cultural de Aimé Césaire se
simboliza con la creación del Servicio Municipal de Acción Cultural
(SERMAC), y a través de talleres de arte popular (baile, artesanía,
música) y el prestigioso festival de Fort-de-France.
Según
Senghor, la negritud es el
conjunto de valores culturales de África negra.
Para Césaire, esta
palabra designa en primer lugar el rechazo. Rechazo ante la
asimilación cultural; rechazo de una determinada imagen del negro
tranquilo, incapaz de construir una civilización. Lo cultural está
por encima de lo político.
A
continuación, algunos escritores negros o criollos criticaron el
concepto; al considerar que era demasiado simplificador: El
tigre no declara su tigritud. Salta sobre su presa y la devora, según
el escritor africano Wole
Soyinka.
El propio Césaire se apartó del término al considerarlo casi
racista.
El
nacimiento de este concepto y el de la revista Présence
Africaine
(1947) logró de modo simultáneo en Dakar y París reunir a
jóvenes intelectuales negros de todas partes del mundo e
intelectuales franceses como Jean Paul Sartre.
Y fue, a su vez, gracias al apoyo de éste
conjuntamente con Breton, como Césaire alcanzó prestigio y
reconocimiento como poeta e intelectual.
La
negritud de una u otra manera es un movimiento de exaltación de los
valores culturales de los pueblos negros. Es la base ideológica que
impulsaría el movimiento independentista en África.
Creo
que la “negritud”, en el sentido que le dieron estos
intelectuales y escritores, no es un término racista, sino por el
contrario tenía muy justificado su surgimiento ante el hecho
primordial que le da razón de ser: la reivindicación de la
identidad negra y su cultura frente a la dominación de la cultura
francesa que servía al colonialismo francés. Por otra parte,
significaba fe en el porvenir de una raza, en su liberación y
afirmación.
La
presencia en Francia de emigrados negros procedentes de las Antillas,
de Guayana y africanos; y el que éstos a su vez fueran capaces de
convertirse en ilustres intelectuales, y el que tomaran conciencia
de pertenecer a una geografía y una cultura
colonizada,
y hayan logrado desplegar
toda una actividad cultural, social, y política intensa a
partir de la cual se definió una teoría de la acción poética y
una escritura programática;
fueron
aspectos
a tomar en cuenta en el surgimiento de la negritud.
La
inteligencia y el prestigio de estos insignes intelectuales negros,
es una demostración fehaciente de las creencias erróneas del
racismo imperante, desarrollado «científicamente» por las teorías
de científicos como: Joseph Arthur Gobineau, Levy Brûhl,
Louis-Ferdinand Céline, que consideraban a los hombres negros como
personas inferiores, sin grandes facultades intelectuales, sin
historia ni cultura, incapaces de llegar a conceptos abstractos y
quienes razonan de un modo «prelógico», mientras que la lógica
cartesiana, la razón era lo propio de los blancos civilizados.
En
contraposición a Joseph
Arthur Gobineau, Levy Brûhl, y Louis-Ferdinand Céline,
el etnólogo
y
arqueólogo
alemán, Leo
Viktor Frobenius,
una figura muy reconocida por el movimiento de la negritud, se
orientó al estudio de la cultura africana, defendió el difusionismo
cultural, y trató de reconstruir los puntos de vista y la vida
cultural y religiosa de los pueblos africanos dándole importancia
a sus valores culturales.
Tan
solo Léo Frobenius, Maurice Delafosse, y Théodore Monod
introdujeron en la historia y la antropología de las primeras
décadas del siglo XX una visión diferente a la imagen de África,
que se ofrecía en periódicos, revistas, novelas, relatos de viaje y
testimonios de exploradores, colonizadores y antropólogos, como una
tierra extraña, hostil, donde reinaban las fiebres, la muerte, y
cuyos habitantes eran salvajes.
Intelectuales
como los escritores del «Renacimiento negro» de Harlem, los
norteamericanos Langston Hughes, Claude Mac Kay, entre otros, fueron
publicados en París e introdujeron en la literatura la dignidad del
hombre negro, de su belleza, de su pertenencia a América y la
reafirmación del origen africano.
Un
aspecto criticado por varios analistas sobre el movimiento de la
negritud es el panafricanismo cultural, la unidad de un «mundo
negro» en medio de culturas y contextos sociales diferentes como un
continuo entre África y sus diásporas. A esto afirmó
Césaire:
“Siento
que hay una civilización negra, como hay una civilización europea…
Existe una gran civilización negra subdividida en culturas
diferentes… sudanesas, bantúes, senegalesas… —víctimas unos y
otros de la aculturación—. Lo que más me asombra es la unidad del
mundo negro— a pesar de su diversidad.
[...]
No, no creo para nada en la permanencia biológica. Mi negritud tiene
un basamento. Es un hecho que hay una cultura negra: es histórico,
no tiene nada de biológico.
Aunque
somos producto de la biología, también somos en gran parte producto
de la cultura. Y la biología tan solo resulta interesante cuando se
la trasciende en elementos culturales.
Si
los negros no pertenecieran a un pueblo, digamos de vencidos, en fin
un pueblo humillado, etc. [...], déle la vuelta a la Historia, haga
de ellos un pueblo de vencedores, considero que no habría negritud.”
Estos
versos de Aimé Césaire, simbolizan el destino de hombres y mujeres
negros.
Vivo
en una herida sagrada
Vivo
con ancestros imaginarios
Vivo
en un oscuro querer
Vivo
en un largo silencio
Después
de asumir el pasado y el presente de su raza, todas las acusaciones,
las cobardías, las enajenaciones y las astucias cotidianas —como
una forma de exorcismo—, la rebeldía lo invade:
Y
estamos de pie ahora, mi país y yo, los cabellos al viento...
La
negrada está de pie
La
negrada sentada
sorprendentemente
de pie
de
pie en la cala
de
pie en las cabinas
de
pie en el puente
de
pie al viento
de
pie en el sol
de
pie en la sangre
de
pie
y
libre.
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