Manuel Aguirre
Labarrere
(Mackandal)
Como
humanista y respetuoso de los derechos civiles, y políticos de los
ciudadanos, Martí concedió una importancia fundamental a los
partidos para el ejercicio de las libertades.
Al
referirse a la Constitución los Estados Unidos, país donde vivió
la mayor parte de su exilio y donde fundó el Partido Revolucionario
Cubano en 1892, expresó el Apóstol: “Yo
esculpiría en pórfido las estatuas de los hombres maravillosos que
fraguaron la Constitución de los Estados Unidos
de
América, los esculpiría firmando su obra enorme en un grupo de
pórfidos. Abriría un camino sagrado de baldosas de mármol sin
pulir hasta el
templo
de mármol blanco que los cobijase y cada cierto número de años
establecería una semana de peregrinación nacional en otoño, que es
la
estación
de la madurez y la hermosura para que envueltas las cabezas
reverentes en las nubes de humo oloroso de las hojas secas, fueran a
besar
la mano de piedra de los patriarcas, los hombres, las mujeres y los
niños.”
La
formación de partidos políticos fue lo que dio lugar a la creación
de una Constitución que todavía sorprende al mundo.
Martí
era un hombre y es lógico que no pudiera formar más que un solo
partido. Pero eso no quiere decir que impidiera que otros cubanos con
visiones políticas diferentes formaran alianzas que devinieran en
otros partidos políticos.
La
ambición de poder y el totalitarismo de la revolución castrista no
solo traicionó la tradición partidista cubana y el legado martiano,
sino que también hizo que se traicionara a sí misma.
Martí
fue un ideólogo plural, lo que más le interesaba era el bien común
y no el de las élites. El partido fundado por él tuvo como
principal propósito servir al pueblo y no servirse del pueblo. Tuvo
como propósito acatar las demandas populares y no que el pueblo
acatara a su partido.
Como
si avizorara el secuestro de la patria por el comunismo, idolología
que rechazó de cuajo, Martí advirtió: “La
futura esclavitud es el socialismo.”
Pero
no es el castrismo el único causante de las villanías contra el
pensamiento y legado de José Martí y sus ideales consagrados a la
suma total de las libertades. Este régimen ha contado con
historiadores y analistas que, unos por estar muertos y otros por
irrelevantes, no vale la pena siquiera mencionar, aunque se acojan al
derecho de réplica que de seguro les será concedido.
Hacer
creer que Martí era comunista y apoyaría sin vacilación al
castrismo, es, más que un infame engaño, una villanía, que los
amantes de la historia sin mentiras y los que tienen sentido de
pertenencia y sentimientos patrios no pueden dejar pasar sin levantar
su voz en señal de protesta.
A
la muerte de Marx, escribió Martí: “Carlos Marx ha muerto. Por
haber defendido a los pobres merece honor. Pero no hace bien quien
echa unos hombres sobre otros”.
Eso
de echar a unos hombres sobre otros ha sido una práctica constante
del castrismo.
Al
no existir en Cuba otro partido que no sea el comunista, en una
sociedad donde se prioriza el papel del gobierno por encima del
individuo, tiene que crear estos enfrentamientos. No son capaces de
disputar el poder en las urnas civilizadamente. Son incapaces de
llegar al poder por medios pacíficos. Usan la fuerza bruta y la
confusión para neutralizar iniciativas democráticas.
“Cuba
debe ser libre de España y de los Estados Unidos”,
dijo
Martí. Ese anhelo ha sido ´cumplido. .Ahora Cuba debe ser libre del
totalitarismo y la dictadura. En eso anda la oposición cubana, para
darle al Apóstol el alegrón de una democracia incluyente y
participativa, donde no sea como ahora, con todos y para el bien de
algunos, sino verdaderamente con
todos y para el bien de todos.
mal26755@mail.com
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