Manuel
Aguirre Labarrere
(Mackandal)
Los
principios con los cuales se fundó la nación cubana quedaron
totalmente abolidos con la llegada al poder de Fidel Castro. Le fue
imposible gobernar y mantener su régimen totalitario bajo premisas
tan democráticas y con una de las mejores constituciones del mundo,
que si bien muchos de sus postulados no fueron cumplidos, este era el
marco propicio para hacerlos cumplir.
A
pesar de haber contado con una abrumadora mayoría de simpatizantes,
muchos que no habían participado en el derrocamiento de la dictadura
de Fulgencio Batista quedaron con un sentimiento de culpa que
quisieron sanar más tarde uniéndose al proceso castrista sin saber
aun de que iba la cosa.
Fueron
traicionados los sueños y quemados a fuego lento nuestros próceres
en aquellos primeros años del castrismo, cuando el triunfante líder
Fidel Castro, pronunció aquella frase con pespuntes hegemónicos y a
todas luces totalitarias de, “elecciones
para qué”.
Entonces, se desmontaron símbolos y a mandarria limpia se
destruyeron instituciones únicas de su tipo como el teatro Vicente
Mora de Guanajay. Este sufrió la metamorfosis de centro de
esparcimiento cultural a almacén de papas. Hoy pasada ya la fiebre
salvaje del comunismo real, se trata de restaurarlo, sin resultados
concretos.
No
se tuvo en cuenta los principios por los que se luchó y se dio al
traste con el batistato. El pensamiento y los conceptos de patria de
José Martí fueron olvidados, aunque mucho se vociferó en su nombre
cuando la atrasadísima Constitución de 1976 entró en vigor.
El
Apóstol fue burlado en sus principios y traicionado por el régimen
castrista. Su concepto de que siempre
es desgracia para
la
libertad que la libertad sea un partido, más
que advertir del peligro, cristalizó en la mente ambivalente del
pensamiento castrista, que siguió la traición a sus
conceptos
en la plasmación de una constitución anti-martiana y anti-popular
que no respetó para nada, aquello de que una
Constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse
con elementos ideológicos. Frase
dicha por Martí en elogio sincero a la Constitución de los Estados
Unidos,
país para el cual también tuvo grandes elogios, aunque haya
discrepado con algunas de las figuras políticas de su tiempo.
Con
la llegada al poder de Fidel Castro no solo se traicionaron
principios de nuestros próceres. Se traicionó como nunca a los
ideales y sueños de un pueblo que cansado de tanta injusticia de
regímenes anteriores, no creyó nunca que le tocaría más de lo
mismo, con sobredosis de inquietud y traición al bienestar y salud
de sus derechos. Pudo más la ambición y ansias de poder, que la
cordura y la buena voluntad.
La
revolución verde
como las palmas sufrió
el síndrome del vitiligo al convertirse en un melón cuyas
tonalidades van del verde por fuera al rojo por dentro. Tal fue
siempre el deseo del alto mando de la revolución para andar a sus
anchas y no respetar nada que no fuera la reiteración de patrones
políticos del castrismo, algo fatal e irremediable a corto plazo.
Pero
la traición ha tenido seguidores rapaces y acólitos condicionados,
que ven en sí mismos la imagen del pueblo. Lo que decide el
grupúsculo de poder es la razón de ser de la nación. No hay
oportunidad para enfrentamientos civilizados y negativas
inteligentes. Ellos son los que dictan y ordenan. No se respeta el
sagrado derecho a una oposición legalizada, ni se admiten
alternativas políticas como la creación de otros partidos. No se da
oportunidad a los disidentes de organizarse en paz y sin miedo a
golpizas propinadas por grupúsculos autorizados por el régimen y su
policía. Llevan adelante la doctrina de Perón, de que, “al
enemigo, ni justicia”. Al
pueblo solo le toca acatar y obedecer, aunque no sea lo que apetezca.
Así se traiciona a la Patria.
mal26755@gmail.com;
Teatro
Vicente Mora, Guanajay
No hay comentarios:
Publicar un comentario