Por Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
La sociedad cubana se degrada en múltiples formas dado el afán de priorizar la ostentación del poder por encima de las necesidades de la ciudadanía. Esta degradación se focaliza también en la violencia domestica, cuyo factor primordial para generarla es el hacinamiento habitacional que permea a más del sesenta por ciento de la sociedad cubana. De esta cifra, el mayor por ciento lo ocupa la población negra y mestiza del país, cuyos barrios marginales y cuartería se han incrementado en los últimos años dados el déficit habitacional que padece la nación.
En una maltrecha vivienda, que se puede encontrar en cualquier lugar del país, pueden vivir hasta cuatro parejas matrimoniales, las cuales muchas veces comparten el mismo espacio. Esta tragedia trae aparejado el rechazo al otro, el malestar y un bajo incentivo emprendedor donde el fin siempre es el mismo: No conseguir nada.
Aquí radica una de las causas fundamentales de la violencia domestica. La pareja se siente mal, discute, se ofenden mutuamente y la impotencia de no poder resolver la situación hace que la culpa recaiga en ambos, aunque es la mujer la que en la mayoría de los casos es la que sale golpeada.
La pérdida de los valores fundamentales donde la familia es el eje fundamental para transmitirlo a sus descendientes, ha caído desde hace mucho tiempo en crisis total, lo cual trae aparejado una profunda miseria espiritual, y a sustituirlas acuden entonces la inmoralidad, el desapego del deber y la ruptura familiar como único medio de salir de la situación.
La prioridad que da el régimen a la construcción de hoteles destinados al turismo extranjero, aparejado a la creación de nuevos centros carcelarios, unidades militares y puntos de descanso para la policía, ha provocado una ruptura en los planes de construcción de viviendas para los grupos más desfavorecidos de la población y un alto índice de descontento por esta circunstancia, que se pretende palear con las nuevas medidas de descongelamiento de materiales de construcción con fines habitacionales, que dado el déficit de mano de obra y el aplazamiento en asumir el problema, no se resolverá siquiera a mediano plazo.
La mayoría habitacional del país, que son los negros y mestizos, seguirán casándose, tendrán, como es lógico, a sus hijos, esperando el milagro de tener su propia vivienda, sin seguridad de vivir para contarla.
jueves, 2 de junio de 2011
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