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Por: Manuel Aguirre
Labarrere
(Mackandal)
El
segundo periodo de la narrativa cubana que bien se puede enmarcar a partir de la segunda mitad de los años ochenta, adolece, tanto en su
estructura narrativa como en el arquetipo de sus personajes, de un silencio y
la invisibilidad racial del componente negro, que hace que esta llamada novísima narrativa cubana que nace
partir del triunfo del régimen castrista en 1959, y continuaría en sucesivas generaciones aun
cuando haya dado obras emblemáticas donde entran entonces obras que las
antecedieron, como Adire y el tiempo roto,
Expediente de hombre, de Manuel
Granados, de quien se puede analizar también su libro de cuentos País de Coral, publicado por Letras
cubanas en 1988, y sucedidas por otras como
En El vuelo del gato, su autor, Abel Prieto trató de mostrar a una
familia negra sin lograrlo,
La
ausencia del negro en la narrativa del periodo revolucionario, es más que
visible, preocupante. ¿Cómo puede la literatura cubana deshacerse de un
segmento de la población sin cuya presencia sería muy difícil pensar a Cuba?
Ha
sido el teatro cubano más prolifero en mostrar al negro en su contexto sin caer
en los aullidos y lamentos que muchas veces ponen en su boca y que únicamente muestran una ínfima parte
del problema que pudiera ser inherente también a los personajes blancos.
Evadir la realidad
hace más inverosímil el discurso narrativo.
No
se trata de tener a nano un compendio de remanentes lingüísticos africanos
hablados en Cuba ni poseer tampoco un diccionario yoruba o lucumí. Se trata de
ser conscientes del problema y no dejar
fuera del juego ni disfrazar verbalmente a los personajes afrodescendientes, que en la mayoría de los
casos, y más en esta novísima generación, son narrados desde
la visión y los conceptos de escritores blancos.
El
castrismo dio pasos fundamentales referentes al racismo, la exclusión y la
discriminación racial. Pero en sus más de cincuenta años de existencia no ha
dedicado al problema del prejuicio en
cuanto a la temática negra, ni siquiera
diez minutos, porque no llegan a diez minutos el tiempo que tanto Fidel como Raúl
Castro que han hablado bastante han dedicado al problema de
la discriminación en Cuba.
Este
fenómeno de la invisibilidad de un tema
que por sí solo llama al debate abierto
y conciso, es lógicamente trasplantado a la literatura sin tener que forzar
nada.
Los
narradores reciclan de diversas maneras un mismo problema, pero el problema es el mismo.
El
poco empeño por divulgar masivamente materiales sobre raza y discriminación
acentúa de forma subliminal los prejuicios, y legaliza de forma real los racismos.
De
modo que si un problema surge ventilarse en la hora actual de Cuba, es el
racismo, porque tuberculiza a la nación
y hace decaer la autoestima y amor a la patria misma.
mal26755@gmail.com
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