(Mackandal)
…ajustemos las leyes de nuestra tierra original a su composición histórica, y a sus defectos, y a su
naturaleza,- fundamos en el concepto uno y superior del país común,- que unió
con el sacrificio lo que el déspota procuró apartar con la astucia,- las quejas
de vecindad y las pequeñas lealtades regionales”. José Martí (Discurso “Con
todos y para el bien de todos.”)
No ha existido jamás ningún
conflicto entre los pueblos de Cuba y Estados Unidos. Cubanos y norteamericanos
estuvieron juntos en las luchas para la liberación de ambos países. No fueron
pocos los cubanos que contribuyeron a la eliminación del régimen esclavista en
el país norteño. Estados Unidos ha sido -junto a México y Venezuela- el país
que a través de la historia ha acogido la mayor cantidad de exiliados cubanos.
Fue en Estados Unidos donde nuestro Apóstol de la Independencia, José
Martí, fundó el Partido Revolucionario Cubano. A modo de observación, dicho
partido no tuvo nada que ver con la idea castrista de un partido único en una
nación como Cuba, tan dada a la polémica y a la libertad.
Fue en Estados Unidos donde Martí cuajó definitivamente como intelectual
multifacético. Criticó con maestría todo lo que consideró dañino de ese país,
al mismo tiempo que admiraba todo lo bueno. Advirtió la importancia para Cuba
de una respetuosa relación con el país norteño. Tuvo, por muchas razones, como
paradigma del progreso y las libertades políticas y civiles, la ejemplar
Constitución norteamericana, que lo llevó a escribir un elogioso artículo sobre
esa Carta Magna.
No es extraño que el actual presidente norteamericano, Barack Obama, aún
con conocimiento de las marcadas diferencias existentes entre democracia y
dictadura, haya decidido dar un paso de buena voluntad con el castrismo a favor
del bienestar del pueblo cubano, aun cuando muchos desconocen lo que significa
un estado de derecho y persisten aferrados en seguir su apoyo al insolvente
modelo castrista, paradigma de la traición al ideal supremo del concepto de
Patria en José Martí.
Desde su llegada al poder, el antidemocrático régimen castrista no ha
dejado de instigar sistemáticamente en contra de cada uno de los gobiernos y
presidentes que han pasado por la Casa Blanca. Fidel Castro fue el máximo
exponente del odio antinorteamericano. Con un enfermizo rechazo a todo lo que
viniera del Norte, llamó –como el Gran Hermano de Orwell- a intensos minutos de
odio contra Estados Unidos, sembrando en la conciencia y visión de los cubanos
una miopía asistida que provocó el miedo y el rechazo, sin decir por qué ni
cuestionar lo que sin ser legislado se convertía en ley.
El cambio de la política norteamericana hacia Cuba anunciado por Obama es
una victoria de la democracia.
Ya fueron liberados los cinco espías que decidieron resistir el embate
carcelario con Internet y televisión por cable. Falta ahora que con el mismo
entusiasmo que celebró el regreso a casa de sus espías, el gobierno cubano
decida poner fin a las restricciones políticas y permita la legalización de al
menos un partido de oposición y de los movimientos independientes de lucha
contra el racismo, como el Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto
Gómez”, que la prensa independiente deje de ser cuestionada como “mercenaria y
antipatriótica”, que deje de hostigar a las manifestaciones pacíficas que
reclaman derechos y legisle de forma abierta y con inclusión sobre las
discriminaciones políticas por maneras de pensar diferente una nación para
todos.
Hay entusiasmo mayoritario de la población sobre una futura normalización
de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Hay el anhelo entre los cubanos
de que el gobierno castrista levante las restricciones que mutilan las
aspiraciones humanas y se ponga a tono, sin manipulación ni cortapisas, con el
legado de José Martí, y repare una constitución que muy poco tiene que ver con
el anhelo del Apóstol y es una abierta bofetada a todos los que como él
lucharon por legarle a los cubanos una patria libre.
Tiene el castrismo en sus manos, la oportunidad, ahora más que nunca, de
aprobar la ley complementaria contra el racismo plasmada en la Constitución de
1940, de limpiar su imagen y legar a la actual y futuras generaciones de
cubanos una patria con todos y para el bien de todos. Señalarse a sí mismo las
reiteradas violaciones que comete mediante la fuerza bruta contra la
ciudadanía, particularmente contra la oposición, que obstaculiza la franca
convivencia entre los cubanos.
Para Cuba actualidad: mal26755@gmail.com
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