Manuel
Aguirre Labarrere
(Mackandal)
En 1961 se manifestó el interés de la Revolución por asumir
políticas culturales, con la participación de creadores dispuestos a echar
suerte al lado de este nuevo proceso de refundación.
Ya desde La Historia me absolverá, los cambios en la cultura y la
educación bullían en la mente de Fidel Castro.
Sin responder a una política estrictamente cultural, desde sus
inicios la revolución adoptó medidas como la creación, el 24 de marzo de 1959,
del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC) y la
reorganización del Ballet Nacional de Cuba, para lo cual Fidel Castro le
ofreció a Fernando Alonso 200 mil pesos.
El 28 de abril de 1959, se creó la Casa de las Américas, que
proclamó el sentir latinoamericano y caribeño de la Revolución.
Hubo un programa televisivo, en CMQ-TV, en el que comparecieron
algunos dirigentes como Armando Hart, Alejo Carpentier, Vicentina Antuňa, y
otros intelectuales que explicaban las proyecciones culturales de la
Revolución.
En 1960 se creó Danza Moderna, se dio nuevos aires la Orquesta
Sinfónica Nacional y se reorganizó el Instituto de Derecho de Autor.
El 4 de marzo de 1960 se creó la Imprenta Nacional. Como director
fue nombrado Alejo Carpentier. El primer libro editado fue Don Quijote de la
Mancha.
Pero una empresa de tan abarcadores propósitos como la de refundar
la cultura nacional, tenía que traer también un lado negativo y polémico.
Serían marginados unos para ensalzar a otros, sin reparar en la dureza de las
medidas.
Al encargarse el Estado de las políticas culturales, surgió el
interés por la reevaluación ideológica de la cultura, unas veces para empoderar
la ideología y otras para distanciar las diferencias. Y en ese punto hicieron
hasta lo imposible para desacreditar aquellas ideas y conceptos que no
cuadraban a sus objetivos.
Virgilio Piñera confesó que se moría de miedo cuando fue convocado
a la Biblioteca Nacional, en junio de 1961, para oír a Fidel Castro en lo que luego
se conocería como Palabras a los intelectuales. En la novela Presiones y
diamantes Piñera ridiculiza al líder de la revolución a través de Delfi (Fidel
al revés), hecho que casi lo llevó a prisión. Los horrores de esa experiencia
se reflejarían en su obra teatral Dos viejos pánicos.
Además de Piñera, fueron incomprendidos y marginados muchos
intelectuales y artistas que eran verdaderos ejemplos en sus esferas
culturales, como Eugenio Hernández Espinosa, Antón Arrufat, Reinaldo Gonzales,
Lezama Lima y la pintora Antonia Eiris fueron
siquitrillados intelectualmente. Muchos de ellos quedan en la memoria colectiva
como ejemplos de lo que significó la incomprensión y el avasallamiento durante
el llamado Quinquenio Gris.
La frase de Fidel Castro “dentro de la revolución, todo,
fuera de la revolución, nada, fueron muy bien interpretadas por algunos
ventajistas y seudo intelectuales que troncharon la vida y el crecimiento
cultural de la nación durante más de una década.
En Matanzas, se organizó un asalto contra un recital de Casilda Oliver Labra porque algunos la percibían como una poetisa
contestataria.
Se arremetió contra la revista Pensamiento Crítico por
considerarla propagadora de diversionismo ideológico. Varios de sus más
brillantes investigadores fueron avasallados por la boca de Raúl Castro. Al
respecto, años más tarde diría Fernando Martínez Heredia: “El pensamiento
social recibió un golpe abrumador. Se cerró de tal manera el espacio que las
corrientes no marxistas fueron malditas y se trató de erradicarlas, se consideró
incorrecto conocerlas y aún más, tratar de utilizarlas. Dentro de las
corrientes marxistas se afirmó que sólo la soviética era la aceptada y la
correcta”.
Otro estigmatizado fue César Gómez Barranco, quien a pesar de todo
se mantuvo firme en sus convicciones y llegaría a ser el líder de la agrupación
musical Moncada.
Personalidades como Fernando Martínez Heredia y Eugenio Hernández
Espinosa, a pesar de su incondicional apego al régimen castrista, son algunas
de las figuras más respetadas del pensamiento social en la Cuba de hoy que
fueron víctimas de aquellas nefastas políticas culturales de los años 70.
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