Por: Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
El hombre no tiene ningún
derecho especial porque pertenezca a una raza u otra: dígase hombre y ya se
dicen todos los derechos…No hay odio de razas, porque no hay razas…Todo lo que
divide a los hombres, todo lo que los especifica, aparta o acorrala, es un
pecado contra la humanidad.
José Martí.
Si
en algo siempre he dudado del régimen cubano es en su transparencia y en su
verdadera intención de proporcionarle al pueblo un verdadero estado de derecho.
Decepcionante
fue para muchos que seguimos los recientes debates de las comisiones de trabajo
del Parlamento cubano, la ausencia total de referencias en cuanto al racismo y
las exclusiones por el color de la piel. Lo que hace poco tiempo estuvo en el
punto de mira de ese alto órgano legislativo, hoy pasa por debajo de la mesa.
El tema negro vuelve a ser zona de silencio y la posibilidad de que los
racismos y el arrinconamiento aumenten, es indudable.
Es
mucha la decepción de negros y mestizos que no encuentran un apoyo oficial
contra el racismo y optan por militar en grupos independientes de lucha contra
la intolerancia y los prejuicios.
En
estos grupos interesados es llamar la atención sobre el tema racial, están los
actores verdaderamente creíbles para enfrentar en
Cuba,
tanto los racismos como al régimen que con su silencio lo alimenta y celebra.
No
hubo un solo parlamentario que se pronunciara o siquiera hiciera alusión al
problema racial. No les interesa el tema. No les interesa el bienestar de la
ciudadanía ni el futuro de la nación.
Pero
el problema racial existe. Es un fenómeno social generado de forma política a
través de la historia y mantenido hoy por causas más o menos similares.
Por
ello, el principal motivo del Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto
Gómez” (MIR), que siente la necesidad de visualizar el tema, defiende su
derecho a existir. Desde su fundación a la fecha, muchas han sido las
actividades realizadas por el MIR, como también los obstáculos y amenazas de
encarcelamiento que han tenido que soportar con ahínco muchos de sus miembros
por parte de las autoridades, con el marcado propósito de desacreditarlos,
desprestigiarlos, silenciarlos política y cívicamente, para crear el odio y el
rechazo de la ciudadanía y ante la opinión pública internacional, mostrarnos
como vende patrias al servicio de una potencia extranjera.
Pero
sólo por muerte natural o los asesinatos selectivos de cada uno de sus miembros
podrán detener a este Movimiento, cuyo lugar pionero en la lucha contra la
discriminación racial a partir de la revolución castrista, es innegable.
No
somos la oposición amable, como otros grupos o personas se hacen llamar en
debates que tengan lugar fuera de Cuba, buscando no se sabe qué beneficios para
atraer la sardina a su brasa. No. Nosotros somos la oposición.
Somos
la oposición y lo seremos mientras en nuestro país el color de la piel sea un
estigma para la obtención del derecho y el alcance de los beneficios; y los
prejuicios y estereotipos flagelen a un sector de la sociedad cubana, sea cual
sea su herencia histórica y cultura originaria.
Somos
opositores porque somos martianos, simplemente martianos. Y en el concepto de nación
del Apóstol, nunca el color de la piel fue un obstáculo para el derecho.
Hoy
todavía hay tiempo para hacer justicia. De no resolverse esta situación y que
sea la Patria un verdadero lugar de inclusión y respeto, perderemos todos.
Nadie piense que sucederá lo mismo que en 1912. El negro en Cuba ha crecido en
número y en experiencia. Perderemos todos, pero el principal perdedor será el
régimen, porque rodará por el suelo su ya cuestionable credibilidad.
Publicado
por Primavera Digital
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