Por: Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
El
30 de mayo de 1893 escribía Juan Gualberto Gómez en el periódico La Igualdad:
“No es posible prever que para la clase de color de esta Isla se presente
jamás, en lo futuro, situaciones más tristes y penosas que la que actualmente
tiene”.
Raza
y color de la piel han sido siempre una constante en el batallar de la nación
cubana. Nunca ha dejado de estar presente el pensamiento supremacista que
intenta y hace lo inimaginable por sobreponer a una supuesta raza pura por
encima de los demás componentes etno-raciales de la población.
Desde
principios del siglo XIX se trató, mediante prácticas criminales, exterminar a
los negros y sus descendientes mestizos.
El
intento de blanqueamiento y pureza de sangre no sólo se dio mediante la
inmigración de ibéricos con acceso a privilegios, como el derecho a adquirir
tierras con grandes garantías y privilegios. Este proyecto fue Impulsado por
José Antonio Saco, Domingo del Monte y Gaspar Betancourt Cisneros.
Este
último, conocido como el Lugareño, miembro de la aristocracia racista
camagüeyana, no combatió nunca la esclavitud en ninguno de los tantos artículos
que escribió, pero sí abogó por una Cuba blanca y para blancos.
Lo
mismo hicieron otros iconos del antinegrismo cubano, como Felipe Poey, el
antropólogo Luís Montané, Tomás Romay y Carlos J. Finlay, quienes a través de
la ciencia lograron un movimiento de eugenesia en Cuba no comparable con ningún
otro que haya tenido lugar en América.
No
hubo un solo científico ni antropólogo cubano, que llevados en primer término
por la teoría lombrosiana, como es el caso de Fernando Ortiz, y por otras
corrientes y estudios similares que fueron apareciendo de forma sucesiva
durante los primeros veinte años del siglo pasado, dejara de estar de acuerdo
con semejantes prácticas.
Son
muchos los nombres y proyectos implicados que abogaban por una supuesta sanidad
étnica para sacar al negro de la coloración social cubana. En un primer momento
se experimentó en las cárceles contra negros y personas desvalidas, muchos sin
respaldo familiar alguno.
Hoy
en día la fusión racial en distintas sucesiones de mestizaje, hace imposible la
desaparición física del negro. No obstante, la idea de su exterminio aún fluye
en la mente y la conciencia de muchos abanderados del racismo, que partiendo
fundamentalmente del poder político, utilizan formas modernas como la exclusión
y la invisibilidad con fines marcados de negar sus aportes culturales y
políticos para convertirlos en no personas mediante un exterminio
sociocultural.
Un
racismo disfrazado de nuevas expresiones y ocultado públicamente se potencia en
múltiples justificaciones, presentes en la propia cubanía, manifestadas de
acuerdo al momento y con estereotipos construidos desde el punto de vista
sociocultural, que protege la autoestima del discriminador mediante el pretexto
de
una indignación, que no existe desde el punto de vista personal, pero construida
colectivamente.
El
rechazo al negro está presente en todo el abanico de la sociedad cubana. Cuba
sigue estancada respecto a la asignatura inconclusa de la inclusión política,
cívica y cultural de negros y mestizos.
Publicado por Primavera Digital,
3 y 10 DE ENERO de 2013
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