Por: Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
Débase a él sólo, al esclavo, esa
inmensa prosperidad material que todos admiramos.
Marqués de Pozos Dulces
La
ausencia de investigaciones y de información verídica sobre algunos aspectos
del pasado colonial y de la esclavitud de africanos y sus descendientes, fue
sustituida por un conjunto de valoraciones en las cuáles los estereotipos negativos
y los prejuicios han encontrado alojamiento.
En
Cuba, el racismo, que es una institución ideológica, se reacomoda y encuentra
un espacio fértil para brotar y desarrollarse.
Nuestra
historia presenta un sin número de lagunas. Los textos escolares están plagados
de desaciertos históricos sobre la historia del negro en Cuba.
Los
esclavos y sus descendientes son presentados en los libros de textos como seres
sumisos, incapaces de pensar ni revelarse contra su amo que lo maltrata y usa a
su antojo, como un mueble. Un
ser
entre humano y animal que solo sirve para trabajar.
Son
pocos los cubanos que tienen un mínimo conocimiento de las luchas y sacrificios
de esos negros por alcanzar un oficio que los insertara dentro de la sociedad
esclavista, prejuiciosa, y a todas luces, racista, aun después que la abolición
les diera la libertad.
Los
tratados contra la trata de esclavos no estaban contra el racismo y el trabajo
forzado que proporcionaba grandes ganancias. Fue gracias a la mano de obra
esclava que entró la industrialización a Cuba. Fue el fenómeno que tuvo lugar
en varios países de América que se implementó lo que se conoce como esclavo
alquilado o asalariado. De este tipo de esclavo, y desde el mismo vientre de la
esclavitud, surgió en Cuba una poderosa clase media negra y mestiza que vería
arruinada sus aspiraciones al ser muchos de sus miembros involucrados en la
llamada Conspiración de la Escalera en 1844, en la que muchos negros murieron y
otros fueron privados de sus bienes.
Las
relaciones raciales en nuestro país se vieron afectadas siempre por el abuso y
el hostigamiento invariable contra negros y mestizos.
No
fueron pocos los hijos de esclavos que por voluntad de sus amos estudiaron en
el Colegio de Belén, donde se sentaban, hombro con hombro, estudiantes blancos,
negros y mestizos. Pero eso no justifica la barbarie esclavista.
Millones
de africanos fueron sometidos a la crueldad y el vasallaje. Se trata de una
realidad histórica que debe ser del conocimiento público.
También
hay que romper el silencio sobre los esclavos que ganaron su libertad en
demanda contra sus amos, donde los llamados cabildos tuvieron una importancia
fundamental.
Cuba
no solo es uno de los pocos países que no cuenta con una ley orgánica contra el
racismo y la discriminación; sino que tampoco tiene una cátedra de estudios
etnorraciales. Esa dejadez, inducida casi a propósito y de manera sistemática,
hace que se ensanche el racismo intencional, amplifica el imaginario colectivo
de forma negativa contra los afrodescendientes y provoca lagunas en la
enseñanza de la historia de Cuba.
Publicado
por Primavera Digital, 24 de enero, de 2013
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