Manuel
Aguirre Lavarrere
(Macandá)
“Que el negro sea el factor más explotado de la nacionalidad no
quiere decir ni lo dirá nunca, que el negro constituye una nación dentro de la
nación cubana, quiere decir tan sólo que, dentro de los núcleos integrantes de
la nacionalidad, el núcleo negro es el más explotado”.
Alberto Arredondo
Focalizar
las causas que conllevan al racismo es lo que se pretende analizar en una
comisión del parlamento cubano. Nuevamente y por segunda vez el tema es puesto
sobre la mesa en boca de personas que si bien pueden tener conciencia de los
peligros que corre la nación por el abuso constante y la discriminación de
seres humanos por el color de la piel, están lejos de tener conciencia política
en cuanto a este flagelo.
El
racismo debe ser mirado principalmente como un asunto político. El gobierno, al
abusar de la confianza y la bondad del pueblo, arriesga la convivencia
nacional.
Es
lógico que muchos parlamentarios traten de restarle importancia al auge del
tema negro entre los grupos independientes y así mantener ciega a la opinión
pública. Algo muy normal cuando se lleva a cabo una política de invisibilidad de
temas fundamentales del derecho ciudadano.
Sobre
el tema racial y las situaciones de penuria en la que se encuentra sumergida la
población afrodescendiente cubana, se ha hablado y se continúa hablando hasta
por los codos por grupos o personas, ya sea de modo oficialista o
independiente.
Lo
que urge ahora es poner en práctica lo que se acuerde en un papel, porque lo
acordado, por abarcador que sea, no modifica la vida material ni las penurias
de las personas.
Legalizar
a los grupos independientes como el Movimiento de Integración Racial “Juan
Gualberto Gómez”, y el cese de persecuciones contra éste y otras agrupaciones
similares, la evaluación y estudio de una ley orgánica contra el racismo y otras
formas conexas de discriminación, son algunas de las medidas que deben ponerse
en práctica, y que no tienen por qué esperar cuando ya se ha dicho todo lo que
humanamente ha sido posible decir y discutir.
Dilatar
la implementación de estas medidas y llenar de vanas esperanzas a los que ya no
creen en otra cosa que no sea la realidad concreta, pone sobre el tapete las
agazapadas dimensiones racistas de sus pensamientos y la involuntariedad para
la no inclusión de negros y mestizos en muchos de los acápites del contrato
social.
Haber
desestabilizado el orden constitucional que regía antes de 1959 no puede ser
digno de valor alguno cuando no ha arrojado un saldo favorable de integración y
sociabilidad. No bastan las leyes y tratados muchas veces corroídos por las
malas intensiones o los intereses creados. En Cuba el cambio fue de poder y no
fundamentalmente político-social, lo que explica las desigualdades heredadas
por la revolución y agudizadas con ella mediante una variable de discriminación
ideológica como colofón de un racismo de estado imposible de negar ante la realidad
palpable.
No
hay un solo acontecimiento en la historia nacional donde no esté implícito el
lastre del problema racial, con una vigencia preocupante y desechada en la
actual coyuntura política cubana, donde se resta importancia a un fenómeno que
debiera ser de preocupación y chequeo constante. Esa sería la única forma de
conseguir el respeto y la equidad para poner coto a las jerarquías por el color
de la piel, y sanear el expolio constante de los afrodescendientes, principales
actores de las guerras patria y la fundación de la nación cubana. Ellos son los
herederos de los auténticos abuelos, padres y madres de la patria.
Saldar
la deuda con los afrodescendientes cubanos es algo que atañe al gobierno. Y en
esta evaluación moral de equidad y derechos, el fin sí justifica los medios.
Publicado por Primavera Digital.
1 comentario:
Exelente articulo, lo unico que digo es ampliar el debate racista y obolir todo tipo de discriminación y no solo por el color de piel.
Mi blog:
http://www.debatepopular.blogspot.com
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