Por Manuel Aguirre Labarrere
(Mackandal)
La
mayor virtud de un hombre es ser honrado.
José Martí
Uno de los puntos que debe ser tratado como
crimen de lesa Patria y condenado con rigor en la nueva constitución cubana es
la corrupción, fenómeno que atenta contra la vida y el bienestar de millones de
seres humanos al Estado no poder disponer de ese dinero para resolver asuntos sociales, bien sea el de
reparar una escuela, un hospital o comprar la materia prima de importantes
medicamentos cada vez más caros en el mercado mundial.
Pero
este articulo no señala solo aquellos problemas de corrupción que el presidente
cubano ha hecho alusión, que si bien merecen castigo ya que son delitos
sensibles, sus señalamientos solo se centraron en aquellos delitos a los que este periodista llama la
corrupción pesetera. Pero la que de verdad afecta duramente y va contra el
corazón de la sociedad es la otra, esa a la que nadie hasta ahora, a no ser los
periodistas independientes se han referido de una u otra forma y es la
corrupción millonaria, cuyos actores son personas con cargos de relevancia en
la política cubana y que amparados tras un carnet de militantes comunistas y
enarbolando consignas revolucionarias han saqueado y continúan saqueando para beneficio propio las riquezas del país
Para combatir este fenómeno de la
delincuencia militante, donde queda demostrado que un carné no hace al
comunista y si muchas veces lo entrena para robar, debe esta Constitución
acabar con la impunidad sin excepción alguna y permitir que el poder legislativo, ejecutivo y judicial tengan plena
autonomía. De lo contrario está por verse que juez o fiscal
alguno sería capaz de llamar a declarar por corrupto, a un Ministro, un General, o al propio Presidente de la
República cuando ellos mismos son la ley.
Porque lo que prima en todo este Proyecto
de constitución es el poder supremacista de un partido que enarbola su
ideología en un documento que debiera ser totalmente cívico ya que se trata del
instrumento más importante de un país y donde problemas medulares como el de
los derechos humanos han pasado a un segundo o tercer plano cuando debiera ser
éste el asunto primordial de una Constitución moderna.
Cuando todavía falta tiempo para el texto definitivo
de esta nueva Constitución cubana y donde a pesar de lo que diga la radio y la televisión,
si bien se han vendido todos los ejemplares de este proyecto, son más los que
no lo han leído que los que lo han analizado a cabalidad. Algunos lo llaman proyecto de prostitución socialista, otros esto es agua al dominó, un duérmete mi niño
o cambio de guarida con los mismos
lobos.
Aun así
no tengo la menor duda de que será aprobado. El pueblo cubano no tiene una
cultura del derecho ni está preparado para esclarecer un documento tan
importante. Desgraciadamente esa es la verdad aunque no sea toda la verdad.
Pero la Patria necesita un nuevo instrumento jurídico y esta es la oportunidad
que tenemos todos los cubanos, tanto de adentro como fuera de la Isla de reflexionar
y hacerlo bien, apegados a los intereses cívicos y políticos que todos
merecemos después de tantas décadas de soportar las imposiciones de la todavía vigente Constitución
de 1976, donde el poder de una ideología personalista desplazó los demás
derechos.
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