Por:
Manuel Aguirre Labarrere
(Mackandal)
La
VII Cumbre de las América dejó para los cubanos la amarga
experiencia de lo que puede la intolerancia y el irrespeto hacia el
pensamiento diferente.
La
delegación oficialista, según sus integrantes, fue en
representación de doscientas organizaciones de la sociedad civiles.
Algo que sorprende .Llamar sociedad civil a apéndices del régimen
como son los Comités de defensa de la revolución, la Federación de
mujeres cubanas, la Central de trabajadores de Cuba, los miembros del
parlamento y del Comité Central, los informantes de la seguridad del
estado, y las pandillas de represores nucleados en las llamadas
brigadas de respuesta rápida, bien conocidas por sus constantes
arremetidas contra la oposición pacífica, como lo hicieron en
Panamá.
Lo
anterior no amerita el menor análisis tratándose del castrismo.
Para sostener sus verdades no le queda otro remedio que acudir a las
mentiras y al camuflaje para confundir.
Estos
representantes del oficialismo, fuertemente adoctrinados hasta que se
demuestre lo contrario, trataron de impedir que otros cubanos,
representantes de una parte de la oposición civilista, expresaran
sus puntos de vista. Catalogarlos de mercenarios, apátridas,
contrarrevolucionarios y un sinnúmero de improperios, fue el bautizo
oficialista a la oposición pacífica cubana en tierra ajena-Al
exportar la violencia y la razón de la fuerza, hicieron recordar
las marchas de odio durante el éxodo del Mariel en 1980 y todas
cuantas hasta hoy se han sucedido con el marcado propósito de
silenciar por cualquier medio las voces discordantes a la política
oficial.
Los
opositores cubanos, entre insultos y golpizas supieron capear el
temporal y llevar a vías de hecho el objetivo que se habían
propuesto. Dejaron de capa caída a los apapipios
del castrismo, sin la mínima razón de aquella absurda negativa a
dialogar en un espacio que convocaba a la diversidad de opiniones y
al debate civilizado.
Panamá
es un país libre, donde ninguna voz es pequeña .Su pueblo es
receptivo, capaz de sopesar las diferencias, aun cuando canten al
compás de los acordes doctrinarios de Silvio Rodríguez.
Los
apapipios quisieron hacer en patio ajeno lo que acostumbran hacer en
Cuba con los opositores: prohibirles el acceso a espacios públicos,
perseguirlos, calumniarlos, golpearlos. Luego se encargarían de
desinformar al pueblo cubano para que no pudiera sopesar los
argumentos de las partes en discordia y sacar sus propios
razonamientos.
La
sociedad civil oficialista, en nada representa el sentir de los de
abajo. Apedrean y acosan, y tratan, mediante la fuerza bruta, de
impedir que compatriotas pacíficos muestren al mundo, la
desigualdad, la pobreza, la falta de libertades civiles y políticas,
el racismo y la discriminación ideológica, la muerte cívica, las
políticas selectivas para cursar estudios superiores, la
prohibición de acceso al trabajo por pensar de forma diferente, y
los privilegios de los militares y los altos funcionarios
gubernamentales.
Estas
son algunas de las calamidades que los gobiernos del mundo deberían
tener en primerísimo lugar en sus agendas a la hora de relacionarse
con el gobierno castrista, que ni por asomo es democrático, y
convierte a muchos de sus súbditos, como estos que presenta como
“sociedad civil”, en bueyes cornetas y máquinas de matar. Como
dijo el poeta. “Que se avergüence el amo”.
mal26755@gmail.com
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