Por:
Manuel Aguirre
(Mackandal)
Movimiento
de Integración Racial Juan Gualberto Gómez
mal26755@gmail.com
raza,
se cree superior al hombre negro admite la idea de la raza, y
autoriza y provoca al racista negro. El hombre negro que proclama su
raza, cuando lo que acaso proclama únicamente en esta forma errónea
es la identidad espiritual de todas las razas, autoriza y provoca al
racista blanco”.
El
triunfo de la revolución castrista trajo para las religiones
afrocubanas momentos de verdadera tensión. Se veían mal aquellas
prácticas que introducidas en la época esclavista, sirvieron a la
población afrodescendiente cubana para atenuar sus penurias y darle
la esperanza de un futuro mejor.
Muy
tempranamente análisis expuestos por personas blancas identificadas
con las ideas de Fidel Castro, se dieron a la tarea de desprestigiar
y silenciar las prácticas religiosas de la mayoría de los negros y
los mulatos en Cuba.
La
revista El Militante Comunista, en octubre de 1968, puntualizaba: “la
santería es una mezcla grosera de elementos mitológicos de ciertas
regiones africanas”…
La
intención era dar una nueva vitalidad a las influencias africanas
pero concediéndoles la forma y valor que el régimen estimara
conveniente.
Solo
querían folklore, presentar el valor puro de las canciones, bailes y
poesía vinculados con las religiones. Las creencias mismas quedaban
a un lado, prohibidas. Había multas y encarcelamiento para quien
osara desobedecer lo establecido por el régimen. Eran obligatorias
la obediencia y la sumisión.
Se
les negó la posibilidad de estudiar en las universidades o ser
miembro del Partido Comunista a todo aquel que practicara una
religión. No podía haber en las casas un cuadro del corazón de
Jesús. En su lugar se colocaron fotos de Fidel Castro. No se podía
creer en otro dios que no fuera Fidel Castro, que se convirtió en el
Yahvé de la política y el destino espiritual de todo un pueblo.
No
fueron pocos los practicantes de religiones afrocubanas que fueron
estigmatizados. Muchos fueron a la cárcel por mantenerse firmes en
sus creencias.
Se
priorizaron más los mandatos del oficialismo que los sentimientos
espirituales de sus practicantes.
Al
interior de las familias cubanas se sintió un vacío existencial que
duraría décadas, hasta que estas políticas de exclusión fueran
cuestionadas por el mismo gobierno, que empezó a interesarse menos
por las creencias religiosas de cada cual.
Las
creencias y prácticas rituales de las reglas Congas o Palo Monte, la
Regla de Ocha o Santería, y de la Sociedad secreta Abakuá, fueron
estigmatizadas por el régimen comunista cubano. Templos y casas de
cultos fueron perseguidas y desmontadas y sus miembros amenazados con
el despido de sus empleos.
Estas
prohibiciones provocaron afectaciones psicológicas en muchas de las
personas practicantes de estas religiones.
No
se tuvo en cuenta la importancia sociológica, etnológica y
antropológica de tales prácticas. Y fueron descartadas las
contribuciones que europeos y africanos hicieron para forjar una
cultura nacional común a todos los estratos sociales de la
colectividad cubana, y que por intereses políticos y mangoneos
totalitarios fueron silenciados por décadas.
Estas
políticas no solo excluyeron a buena parte de la población negra y
mulata, sino que contribuyó a crearles un sentimiento de culpa y a
la autoflagelación espiritual de los implicados, haciéndolos
sentirse inferiores respecto al resto de la población, tanto por sus
prácticas religiosas como por el color de la piel.
Publicado
por Primavera Digital
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1 comentario:
Lúcido y afilado aporte.
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