martes, 7 de octubre de 2014

Las políticas de la revolución han contribuido a la inferiorización de los negros y mulatos


Por: Manuel Aguirre
(Mackandal)
Movimiento de Integración Racial Juan Gualberto Gómez
mal26755@gmail.com
Expresó José Martí: “El hombre blanco que, por razón de su
raza, se cree superior al hombre negro admite la idea de la raza, y autoriza y provoca al racista negro. El hombre negro que proclama su raza, cuando lo que acaso proclama únicamente en esta forma errónea es la identidad espiritual de todas las razas, autoriza y provoca al racista blanco”.
El triunfo de la revolución castrista trajo para las religiones afrocubanas momentos de verdadera tensión. Se veían mal aquellas prácticas que introducidas en la época esclavista, sirvieron a la población afrodescendiente cubana para atenuar sus penurias y darle la esperanza de un futuro mejor.
Muy tempranamente análisis expuestos por personas blancas identificadas con las ideas de Fidel Castro, se dieron a la tarea de desprestigiar y silenciar las prácticas religiosas de la mayoría de los negros y los mulatos en Cuba.
La revista El Militante Comunista, en octubre de 1968, puntualizaba: “la santería es una mezcla grosera de elementos mitológicos de ciertas regiones africanas”…
La intención era dar una nueva vitalidad a las influencias africanas pero concediéndoles la forma y valor que el régimen estimara conveniente.
Solo querían folklore, presentar el valor puro de las canciones, bailes y poesía vinculados con las religiones. Las creencias mismas quedaban a un lado, prohibidas. Había multas y encarcelamiento para quien osara desobedecer lo establecido por el régimen. Eran obligatorias la obediencia y la sumisión.
Se les negó la posibilidad de estudiar en las universidades o ser miembro del Partido Comunista a todo aquel que practicara una religión. No podía haber en las casas un cuadro del corazón de Jesús. En su lugar se colocaron fotos de Fidel Castro. No se podía creer en otro dios que no fuera Fidel Castro, que se convirtió en el Yahvé de la política y el destino espiritual de todo un pueblo.
No fueron pocos los practicantes de religiones afrocubanas que fueron estigmatizados. Muchos fueron a la cárcel por mantenerse firmes en sus creencias.
Se priorizaron más los mandatos del oficialismo que los sentimientos espirituales de sus practicantes.
Al interior de las familias cubanas se sintió un vacío existencial que duraría décadas, hasta que estas políticas de exclusión fueran cuestionadas por el mismo gobierno, que empezó a interesarse menos por las creencias religiosas de cada cual.
Las creencias y prácticas rituales de las reglas Congas o Palo Monte, la Regla de Ocha o Santería, y de la Sociedad secreta Abakuá, fueron estigmatizadas por el régimen comunista cubano. Templos y casas de cultos fueron perseguidas y desmontadas y sus miembros amenazados con el despido de sus empleos.
Estas prohibiciones provocaron afectaciones psicológicas en muchas de las personas practicantes de estas religiones.
No se tuvo en cuenta la importancia sociológica, etnológica y antropológica de tales prácticas. Y fueron descartadas las contribuciones que europeos y africanos hicieron para forjar una cultura nacional común a todos los estratos sociales de la colectividad cubana, y que por intereses políticos y mangoneos totalitarios fueron silenciados por décadas.
Estas políticas no solo excluyeron a buena parte de la población negra y mulata, sino que contribuyó a crearles un sentimiento de culpa y a la autoflagelación espiritual de los implicados, haciéndolos sentirse inferiores respecto al resto de la población, tanto por sus prácticas religiosas como por el color de la piel.
Publicado por Primavera Digital
www.primaveradigital.net

1 comentario:

chevy59 dijo...

Lúcido y afilado aporte.