martes, 8 de octubre de 2013

De un libro, de los negros y de la historia


Manuel Aguirre Lavarrere
          (Mackandal)
… No es de buenos ciudadanos, sino de histriones, el cubrirse con la máscara del optimismo cuando en lo privado se confiesan nuestros males o cuando a lo mejor se es en parte causante de ellos y que la gravedad consiste en que los vicios y defectos de la nación existan, no en que se analicen y que el ciudadano verdaderamente patriota no puede cerrar los ojos ante las lacras (…) sino que (…) el amor a su patria y su deseo de su progreso y mejoramiento le obligan a enfrentarse con máculas y defectos, para estudiarlos y remediarlos.
                                                                                Emilio Roig de Leuchsering .
Por su propio esfuerzo conquistó el pueblo cubano su independencia, Oficina del Historiador de la Habana, 1957, pág. 16. Esta conferencia fue leída el 11 de abril de 1924 en la Sociedad de Derecho Internacional
 El tema racial está de moda. Muchos, sin un conocimiento racional del problema, se montan en él cual si fuera una carroza; escriben, hablan y se manifiestan sobre un tema que no conocen. Pero no importa, el problema es estar. Da lo mismo que toquen la Chambelona o la Internacional, que vociferen la consigna de ¡seremos como el Che!, aunque miren hacia las bondades y oportunidades de derecho del imperio enemigo.
Este no es el caso de Tomás Fernández Robaina, quien por estos días acaba de presentar en la Casa de África, donde es miembro de su consejo científico, su última obra por encargo, El negro en Cuba. Colonia, República y Revolución.
El libro aborda desde distintos ángulos la problemática histórica del negro como uno de los dos principales componentes de la nación cubana.
Sin ser un libro espectacular al tocar algunos tópicos que ya han sido abordados por otros historiadores y especialistas de la afrocubanidad, logra innegables méritos al traer a sus páginas a figuras tan olvidadas y tan merecedoras de homenajes, como son los casos de Walterio Carbonell, Carlos Moore y Juan René Betancourt Bencomo, quienes después de tanta lucha por la igualdad fueron flagelados por una política de ordeno y mando que llega hasta nuestros días. Sólo esto bastaría para otorgarles, si existiera, el premio a la transparencia histórica.
Licenciado en educación científico-técnica por la Universidad de La Habana donde por años le fue negada la entrada producto de los prejuicios de una doctrina que lleva implícita la negación del mérito y los valores humanos, Fernández Robaina posee a su favor una amplia obra en cuanto al tema del negro en Cuba. Sin duda, los estudios cubanos deben mucho a su persistencia al sacar a la luz zonas de la realidad social que en muchos casos son echados al olvido, pero que hacen para quien se interese en abordar el fenómeno de la racialidad en Cuba, una manera de pensar y ver las cosas diferentes; y comprender como esta ha gravitado de forma persistente en los procesos de transculturación que formaron la
cultura nacional.
El haber tenido la oportunidad de viajar y vivir por largos períodos en otros países, da a este investigador las herramientas necesarias para realizar trabajos comparativos que sin duda marcan rompimientos en Cuba y América Latina.
Es bueno aclarar que en cuanto a los criterios de Fernández Robaina con respecto a la revolución castrista y el negro, estos no aguantarían un análisis riguroso. La discriminación contra negros y mulatos fue un flagelo de los gobiernos de la República, pero es un problema no resuelto por la revolución y que se mantiene en la actualidad, cuando la falta de voluntad política y de derechos, agudiza el conflicto en detrimento de los condenados históricos.
El libro de Fernández Robaina lleva implícito un modo diferente en cuanto al manejo de distintos mecanismos del inconsciente colectivo que dan las pautas para entender un poco mejor nuestra historia y la actual realidad.
Para Cuba actualidad
Publicado por Primavera Digital,26 de Septiembre 2013, Año 6, número291


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