(Manuel
Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
... ninguna solución que pueda
desembocar de algún modo en la violencia o en la discordia, es solución sensata
ni puede acarrearnos bien alguno.
Juan
René Betancourt
Si
algo no perdonan las comunidades afro descendientes en América, y de forma
particular el afro estadounidense, primordial en la lucha contra el racismo y
las formas conexas de exclusión, es que se les mienta respecto al tema del
abuso hacia los negros y sus descendientes en cualquier lugar que ello ocurra.
Es
precisamente eso, mentir, lo que tratan de hacer algunos de los más connotados
voceros del oficialismo cubano, por desgracia negros y mestizos en su mayoría,
al atacar abrumadoramente y sin sosiego, desde el semanario electrónico La
Jiribilla, las declaraciones del intelectual cubano y hasta ese momento jefe
del Fondo Editorial de Casa de las Américas, Roberto Zurbano, al periódico The
New York Times en relación al racismo que tienen que enfrentar a diario los
afrocubanos.
El
mérito más visible de Silvio Castro es haber publicado un libro respecto a la
masacre de los Independientes de Color, en 1912. A través de ideas y argumentos
cogidos al rebote, arma un amasijo del refrito literario, que pasó sin penas ni
glorias. Corto de vista en el tema racial, deja entrever sus ofensas contra
Zurbano y trata de articular un texto manipulador con la intensión de dar a
entender que sólo con el castrismo fue posible el brote de intelectuales negros
y mestizos en todas las esferas del saber.
Otro
tanto y en la misma cuerda se manifiesta Esteban Morales, sociólogo a quien el
tema de la racialidad le queda demasiado grande, no porque carezca de lucidez,
sino por falta de vista y análisis de rigor científico que se apegue de forma
abierta y transparente a la Sociología.
También
hay un texto de Guillermo Rodríguez Rivera. No hay que esforzarse mucho para
descubrir que -ya sea por rencor o por envidia- no oculta en nada su racismo.
Expresa Rodríguez Rivera: “Para Zurbano, como ocurre en la cultura
norteamericana, lo no puramente blanco es negro. Pero llamar negro a un mulato
únicamente apresa una porción de su identidad. Zurbano reclama
lo
que llama un ‟conteo preciso de los afrocubanos,” pero esa precisión quedaría
vulnerada al contar como negros a los mulatos, en los que la ascendencia
española coexiste con la africana”.
El
texto de Ernesto Pérez Castillo, lejos de ser gracioso, folkloriza el tema racial
de la manera más amarga y humillante que pueda resistir negro alguno, siempre y
cuando tenga vergüenza y sentido de orgullo propio. Dice Pérez Catillo:”Zurbano es un negro muy pero que muy bien empoderado- le bastan
unos pocos, para no decir pobres ridículos
ejemplos: los negros tienen las peores
casas y por tanto no podrán
hospedar a nadie ni aspirar a
crear en ellas cafeterías ni restaurantes”.
Antes
de la llegada del régimen castrista al poder en 1959, alrededor del treinta y
tres por ciento de la llamada clase media, en Cuba estaba constituida por
negros y mestizos. Que la mayoría no había alcanzado ese estatus, es cierto;
como tampoco lo logró la población blanca por la falta de una justa repartición
de la riqueza nacional. Pero era algo más de un tercio en una población que no
llegaba a los seis millones de habitantes, y donde negros y mestizos eran
minoría, al menos en la documentación. ¿Qué no habrían alcanzado de no haberse
nublado la democracia con la llegada del castrismo?
Ingenieros,
médicos, maestros, abogados arquitectos y propietarios con alguna solvencia
económica, negros y mestizos, hubo en Cuba antes de la revolución castrista.
Las
políticas de inclusión mediante las acciones afirmativas que emprendió la
revolución castrista en su primera década son innegable: dieron la oportunidad
de acceso a todos los niveles de enseñanza, tanto para blancos como para negros
y mestizos. Pero los ciudadanos de un país -ya lo decía José Martí- si bien
necesitan la enseñanza, también es necesario que tanto individual como
colectivamente, sean prósperos. En esto ha fallado la revolución castrista en
todas sus etapas, no precisamente por falta de liquidez económica, sino por la
intencionada manipulación del hombre en aras de mantenerlo sojuzgado,
dependiente y sin espacio.
Estas
restricciones al derecho, unidas al surgimiento de una clase privilegiada y
desprovista de conciencia social, derrochadora de la economía nacional sin
aportar nada a cambio, son las que marcan las diferencias en el entramado
social de la nación, donde negros y mestizos se asfixian en el fondo.
Frente
a esta palpable realidad es difícil que algún analista sobre los problemas de
raza y marginalidad en Cuba, o algún sociólogo, tenga una variable capaz de
justificar lo injustificable.
No
tengo dudas de que Roberto Zurbano seguirá apostando por el desacreditado
proceso de exclusiones y miedo al negro, pero al menos por una vez, tuvo la
osadía de poner sobre el tapete, a boca de jarro, el racismo institucional que
sufren los afrocubanos.
Publicado por Primavera
Digital
1 comentario:
Increiblement lucido, conciso, al punto tus analisis son obras educativas. Gracias vecino
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