Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
Escribió
Félix Varela: “La obediencia es la primera ley de una buena milicia, pero los
déspotas no se atreverían a dar órdenes inicuas a militares honrados; y si éstos
tuviesen la desgracia de ser compelidos a operar injustamente, nunca irían más
allá de lo que exige la obediencia y jamás tendrían el bárbaro placer de
agregar nuevas crueldades y mayores injusticias a las intentadas por sus perversos
mandarines. Los pueblos verían en ellos unos hermanos que con dolor y sólo por necesidad
los atacaban, más no unos tigres que se aprovechan de la ocasión de devorar y quisieran
no poner término a la mortandad. Un ejército justo sería siempre un consuelo
para el pueblo, así como uno inicuo será siempre su infortunio”.
Existe
la creencia en algunos viejos comunistas de que Fidel Castro fue traicionado por
muchos de sus más cercanos colaboradores a quienes les otorgó hegemonía y
poder.
La
traición y el bandolerismo sin fronteras es un fenómeno congénito en los
regímenes
de
corte populista y totalitario. Cuba sirvió de punta de lanza de una doctrina
totalitaria importada desde Europa. El comunismo llegó a América de la mano de
uno de los principales aliados del fascismo, la Unión Soviética. No tanto con
Lenin como con Stalin, encontró en Cuba un campo fértil para su expansión, especialmente
luego de la llegada al poder del castrismo.
Esta
importación ideológica, sin que mediara la abierta y espontánea voluntad
ciudadana, hizo colapsar valores indispensables para el sostén de cualquier
sociedad, como el sentido de pertenencia y el empoderamiento ciudadano.
En
Cuba, bajo el régimen castrista, hubo que someterse al cambio de mentalidad
totalitario impuesto por su máximo representante, figura insigne de la
arbitrariedad política y los cabildeos populistas en su insaciable afán de siempre
brillar primero.
Tronchar
los valores originarios de la soberanía nacional, constituye una traición que no
se la impuso nadie a Fidel Castro y sí fue alimentada por él.
Hoy,
sus resultados calamitosos están presentes en la ciudadanía.
Esa
traición de la que hablan algunos no es cierta: todo ha sido traicionado desde
el mismo triunfo revolucionario. Quedan como testimonio los millones de cubanos
exiliados, los millares de cubanos que han pasado por las cárceles, la crisis
irrecuperable de valores, la discriminación por razones de orden ideológico y
por el color de la piel; así como el surgimiento de un grupúsculo privilegiado
bajo la sombra del poder, frente a una estela de pobreza nacional, fruto de la
traición hacia el pueblo, la incontrolable corrupción de altos y medianos funcionarios,
y la desfachatez ideológica. Cada vez más, el pueblo se ve relegado al último peldaño
de la ignominia.
Ahora,
con un pie en la tumba, Fidel Castro ve desmoronarse su arrogancia con la implementación
de las actuales reformas y otras que vendrán, esas que siempre le negó al pueblo
cubano.
Publicado por Primavera Digital, 4 de abril
de 2013 • año 6
No hay comentarios:
Publicar un comentario