jueves, 13 de septiembre de 2012

Para un pueblo envejecido, un hospital pediátrico

Por: Manuel Aguirre Lavarrere


           (Mackandal)

Guanajay vive por estos meses una crítica situación de salud al verse privado de su único hospital, emblema de ese pueblo, que por más de dos siglos brindó una esmerada atención a los pacientes.


Fundado en la entonces calle San Rafael en 1810, fue trasladado en 1892 para el cuartel San Carlos de la Concordia, cuyo terreno fue donado por don Miguel Antonio de Herrera, Conde de Jibacoa, autorizado por el capitán general y gobernador Don José de Muro y Salazar, Marqués de Someruelos, quien quedó como vicepatrono de la edificación.

En 1953, la entonces primera dama de la República, Martha Fernández de Batista, mandó a construir un nuevo hospital sobre dicho terreno.

La nueva división político-administrativa dio por resultado la creación de dos nuevas provincias. En una de ellas, Artemisa, quedó enclavado el municipio de Guanajay. Sin infraestructura alguna, Artemisa fue convertida de golpe y porrazo en cabecera de provincia. Quizás fue para satisfacer al comandante de la revolución Ramiro Valdés -a pesar de que hace muchos años que no vive en el municipio ni él ni su familia- y convertirlo en una especie de reyezuelo gracias a los artemiseños muertos en el asalto al cuartel Moncada, cuyos nombres es lo único que puede exhibir Artemisa.

La incorporación a Artemisa es un hecho criticado por los habitantes de pueblos como Bauta, cuya población reniega de lo que para ellos significa un atraso económico y una usurpación al sentido de pertenencia, además de un saqueo permanente llevado a cabo por la cabecera provincial.

No son pocos los especialistas de la salud y ciudadanos que han criticado esta forma de apropiación forzosa.

El hospital “José Ramón Martínez”, tenía salas de pediatría que conjuntamente con las del resto de las especialidades, daban un servicio completo, tanto a los pobladores de Guanajay como a los de los pueblos adyacentes.

Hoy pretenden construir un hospital pediátrico y se ve afectada una comunidad que posee uno de los mayores índices de ancianidad a nivel nacional.

La mala política y principalmente la envidia y el afán de quitarle al otro lo que tiene, hizo que el hospital “José Ramón Martínez”, al igual

que el teatro “Vicente Mora”, el segundo de su tipo en América, convertido hasta hace poco en almacén de papas, sean hoy parte de las ruinas del destartalado y mísero Guanajay.

Ahora los pacientes de este pueblo, privados de solvencia económica, se exponen a morir en sus casas o en camino a algún centro hospitalario, porque ninguno les queda cerca. La mayoría de las personas no tienen el dinero necesario para trasladarse hasta San Cristóbal, a más de 40 kilómetros, en carros particulares, únicos medios de transporte de pasajeros, por la constante y aguda penuria de ómnibus desde hace más de quince años en este territorio. Los pocos ómnibus que han puesto no resuelven ni la mínima parte de la situación.

Para un país como Cuba que dentro de breves años, será, si no el primero, uno de los países con mayor porciento de ancianos en América Latina, donde el dengue y el cólera han brotado de manera sorpresiva y bajo el amparo de un sistema que se precia de ser potencia médica a pesar de que muchos de sus mejores especialistas se encuentran en cualquier parte menos en Cuba, la burocracia comunista priva a un municipio de su hospital.

La decisión ha provocado el sobresalto y la indignación ciudadana. Los pobladores de Guanajay, Bauta y Caimito, con los cuales no se contó para adherirlos a la provincia Artemisa ni para el desmantelamiento del hospital, exigen de las autoridades la devolución de este centro hospitalario, más necesario hoy que nunca antes debido a la parálisis casi total del transporte público y al aumento progresivo de ancianos en la localidad.

Cualquier respuesta negativa que se aplique, será contra la voluntad ciudadana, para imponer una vez más, frente a la fuerza de la razón, la razón de la fuerza. Eso solo acarreará el rechazo de la población hacia unos dirigentes, que se habrán ganado, con sobrada justicia, el calificativo de cabrones. Porque de apropiaciones arbitrarias y otras malas intenciones, está lleno el tenebroso camino que conduce al socialismo.

Publicado por Primavera Digital, agosto 29 de 2012 • año 5

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