martes, 8 de febrero de 2011

DEL ANHELO MARTIANO

Por Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
¿Del tirano? Del tirano
Di todo, di más!; y clava
Con furia de mano esclava
Sobre su oprobio al tirano
José Martí



Martí llamaba hermano a todo aquel que amaba a Cuba. La vida misma de Martí, como bien lo define Andrés Rivero Agüero, quien fuera entonces Ministro de Educación y prologuista de la Obra Completa del Apóstol con motivo del Centenario de su nacimiento en 1953, fue madre de su obra y su obra fue Cuba. No como ente geográfico, sino como pueblo libre, como Estado Soberano, como Nación. La figura ingente de Martí encarna cual ninguna el concepto y la síntesis suprema de nuestra nacionalidad.
No cabe duda de que ese Martí de carne y hueso, el Apóstol de la independencia cubana, ha sido groseramente diluido, tergiversado y empequeñecido, con la llegada al poder de la tiranía de los hermanos Castro.
Es por ello que quien desee conocer al hombre de la Calle Paula y quien amὁ como nadie a su patria, no podrá encontrarlo en el centro que vergonzosamente lleva su nombre. Pues lejos de ser un centro de estudios martianos, responde, por obra y gracia del interés mezquino, a darnos una caricatura del Apóstol que rompe con todos los parámetros de la ética histórica y las evidencias antropológicas ante la figura de quien debe ser el Martí verdadero.
Mucho se habla, eso sí, del Martí antiimperialista. Por supuesto que fustigó lo mal hecho de los Estados Unidos.
Peo no se habla del Martí que admiró a la pujante nación americana y entusiasmado hizo voto de aprobación por el Partido Republicano de los Estados Unidos. Fustigó elegante y lucido el racismo, deuda pendiente del actual gobierno con la población afrodescendiente de la Isla cautiva; y rechazó de cuajo al entonces naciente sistema socialista, por llevar al sometimiento servil de los pueblos y al desenfrenado control absoluto de sus regímenes; de la ambición de poder y de las obligaciones de los gobiernos para sus pueblos.
Pero los Estados Unidos fue mucho más para Martí. Ese fue el país, como al igual que muchos otros cubanos, pasó la mayor parte de su exilio, donde agigantó su estatura intelectual y fundó el Partido Revolucionario Cubano en 1892.
José Martí, como dijo José Lezama Lima, es el misterio que nos acompaña. Pero ese misterio se hará palpable, cuando en una Cuba democrática, todos los nacidos en ella y desde cualquier parte del mundo, tengamos para siempre una patria que haga honor a su nombre. Y sea su máximo anhelo, la brújula que nos alumbre y nos conduzca a cristalizar la nación que debe ser, y será, ‟con todos y para el bien de todos”.

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