Por:
Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
Las restricciones de la libertad de expresión fijadas en las Palabras
a los intelectuales, reminiscentes del pensamiento de Stalin, Mussolini o
Hitler, aquel “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”,
daría paso una década después a aquella cacería de brujas conocido como el
quinquenio gris. El desarrollo de las letras y otras manifestaciones artísticas
en Cuba fue retrasado por
algo más de una década.
Los artistas e intelectuales que no pudieron soportar la
humillación de ver como la política se apoderaba de la cultura, marcharon al
exilio, donde pudieron, de alguna manera
y siempre con la carga a cuesta de las nostalgias que acarrea tal empresa,
continuar con sus labores.
El tema negro quedó al margen de los primeros momentos en la
creación de la mayoría de los escritores y artistas exiliados. Pero no fue
invisible gracias a los que con un prestigio ganado en este campo, se dieron a
la tarea de continuar sus labores etnológicas y socioculturales, como lo haría
Lidia Cabrera, Juan Benemelis, Iván César Martínez, y como Carlos Moore.
Este último, desde su exilio primero en Estados Unidos y África y
actualmente en Brasil, completa el grupo de los que con asiduidad y certeza se
adentran en las asperezas de un tema tan complejo y siempre vigente en la
conciencia nacional, como lo es el racismo y sus ramificaciones.
Justo es reconocer la labor que dentro de este pequeño grupo juega
Alejandro de la Fuente. Sus investigaciones sobre el tema han devenido en
magníficos textos.
Otras dos figuras insignes de la temática racial cubana en el
exilio lo son sin duda, Juan Antonio Alvarado, y Jaqueline Arroyo, sin cuya
perseverancia en la creación de la revista Islas sería imposible
la mayor visibilidad del tema.
En Islas, escritores y especialistas cubanos y extranjeros
publican textos de reflexión y debate con una sostenibilidad racional y
desprejuiciada a favor del derecho de los afrodescendientes cubanos.
La cuestión de raza y los estudios etnológicos sobre la racialidad
en Cuba no han quedado al margen de la comunidad intelectual cubana en el
exilio. Pese a ser mayoritariamente blanca, se ha sensibilizado de alguna
manera con el tema y han puesto las cartas sobre la mesa en cuanto al racismo y
la marginalidad en la Cuba actual.
Ellos demuestran, tanto como los que desde Cuba se adentran en
este tema, que enmarcar a una comunidad por el color de la piel, su origen
étnico, la herencia de expropiación y sometimiento, el lugar donde les tocó
vivir y desarrollarse por las malas pasadas del destino, son prejuicios que
gravitan de forma negativa en la solución del problema.
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