martes, 31 de enero de 2012

Con orgullo y dignidad ciudadana.

Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)


Los debates en torno al problema racial en Cuba jamás podrán ofrecer resultados concretos si antes no se activan los mecanismos que hacen prevalecer los valores auténticos del ser humano.
Estos valores tienen que partir de un desprendimiento consciente de la conducta intencional y racional que haga juego con la conciencia ciudadana, donde obligadamente entra en juego la voluntad política. Algo tan difícil en la Cuba actual que es casi imposible la solución de las prácticas racistas si solo parten de una conferencia partidista, ya a las puertas, donde se pretende, según los parlamentarios cubanos, poner en la guillotina el racismo heredado de otras épocas y mantenido hasta el presente.
Es una práctica que desfavorece a más de la mitad de la población cubana, al ser los negros y mestizos la mayoría de la población, aunque no sean pocos los que nieguen llevar el negro detrás de la oreja. Quien lo dude, que se someta a una prueba de ADN, para que vea el susto que va a llevar.
Los problemas raciales en Cuba han carecido siempre de voluntad política. Nunca fueron resueltos, ni en las guerras de independencia, ni al constituirse la República en 1902 ni con el triunfo del castrismo en 1959, donde más bien el negro y el mestizo son utilizados como tropa de choque siempre que sea conveniente al régimen, para dar la fantasmagórica visión de una igualdad ciudadana, que es falsa y tergiversadora.
Al racismo de los que desprecian al negro por creerse superiores o elegidos por el color blanco de la piel, hay que bajarles los humos con la verdad y la historia, y con un orgullo y dignidad ciudadana a prueba de bala. Sólo un movimiento cívico de negros, mestizos y blancos no racistas, dará un sentido razonable a la conquista de los objetivos, para favorecer el progreso y la autoestima encaminada a la autodeterminación política, sin bridas ni orejeras.
Una dignidad que exija, sin miedo ni miramiento alguno, el reconocimiento pleno de sus derechos, de todos sus derechos. Enfocada también y principalmente, contra ese complejo político represivo que se llama poder, y que a los negros y mestizos en Cuba los denigra como seres humanos.


Publicado por APLP, 19 de enero de 2012

jueves, 19 de enero de 2012

Racismo desde la cultura

Por: Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)
Recortar las orejas al mulo, no le hace caballo
José Martí

El tema del racismo por finllegó a los debates que a finales de diciembre se sucedieron en el parlamentocubano. Varios parlamentarios, incluso el presidente de la Asamblea Nacional,Ricardo Alarcón de Quesada, han hecho referencia a las prácticas racistas y dediscriminación que todavía subsisten en el accionar y la conciencia de un númeromayoritario de personas tenidas como de raza blanca. Digo tenidas pues como bien lo planteó Gustavo E. Urrutia, en Cuba es blanco todo el que no parece negro.
La cultura juega un papel fundamental en esta lucha antidiscriminatoria. Pero de la cultura se habla sin tener en cuenta que es precisamente desde la cultura donde germina y crece el rechazo al negro y al mestizo en Cuba.

Este rechazo está presente en la historia impartida hoy en los centros docentes del país, donde los negros son invisibles o quedan siempre como segundones. En el desprecio con el que se asume, incluso por estudiosos, la religión afrocubana y la literatura de temática negra. Está presente en las fuerzas armadas y el Consejo de Estado; en la educación que muchas veces reciben los hijos de algunos altos funcionarios, a los que se les puede llamar niños bien, aunque sus padres sean delincuentes de cuello blanco.
Pasa lo mismo con los medios audiovisuales. En el caso de la televisión, bastaría con sólo señalar el serial Los pequeños campeones, una puesta racista, pues donde debió primar el concepto multirracial, como lo son en realidad el deporte y la nación cubana, excluyó a los niños negros y mestizos, y presentó sólo chicos blancos.
Este accionar de productores y directores de los medios, con el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista a la cabeza, ha convertido el audiovisual cubano en una herramienta de poder panfletario de un egocentrismo repugnante.
Aquellos que se denominan dirigentes revolucionarios, muchos investidos de parlamentarios, gracias a esa doble moral que caracteriza a las dictaduras y en la cual son expertos, seguidos por un séquito poblacional que, a pesar de ser componentes de lo que Ortiz denominara ajiaco cubano, echan al negro fuera de la cazuela.

Durante muchos años, el negro fue un luchador incansable por sus derechos. Supo, desde los centros de instrucción y recreo y desde las sociedades negras, alzar su voz contra el indecoro público de los gobiernos de turno. Hoy, esa lucha heredada de nuestros predecesores encierra el reconocimiento merecido al aporte de negros y mestizos en todos los campos de la vida nacional. Constituye un estímulo para seguir adelante, dando lo mejor, enfrascados en esta batalla contra un gobierno que no cesa de discriminarnos, y para demostrar a las presentes y futuras generaciones que sólo con lucha y el reclamo de nuestros derechos podremos alcanzar la igualdad y ser tomado en cuenta.
Publicado por APLP, 12 de enero de 2012

jueves, 12 de enero de 2012

El que sabe lo que da, no vive del susto.

Manuel Aguirre Lavarrere
(Mackandal)


La cobardía no es la única ciencia. La ciencia está en conocer la
oportunidad y aprovecharla: en hacer lo que conviene a nuestro
pueblo, con sacrificio de nuestras personas; y no en hacer lo que
conviene a nuestras personas, con sacrificio de nuestro pueblo. O
se habla lo que está en el país, o se deja al país que hable.
José Martí

Uno de los acuerdos más esperados por la mayor parte del pueblo cubano y por el que continúan las apuestas, es la reforma migratoria. Esto quedó frustrado en el discurso de clausura de Raúl Castro en el VIII periodo ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento cubano) Con ello se muestra la poca voluntad del régimen para conceder a la ciudadanía un reclamo popular que no es dádiva ni regalía; es un derecho natural que los gobiernos están obligados a garantizar.
Si, como dijo el propio Raúl Castro, la fortaleza de la Revolución y la ideología del pueblo en torno al partido único son inquebrantables, entonces, ¿a qué le temen?
Es un hecho que desde la fundación de la República, en 1902, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos pudieron ser mejores. Pero no se puede seguir con una historia que en su momento de gestación nació controvertida, tanto por la poca habilidad de Estados Unidos como por la brutalidad y cobardía de los principales conductores de la nación cubana.

La controversia entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba es un asunto que no necesariamente tiene que involucrar a la ciudadanía, porque esta no es causante ni cómplice de las marañas gubernamentales.

De no aprobarse la reforma migratoria en la conferencia nacional del Partido Comunista que tendrá lugar en enero de 2012, la cantidad de salidas ilegales seguirá en aumento y la nación se verá privada de una parte considerable de la población, que seguirá en gestiones de obtener otra ciudadanía, cualquiera menos la cubana.

Este fenómeno, junto al inmovilismo político y el descrédito que sufre el régimen – según la opinión generalizada del pueblo –, son muestras palpables del desespero ciudadano y una forma de oposición pacífica, aun cuando el régimen diga lo contrario.
Publicado por APLP, 5 DE ENERO DE 2012