martes, 3 de julio de 2012

Un legado intelectual racista

Por: Manuel Aguirre Lavarrere

(Mackandal)

El racismo fue abolido supuestamente por la revolución de la Constitución y los lugares públicos, pero no se hizo ninguna política para lo que se pretendió fuera el accionar consciente de la ciudadanía.

La revolución no se preocupó por la abolición intelectual del racismo ni educó al pueblo con respecto a este fenómeno.

El negro es visto como un ser inferior, que posee una fea pigmentación de piel y un coeficiente de inteligencia inferior y que por tanto, debe ser tratado de acuerdo a esas diferencias, para lograr algún día que por lo menos se acerque a la civilización impuesta por la raza blanca, que se tiene como superior. Todo cuanto no caiga dentro de los parámetros de los blancos, es tenido como cultural y humanamente desechable.

Todo lo anterior ha sido el legado de un pensamiento intelectual racista.

En Cuba, a la problemática racial se suma por defecto el fenómeno del derecho de propiedad. El régimen cubano suprimió la propiedad

privada, que consideró propia del capitalismo. En la sociedad castrista la propiedad privada existe por costumbre y aceptación incluida, pero no -hasta hace poco tiempo- en virtud de leyes y derechos todavía expuestos a la voluntad de un régimen arbitrario.

Ello tiene que ver con las relaciones sociales y de etnicidad, puesto que el régimen es el único propietario y garante del derecho y puede otorgar o expropiar bienes y propiedades cada vez que se le antoje por medio de leyes trampas.

Negros y mestizos en Cuba son propiedad del régimen, que ha pasado de la manumisión y el trabajo libre a convertirlos en mano de obra barata. Una gran dotación de esclavos, todos de un solo dueño.

En el socialismo cubano, el color de la piel pesa sobre las relaciones sociales y el hombre pierde todos sus derechos de libertad y se convierte en propiedad de una ideología que dispone de él y puede venderlo o sacarlo de circulación cuando su amo, el estado, así lo decida. La lucha de clases y el color de la piel pierden todo sentido. No existe el hombre como tal, por mucho que se quiera aparentar lo contrario.

La invisibilidad del negro es el castigo por ser un mal ejemplo y estigma de la sociedad.

El actual racismo es fruto de una eugenesia prolongada y de un legado intelectual blanqueado y antinegro.

Sólo los regímenes abiertos pueden ser capaces de dar espacio a todos, de debatir los problemas sociales sin mediación del estado, cuya única obligación debe ser obedecer la voluntad del pueblo. Y eso únicamente lo alcanza la democracia representativa, formula ideológica y política no superada hasta hoy por ninguna otra para garantizar los derechos individuales.

Publicado por Primavera Digital, junio 7 de 2012 .

www.primaveradigital.org

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