¿Quién que ha visto azotar a un negro no se considera para siempre su deudor? Yo lo vi, yo lo vi cuando era niño y todavía no se me ha apagado en las mejillas la vergüenza... Yo lo vi y me juré desde entonces su defensa.
José Martí
Cualquiera que haya seguido con detenimiento los debates que tuvieron lugar mediante la Primera Conferencia del partido único, el Partido Comunista de Cuba, habrá apreciado el poco interés mostrado cuando se debatió -si es que a una decena de palabras dichas al vuelo se le puede llamar debate- el problema de la discriminación racial en el seno de la sociedad cubana.
No era de interés primordial, ni siquiera secundario, el asunto de la discriminación contra los negros y mestizos en Cuba, lo cual merecía, por el impacto de exclusión de este segmento racial de la sociedad, un capítulo aparte para tomar el toro por los cuernos y decir plenamente las verdades que el tema racial amerita para el verdadero saneamiento de la sociedad cubana.
Pero buscar el remedio en la misma fuente de donde nace la enfermedad, como dijera José Antonio Saco al referirse a la vagancia en Cuba, empuja, de cierto modo a que los afrocubanos sigan dependientes de unas leyes y dictámenes que en la práctica han demostrado su incompetencia.
La lucha contra el racismo necesita de mentalidades amplias y con ideas verdaderamente incluyentes, de hombres sensibles y que se sientan parte del problema para entonces poder ser parte de la solución.
El hogar, la familia y la formación por medio de la transmisión oral de padres hacia hijos, es un fenómeno que en Cuba ha funcionado siempre como barrera de aislamiento y negación de derechos contra negros y mestizos.
El racismo no se elimina con discursos. Esta situación en Cuba, como en cualquier parte del mundo, necesita de un lavado de cerebro, cuyo resultado final sea el de aportar ideas capaces de sumar voluntades para su destierro definitivo del suelo patrio.
Hay que tener en cuenta que la influencia de políticos y funcionarios racistas blancos del ahora mismo en Cuba, ha funcionado de forma efectiva y sin tropiezos, como barrera de exclusión contra negros y mestizos.
Un fenómeno que nace y se ramifica a través de una ideología, como lo es sin dudas el racismo, donde el silencio cómplice, la dejadez política y el oportunismo de turno son factores que irremediablemente se ligan a la corrupción, y repercuten por lógica ley de gravedad en el abuso y el desprecio al otro para justificar la negación de sus derechos, necesita obligatoriamente de acciones afirmativas que protejan y defiendan los derechos de ese segmento poblacional.
Decepcionan aquellos que se hartan la panza, roban y se endiosan al obtener inmerecidos privilegios a costa del sufrimiento ajeno, cuando hablan por mujeres y hombres que no tienen el derecho de protestar sin que penda sobre ellos un encarcelamiento que puede ser a perpetuidad, o una muerte ̏casual˝
Publicado por APLP, 16 de febrero de 2012.
martes, 28 de febrero de 2012
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