jueves, 23 de agosto de 2012

El odio a la diferencia







Manuel Aguirre Lavarrere

Mackandal

En Cuba el racismo y los prejuicios raciales son fenómenos resultantes de viejas y nuevas políticas que afectan a un mayoritario número de ciudadanos negros y mestizos.

La mujer negra es víctima por partida doble de la discriminación, en las actividades laborales o como sencillas amas de casas que al verse privadas de un salario propio son discriminadas por el que las mantiene, quien por medio del dinero las sojuzga y humilla.

Aun así, siendo esto una realidad, muchos negros y mestizos en Cuba no perciben que son discriminados. Les basta creer en la opinión oficial y contentarse con las promesas y los discursos, que en muchas ocasiones llevan un mensaje racista.

La lucha contra el racismo y la exclusión de negros y mestizos es histórica en Cuba, pero todavía existe el miedo de salir a las calles y enfrentar mediante protestas un fenómeno que tuberculiza a la nación y afecta las relaciones sociales y síquicas de las personas que lo sufren.

El miedo a levantar sospechas de desviación ideológica, como lo cataloga el régimen, hace que muchas personas callen. En Cuba, la opinión diferente, esa que no se adhiere a los dictámenes oficiales, es una opinión desafecta que se paga con el encarcelamiento o la muerte.

El racismo presente en la mayor parte de los políticos cubanos es causa de sus sentimientos de odio hacia la diferencia en un país multiétnico y pluricultural, donde los afrodescendientes, sin importar su nivel educativo, siguen excluidos por los grupos de poder.

La devaluación y el menosprecio son los patrones constantes de un sentimiento racista.

La marginación, implícita en la forma ideológica de la revolución cubana, traiciona el anhelo patrio y polariza: representa positivamente lo que para ella conviene y muestra una representación negativa de aquello que no conviene a sus intereses políticos.

La democracia, si es verdadera, se preocupa por hacer posibles las aspiraciones de derecho y dignidad de todos los miembros de la sociedad, y pone especial atención en los grupos más vulnerables.

Cuba está falta de una política inclusiva y democrática, capaz de poner coto a las manifestaciones racistas, para un verdadero saneamiento de la nación, donde el disfrute de los derechos humanos y las libertades sean la base fundamental de la sociedad

Publicado por Primavera Digital, agosto 8 de 2012, año5 www.primaveradigital.org

jueves, 9 de agosto de 2012

Recomponer la historia

Por Manuel Aguirre Lavarrere
               (Mackandal)

En el acto de recordación a las víctimas del Partido Independiente de Color,

realizado en el Parque Central, al pie de la estatua de nuestro apóstol José Martí, las palabras de desagravio estuvieron a cargo del intelectual y etnólogo Miguel Barnet. En medular documento, Barnet supo plantear los vericuetos de la tragedia y el antinegrismo de una época que tuvo su colofón en la masacre de 1912.

Fue un acto muy merecido a los miles de personas que no vieron realizadas sus aspiraciones y que murieron solo por reclamar que fueran reconocidos sus derechos.

Ahora cuando acaba de ser publicado un libro que pretende desprestigiar a los Independientes de Color y su lucha por el reclamo de la igualdad social y racial, es bueno poner los pies en la tierra y analizar este material desde el punto de vista de sus verdaderas intensiones.

Hago referencia al libro La Conspiración de los iguales, del historiador Rolando Rodríguez, quien no supo ser original ni en el título. Con un texto nada justiciero, trata de reconstruir la historia de forma muy positivista, pero al final solo revela sus propias intenciones como manipulador de la historia y agente del régimen, porque es un libro muy bien pensado para servir sus intereses.

Rolando Rodríguez ha sido hasta hoy el único historiador que ha tenido la desfachatez y al mismo tiempo el valor de ponerse de parte de la represión y a favor de una constitucionalidad excluyente. Pero lo más inquietante es que sea un agente del gobierno cubano quien lo haya escrito, y que sea el propio régimen quien invirtió miles de pesos para poner el texto en circulación.

El libro, más que un análisis histórico, constituye una advertencia, no solo para los que en Cuba y al margen del gobierno luchamos de forma incesante contra la discriminación, dígase Ciudadanos por la Integración Racial, el Movimiento Femenino “Rosa Parks”, o el Movimiento de Integración Racial Juan Gualberto Gómez, sino que aplica también para cualquier partido político o proyecto cívico independiente, así como para otros propósitos oficialistas, como bien puede ser el Aponte, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

El libro marca una raya divisoria para quienes se atrevan a proponer cualquier enmienda, cualquier demanda ciudadana: el que se vaya fuera de los intereses del régimen, debe atenerse a las consecuencias.

Y ahí estará, como siervo fiel y cancerbero historiográfico, apoyando la intransigencia, Rolando Rodríguez.

Publicado por Primavera Digital, agosto 1ro de 2012