martes, 3 de diciembre de 2013

Poder político y marginalidad

                    
 
Por: Manuel Aguirre Lavarrere
         ( Mackandal)


El método no es susceptible de ser estudiado separadamente de las investigaciones en que se lo emplea; o, por lo menos, sería éste un estudio muerto, incapaz de fecundar el espíritu que a él se consagre.”
                                                                                     Auguste Comte  
Vinculada indisolublemente a la marginalidad está la pobreza. El fenómeno de la exclusión de personas o grupos de pensar y modo de vida diferente a los códigos establecidos y supuestamente
correctos en una sociedad mayoritariamente receptora en sus costumbres, hacen ver a los otros como la escoria del entramado social.
Se margina siempre que un grupo humano no afina dentro del entramado político y social de la nación. Los marginados lo son tanto por la sociedad como por las políticas emanadas del poder,
En Cuba la marginalidad cubre a un amplio sector poblacional que en cierta medida se ve marginado debido a los controles de una ideología totalitaria que no deja espacio a modo de pensar diferente ni a iniciativas sobre cómo pensar la sociedad futura.
Enmarcar en la marginalidad solamente a un determinado grupo o personas de la periferia es desacertado, La marginalidad convive también entre aquellos grupos cuya solvencia económica los ha colocado en un lugar diferenciado, tanto por el lugar de residencia como por su poder económico. Pero habría que ver cuán realmente es lícita esa prosperidad, en un país que navega en la miseria, y donde la mayoría de la población vive por debajo del nivel de pobreza.
El color de la piel importa más en esa diferenciación que el nivel académico alcanzado y el comportamiento ciudadano.
Una población mayoritariamente marginada por una constitución que niega derechos elementales al desarrollo personal y al nombramiento electivo, margina la dignidad y los presupuestos elementales de un país, y tributados por el poder político trastoca también la convivencia nacional y plena de una nación. No es legal ni ético. No es digno ni merece respeto un régimen que manipule de semejante manera a sus ciudadanos.
En las dos primeras décadas del régimen castrista se activaron políticas de inclusión social sin que mediara el estatus social ni el color de la piel, y muchas familias que estaban en la miseria, tanto blancas como negras, se vieron beneficiadas. Al régimen, para consolidarse, le era necesario dar paso a acciones afirmativas para ganar la credibilidad de sus supuestas buenas intenciones.
La realidad del presente muestra un retroceso con respecto a lo que antes se había logrado. Ahora desmantelan ciertos beneficios sociales fundamentales y ponen en su lugar el interés político.
La población, mayoritariamente, dejó de creer en el modelo castrista, que ha devenido en cualquier cosa menos en un sistema democrático con inclusión ciudadana.
Se activan políticas de marginación hacia personas y grupos disidentes. Se marginó a los padres del derecho de decisión sobre sus hijos, y fue la escuela quien por mandato del poder asumió la responsabilidad de decidir lo que era bueno o no para el niño. Estas decisiones resultaron en el desmembramiento de las familias cubanas, y tuvo como colofón un proceso migratorio que llega potenciado a nuestros días.
En Cuba hay que pensar la marginalidad desde el Poder, porque precisamente es el Poder quien margina, tanto por color de la piel, como por posiciones políticas diferentes a sus códigos de ordeno y mando.
Publicado por Primavera Digital, 21 de Noviembre de 2013
mal26755@gmail.com


De blancos, negros y mestizos


Por: Manuel Aguirre Lavarrere
               (Mackandal)
 Una Cuba que no es blanca, ni negra, ni mulata, sino mestiza, fue el tema debatido en el programa televisivo Mesa Redonda del pasado miércoles nueve de octubre, la víspera del día que se considera como el del inicio de las guerras por la independencia.
El 10 de octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes, en el ingenio Demajagua-que fue su verdadero nombre- dio la libertad a sus esclavos y los convocó a la lucha por la Patria.
El protagonizado por Céspedes fue sin dudas un hecho memorable, aun cuando haya sido iniciado por uno de los más entusiastas anexionistas cubanos.
Los españoles llegados a Cuba durante la conquista y explotación ya hacía varios siglos que estaban mezclados a través de sucesivas generaciones con moriscos, árabes y otras etnias llegadas a la Península Ibérica, entre las que no faltó el componente negro, debido a la cercanía con África.
En 1492 arribó a las costas americanas el negro libre Pietro Alonso, timonel de La Niña, uno de los barcos de la expedición de Cristóbal Colón, hecho que atestigua la presencia de negros en la Península Ibérica muchos años antes de que por medio del trasplante forzoso como esclavos llegaran masivamente al continente americano.
En América se mezclaron españoles, indios y africanos. Tanto negros bozales como ladinos participaron en este proceso de retroalimentación racial.
México fue una de las colonias donde más mestizaje hubo. Sólo en un periodo de treinta años (1760-1790), la unión libre de negros con indias y mulatas, y de españoles con indias, mulatas y negras, fue tan intensa que dio lugar a lo que hoy se conoce como “pintura de castas” o “pintura demestizos”.
En Cuba, ilustrados supuestamente partidarios de las libertades, como José Antonio Saco, abogaron por una inmigración blanca con el propósito de blanquear la población y hacer desaparecer al negro.
Se pensó una Cuba para blancos. El negro no servía más que para el trabajo, era un bien que se podía vender o desechar al antojo de la clase dominante.
Vivir en la creencia de que bajo el régimen socialista no hay discriminación racial es tan deprimente como aceptar que la parálisis integracionista en Cuba se debe a los conflictos políticos con los Estados Unidos.
Si en coyunturas totalmente iguales se logró avanzar en las diferencias de género, ¿por qué no en las diferencias por el color de la piel?
El mestizaje constante que ha tenido lugar desde siempre en Cuba lo atestigua la gama de colores de su población. Pero de la discriminación contra negros y mulatos, hablan las políticas que históricamente los han marginado y excluido. Políticas que tanto ayer como hoy obstaculizan el ascenso social de este grupo étnico.
Sólo en democracia, con equidad y derechos, se podrán implementar las medidas necesarias para la definitiva eliminación de la discriminación racial. Bajo el régimen actual es imposible, no porque no pueda, sino porque no quiere.
Advertía Gastón Baquero: “Si los cubanos queremos reconstruir la nación, tenemos que comenzar por reconstruir interiormente, dentro de cada uno de nosotros la integridad psicológica, étnica, histórica, cultural, compuesta por las razas que enraizaron en la Isla y por la gente de todo origen que quisieron construir, a través de los siglos, el hermoso edificio de una Patria libre, justa y feliz, una Patria de todos.”

Para Cuba actualidad: mal26755@gmail.com