martes, 18 de junio de 2013

Librar el debate.


Por: Manuel Aguirre Lavarrere
               (Mackandal)

                                          no, nos contentemos por más tiempo,
                                          no nos resignemos a decir en voz baja
                                          y como en murmullos cobardes, la verdad,
                                         hablemos con  lengua  resonante, como la del clarín.,
                                                                                                                 Whittier

 Desde el cambio y ejecución de las nuevas políticas y el regateo de una nueva mentalidad para llevar adelante los proyectos gubernamentales propuestos y llevados a debate en las distintas sesiones legislativas, las políticas culturales y educativas en Cuba, han debido atender la precisión inscrita en los distintos artículos de la constitución nacional, donde se define la nación cubana como multiétnica y pluricultural sin que hasta el momento actual se hayan dado pasos concretos a fin de determinar el estatus general de la nación en materia de convivencia ciudadana y de mejoramiento interracial, así como el desconocimiento por parte de buena parte de la ciudadanía del surgimiento de la nación.
Ya la antropología, en sus diversas plataformas como la etnología, la biología. la antropología social, la lingüística,  la arqueología y científicos sociales,  comunicadores de masas, así como  artistas, y gestores culturales entre otros, han reciclado sus conocimientos y los han puesto al servicio de las nuevas ofertas y retos planteados por la ciudadanía abriéndose paso de manera inusitada dentro de la multirracialidad   en las diversas variables sobre la  historia cubana y los aportes  dejado por los negros en la conformación de la cultura y de la nación, a pesar de los prejuicios y los estereotipos negativos,  contra este grupo étnico  en la Isla.
La situación de la población negra mejoró teóricamente tras el triunfo de la revolución en 1959, lográndose cierta consideración y tolerancia hacia negros y mulatos, pero eso no acabó con la discriminación y los prejuicios, más bien el reacomodo de tales manifestaciones trajo consigo un modo diferente de discriminación como la ideológica, donde no sólo el negro contestatario al sistema castrista, sino también el blanco es discriminado por pensar de forma adversa a los dictámenes oficiales. Este suceso de discriminación hizo retroceder sustancialmente el apego de buena parte de blancos y negros al régimen castrista y la incredibilidad del sistema se fortaleció mediante sus propias formas de intolerancia.
Racismo e instituciones políticas van de la mano en Cuba, y para acabar con ese estigma vergonzoso que corroe la nación toda, ningún otro sistema político existente en la Isla ha tenido más oportunidades que el régimen castrista en la Cuba de hoy. Es el estado quien fuera de todo protagonismo ventajista y politiquero, debe apoyar las iniciativas independientes y dar junto a ellos la batalla en lugar de reprimirlos. Batalla que debe darse en todas partes y hacia todos los puntos cardinales, como esa que quiso librar el Apóstol y que la vida no le alcanzó para hacerlo, desde la prensa, tan indiferente al tema racial, hasta los libros de enseñanza, en las academias, en la ciencia, la educación y la cultura; en las iglesias y vías públicas y hasta en la intimidad de las familias.
Dejar su miserable actuación frente a un problema que puede desatar conflictos interétnicos, es su obligación moral y política, que está por encima de las prioridades de cualquier otro problema nacional y donde la ideología se hace cada vez más insignificante.
Variar el discurso, y reconocer y reconocerse como un estado con graves prejuicios raciales, y de que sí existe el racismo por color de la piel y la discriminación ideológica, hace digno, tanto a los gobernados como a sus gobernantes. Y no habrá democracia ni progreso social sostenible mientras un segmento de la población, sea cual sea, continúe estigmatizado y fuera de la visión social y política de la nación.

Publicado por Primavera Digital

jueves, 13 de junio de 2013

Del cabildo de nación a la casa de santo


             
Por: Manuel Aguirre Lavarrere
                   (Mackandal)
El libro “Del cabildo de nación a la casa de santo”, en pocas semanas se agotó y hoy es casi imposible de encontrar en las librerías, lo que demuestra el interés de la población al por conocer más a fondo de un periodo tan importante de la historia de Cuba en su etapa colonial.
Más que cualquier otra de las instituciones coloniales, los cabildos jugaron un papel muy importante en el empoderamiento de derechos de los esclavos.
En pleno periodo esclavista, no fueron pocos los esclavos y esclavas que emprendieron disputas legales contra sus amos. En muchos de los casos, al menos en la Habana, donde existían las cofradías religiosas y los cabildos, estos tuvieron un papel determinante en estos pleitos, que en muchos casos fueron ganados por los esclavos.
Del surgimiento y devenir histórico de estos centros trata precisamente el libro “Del cabildo de nación a la casa de santo”,
que en pocas semanas se agotó y hoy es casi imposible de encontrar en las librerías, lo que demuestra el interés de la poblacional por conocer más a fondo de un periodo tan importante de la historia de Cuba en su etapa colonial.
En el libro, publicado por la Fundación Fernando Ortiz, sus autores, María del Carmen Barcia Zequeira, eminente científica social, con textos fundacionales para el estudio, análisis y continuidad investigativa sobre el período colonial cubano, el investigador Andrés Rodríguez Reyes, y la máster en Antropología, Dulce Milagros Niebla Delgado, hacen una exhaustiva investigación histórica que abarca desde el siglo XVl hasta el XX, sobre los cabildos de origen africano en Cuba y su impronta.
A pesar de que los autores hacen uso de varios métodos epistemológicos, en ella predomina preferentemente la variable integral cuanti-cualitativa, que a la luz de las Ciencias Sociales da un diseño riguroso y científico del objeto investigado, en este caso, las prácticas religiosas afro-cubanas.
El texto presenta una estructura límpida con respecto al tema tratado. Se apoya en tablas e ilustraciones, sin llegar al exceso, que son de gran valor, a veces como complemento de la idea expresada, y otras, lo fundamenta explícitamente en el material gráfico y en los dos vocabularios que recoge.
Libro sin dudas importante y que viene a llenar un vacío histórico respecto a una importante área de la vida de los negros y mestizos en la época colonial, los cabildos, donde encontraron refugio, tanto para los momentos festivos como para llevar adelante planes que involucraban el decoro y las ansias libertarias de quienes nunca pidieron ser esclavos.