martes, 22 de enero de 2013

La pureza racial.


Por: Manuel Aguirre Lavarrere
       (Mackandal)


El 30 de mayo de 1893 escribía Juan Gualberto Gómez en el periódico La Igualdad: “No es posible prever que para la clase de color de esta Isla se presente jamás, en lo futuro, situaciones más tristes y penosas que la que actualmente tiene”.
Raza y color de la piel han sido siempre una constante en el batallar de la nación cubana. Nunca ha dejado de estar presente el pensamiento supremacista que intenta y hace lo inimaginable por sobreponer a una supuesta raza pura por encima de los demás componentes etno-raciales de la población.
Desde principios del siglo XIX se trató, mediante prácticas criminales, exterminar a los negros y sus descendientes mestizos.
El intento de blanqueamiento y pureza de sangre no sólo se dio mediante la inmigración de ibéricos con acceso a privilegios, como el derecho a adquirir tierras con grandes garantías y privilegios. Este proyecto fue Impulsado por José Antonio Saco, Domingo del Monte y Gaspar Betancourt Cisneros.
Este último, conocido como el Lugareño, miembro de la aristocracia racista camagüeyana, no combatió nunca la esclavitud en ninguno de los tantos artículos que escribió, pero sí abogó por una Cuba blanca y para blancos.
Lo mismo hicieron otros iconos del antinegrismo cubano, como Felipe Poey, el antropólogo Luís Montané, Tomás Romay y Carlos J. Finlay, quienes a través de la ciencia lograron un movimiento de eugenesia en Cuba no comparable con ningún otro que haya tenido lugar en América.
No hubo un solo científico ni antropólogo cubano, que llevados en primer término por la teoría lombrosiana, como es el caso de Fernando Ortiz, y por otras corrientes y estudios similares que fueron apareciendo de forma sucesiva durante los primeros veinte años del siglo pasado, dejara de estar de acuerdo con semejantes prácticas.
Son muchos los nombres y proyectos implicados que abogaban por una supuesta sanidad étnica para sacar al negro de la coloración social cubana. En un primer momento se experimentó en las cárceles contra negros y personas desvalidas, muchos sin respaldo familiar alguno.
Hoy en día la fusión racial en distintas sucesiones de mestizaje, hace imposible la desaparición física del negro. No obstante, la idea de su exterminio aún fluye en la mente y la conciencia de muchos abanderados del racismo, que partiendo fundamentalmente del poder político, utilizan formas modernas como la exclusión y la invisibilidad con fines marcados de negar sus aportes culturales y políticos para convertirlos en no personas mediante un exterminio sociocultural.
Un racismo disfrazado de nuevas expresiones y ocultado públicamente se potencia en múltiples justificaciones, presentes en la propia cubanía, manifestadas de acuerdo al momento y con estereotipos construidos desde el punto de vista sociocultural, que protege la autoestima del discriminador mediante el pretexto
de una indignación, que no existe desde el punto de vista personal, pero construida colectivamente.
El rechazo al negro está presente en todo el abanico de la sociedad cubana. Cuba sigue estancada respecto a la asignatura inconclusa de la inclusión política, cívica y cultural de negros y mestizos.
Publicado por Primavera Digital, 3 y 10 DE ENERO de 2013


lunes, 14 de enero de 2013

El racismo a debate





Manuel Aguirre Lavarrere
         (Macandá)
“Que el negro sea el factor más explotado de la nacionalidad no quiere decir ni lo dirá nunca, que el negro constituye una nación dentro de la nación cubana, quiere decir tan sólo que, dentro de los núcleos integrantes de la nacionalidad, el núcleo negro es el más explotado”.
                                                                     Alberto Arredondo
Focalizar las causas que conllevan al racismo es lo que se pretende analizar en una comisión del parlamento cubano. Nuevamente y por segunda vez el tema es puesto sobre la mesa en boca de personas que si bien pueden tener conciencia de los peligros que corre la nación por el abuso constante y la discriminación de seres humanos por el color de la piel, están lejos de tener conciencia política en cuanto a este flagelo.
El racismo debe ser mirado principalmente como un asunto político. El gobierno, al abusar de la confianza y la bondad del pueblo, arriesga la convivencia nacional.
Es lógico que muchos parlamentarios traten de restarle importancia al auge del tema negro entre los grupos independientes y así mantener ciega a la opinión pública. Algo muy normal cuando se lleva a cabo una política de invisibilidad de temas fundamentales del derecho ciudadano.
Sobre el tema racial y las situaciones de penuria en la que se encuentra sumergida la población afrodescendiente cubana, se ha hablado y se continúa hablando hasta por los codos por grupos o personas, ya sea de modo oficialista o independiente.
Lo que urge ahora es poner en práctica lo que se acuerde en un papel, porque lo acordado, por abarcador que sea, no modifica la vida material ni las penurias de las personas.
Legalizar a los grupos independientes como el Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto Gómez”, y el cese de persecuciones contra éste y otras agrupaciones similares, la evaluación y estudio de una ley orgánica contra el racismo y otras formas conexas de discriminación, son algunas de las medidas que deben ponerse en práctica, y que no tienen por qué esperar cuando ya se ha dicho todo lo que humanamente ha sido posible decir y discutir.
Dilatar la implementación de estas medidas y llenar de vanas esperanzas a los que ya no creen en otra cosa que no sea la realidad concreta, pone sobre el tapete las agazapadas dimensiones racistas de sus pensamientos y la involuntariedad para la no inclusión de negros y mestizos en muchos de los acápites del contrato social.
Haber desestabilizado el orden constitucional que regía antes de 1959 no puede ser digno de valor alguno cuando no ha arrojado un saldo favorable de integración y sociabilidad. No bastan las leyes y tratados muchas veces corroídos por las malas intensiones o los intereses creados. En Cuba el cambio fue de poder y no fundamentalmente político-social, lo que explica las desigualdades heredadas por la revolución y agudizadas con ella mediante una variable de discriminación ideológica como colofón de un racismo de estado imposible de negar ante la realidad palpable.
No hay un solo acontecimiento en la historia nacional donde no esté implícito el lastre del problema racial, con una vigencia preocupante y desechada en la actual coyuntura política cubana, donde se resta importancia a un fenómeno que debiera ser de preocupación y chequeo constante. Esa sería la única forma de conseguir el respeto y la equidad para poner coto a las jerarquías por el color de la piel, y sanear el expolio constante de los afrodescendientes, principales actores de las guerras patria y la fundación de la nación cubana. Ellos son los herederos de los auténticos abuelos, padres y madres de la patria.
Saldar la deuda con los afrodescendientes cubanos es algo que atañe al gobierno. Y en esta evaluación moral de equidad y derechos, el fin sí justifica los medios.
Publicado por Primavera Digital.

martes, 8 de enero de 2013

El racismo del negro.

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Por: Manuel Aguirre Lavarrere
            (Mackandal)
Desde el momento en que el Estado funciona sobre la base del bio-poder, la función homicida del Estado mismo sólo puede ser asegurada por el racismo”.
Michel Foucault.
La cuestión racial en Cuba no constituye solamente el menosprecio entre actores con distinta pigmentación de piel. El racismo, en el contexto de la identidad política y civil, es observado también entre negros y lleva una carga de desprecio y odio por la misma raza.
No es una aseveración virtual. Muchísimos negros rechazan a sus semejantes de forma peyorativa y violenta con palabras bárbaras que no son siempre el fruto del contexto social donde se han criado ni constituyen por su naturaleza una invención del racismo político en ninguna de sus etapas.
Constituyen variables de diferencias que si bien pudieran tener una justificación motivada por el grupo dominante hacia el dominado, no es una realidad del presente. No se le pueden achacar todos los estigmas y estereotipos negativos al dominador, cuando son en diversas ocasiones los negros y mestizos los que contribuyen a este fenómeno y aplauden el sometimiento como puros esclavos del siglo XXI.
Quizá el afán de no pocos negros por parecer blancos sea una de las tantas causas que conlleven al desprecio propio para alcanzar una mejor posición social. Su gran error es pretender un supuesto adelanto racial mediante un blanqueamiento: nunca dejarán de ser mestizos.
Mi hija no se casa con un negro”… “En Cuba no hay racismo porque mi mujer es blanca”… “Yo soy negra pero mi hija es blanca”… Son algunas de las expresiones que se escuchan a diario provenientes de esos pobres negros y negras sumisos hacia quien los pisotea y se burla de ellos porque no han sabido emanciparse de la esclavitud mental. Esas expresiones solo sirven para afianzar lo que piensa el blanco de ellos, y frenan la búsqueda de una patria inclusiva dentro de la diversidad y el equilibrio social.
La prueba de la gota de sangre en Estados Unidos para comprobar si una persona es blanca o negra, pudiera catalogarse de racista si solamente nos atenemos a su práctica. Pero esa prueba dio también sentido de pertenencia a los afronorteamericanos, que viven con orgullo la parte africana que les corresponde y han sabido sacarle provecho, en una sociedad que, aún cuando no haya superado todos los prejuicios, está entre las primeras del mundo en reconocer y darle cabida a las diferencias.
En Cuba, donde grupos independientes luchan ahora mismo contra el racismo y la exclusión de género, debemos aprender a reconocernos, entendernos y saber que nuestro punto de partida fue el mismo para todos. Debemos dejar de creer que todos somos iguales cuando vivimos una realidad que lo desmiente.
Publicado por Primavera Digital, diciembre 13 de 2012 • año 5
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