jueves, 18 de octubre de 2012

Reclamo silencioso.



Manuel Aguirre Lavarrere
           (Mackandal)

La casi nula articulación en el señalamiento de los problemas negros y la necesidad de que este segmento poblacional entre a jugar el papel al que históricamente está llamado, se hace imprescindible en el momento que vive la sociedad cubana.

Toda aquella parafernalia propagandística usada por el régimen en los primeros años de la revolución en cuanto a la erradicación del racismo, para afianzarse mediante el engaño en el poder, lo llevó a múltiples invitaciones a afro-americanos en un momento en que

la lucha contra la discriminación racial en Estados Unidos llegaba a un nivel inusitado.

De esa situación se aprovechó la emergente revolución cubana en su enfrentamiento al vecino del Norte. Utilizó a periodistas, escritores y artistas afroamericanos que embriagados por los prometedores discursos de Fidel Castro, dieron un puntaje exitoso al régimen en cuanto al tema de las desigualdades por el color de la piel en Cuba.

Esto fue suficiente para que el gobierno de la Isla diera por concluida la discriminación. Echó tierra y dio pisón a la cuestión racial, sin querer reconocer que el racismo no se corta de golpe y

porrazo porque un hombre, apremiado por otros intereses, lo haya dicho.

De ahí el silencio y reacomodo subterráneo de la exclusión y los estereotipos negativos contra negros y mestizos en Cuba. Y de ahí también la intransigencia de los dirigentes cubanos, hegemónicos, sectarios y supremacistas blancos que comienzan entonces el camino del no mirar al otro y mantener así sus privilegios y las mancuernas al derecho y al aliento mismo de la democracia, traicionando el espíritu humanista de José Martí.

Pero bien pensadas las cosas, no hace falta el reconocimiento político para las acciones cívicas que son inherentes

a la sociedad civil cuando se sabe manipulada y tomada como masa de pan que se acomoda al molde de la mano que lo amasa.

El llamado a una cruzada nacional contra el racismo y la exclusión social en Cuba, propuesta por el no gubernamental Movimiento de Integración Racial Juan Gualberto Gómez, demostraría el nivel tan alto de rechazo y la antipatía que se le profesa al régimen por dar la callada por respuesta a un tema que debe ser de primera línea en la agenda de cada dirigente que se precie y que sepa reconocer los derechos del otro.

Mientras que no se articule, de forma pacífica y valiente, la brecha

en la población multiétnica cubana y los espacios públicos de participación ocupen el lugar de discusión y debate que históricamente tuvieron, donde quepan tanto las ideas contrarias al sistema como las moldeables al socialismo, y dejen de ser patrimonio privado de una sola voz, la decepción de negros y mulatos continuará en aumento, como un reclamo silencioso hacia lo que les corresponde.



Publicado por Primavera Digital, Octubre 4 de 2012 • año 5