miércoles, 24 de febrero de 2010

HIPÓDROMO POLÍTICO

MANUEL AGUIRRE LAVARRERE
(MACKANDAL)

Nos queda ahora por ver cuáles deben ser el comportamiento y gobierno de un príncipe con súbditos y amigos.
El Príncipe
Algunos especialistas han apuntado que en Cuba desde 1959, fecha que marca el apoderamiento de los hermanos Castros al poder no existen elecciones libres. Aunque el régimen justifica y refuta esta aseveración alegando que son las elecciones cubanas las más transparentes y democráticas del mundo, en mi opinión, no son ni elecciones ni democráticas. Existe, eso si, un período de votación nacional donde cada dos años el ciudadano vota por alguien a quien no ha elegido y muchas veces ni conoce. Un candidato que viene de no se sabe donde y que tiene que estar bien identificado con el régimen y no con el sentir popular. En esta carrera por el poder a destiempo los únicos con derecho a ser elegidos son los comunistas, es decir, miembros o aspirantes al único partido que desde hace cincuenta y un año desorienta los destinos de la patria y la libertad sin bridas ni orejeras.
Una votación donde la oposición, que organizada o no es visible, queda al margen puesto que se le niega su reconocimiento oficial, y donde no puede, siquiera, asomar la cabeza.
La población cubana no tiene una experiencia ni cultura en cuanto a elecciones como se conocen y son llevadas universal y democráticamente en el mundo. Desde 1959 hasta que entra en vigor la Constitución comunista el 24 de febrero de 1976 el mando oficial estuvo sostenido por decretos. Este vacío de tiempo sin ejercer el derecho al voto, sin referencia verdadera de otras constituciones marca un espacio de tiempo en que la noción del derecho se pierde, y surge entonces amordazada, capturada por un partido sin oposición y con el único componente de ser él con sigo mismo. Una votación fría, sin matices y con espeluznante dosis de propaganda triunfalista siempre para confundir. Los que nos atenemos al derecho de no votar, sea un disidente, ex preso político o periodista independiente casi nunca aparecemos en la lista de electores, y esto, claro está, da ventaja al totalitarismo para decir que hubo un cien por ciento de asistencia a las urnas, algo muy común en los regímenes totalitarios de todos los tiempos.
Como un mandato divino aquella generación que una vez, más por embullo que por convicción decidió proclamar un estado socialista en Cuba, invalidan a los que hoy, y nacidos en diferentes fechas desean una sociedad abierta y verdaderamente democrática. Estos no tienen derecho a opinar. Ellos deben seguir por un camino que cierta vez eligió la torpeza y el embullo.
Si tenemos en cuenta que en los debates de la Constituyente de 1940, sin distinción ni privilegio alguno estuvieron representados todos los partidos políticos existentes en el país, y donde los comunistas, con Juan Marinello y Salvador García Agüero como principales exponentes por esa tendencia tuvo amplia participación y derechos garantizados. Pero sucede que de todos los reproches y desaciertos que le son inherentes al comunismo, el más bochornoso es que siempre están mitigando derechos de participación; pero una vez en el poder, esos mismos derechos que tanto habían mitigado, los anulan y quedan sin efecto para convertirse en única fuerza unipartidista, y burla así todo derecho de participación y democracia. Cambian la Constitución por la cual llegan al poder y crean lo que a imagen y semejanza de sus propios intereses los beneficie a fin de justificar los medios para perpetuarse en el poder.
Las votaciones en Cuba responden a un marcado y bien diseñado interés político y personalista que nada tienen que ver con el derecho cívico, aunque sean civiles los que voten. La Constitución vigente en Cuba, que además queda muy, pero muy por debajo de la de 1940 con todos sus baches y artículos incumplidos, demuestra claramente que
El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y avanza hacia la sociedad comunista ( Artículo 5)
Este articulo, con un poco de aderezo de otros similares es suficiente para mostrar que en el hipódromo político cubano, sólo se permite la carrera de un solo caballo, que aunque despanzurrado, seguirá marcando el paso.

miércoles, 3 de febrero de 2010

CAÑONES A LA CALLE

MANUEL AGUIRRE LAVARRERE
(MACKANDAL)

CAÑONES A LA CALLE
MANUEL AGUIRRE LAVARRERE
(MACKANDAL)
Aun cuando el coloniaje haya engendrado las diferencias socioeconómicas y heredadas y profundizadas profusamente por la republica mediatizada, su sobre vivencia y reproducción hoy día después de triunfar una revolución que arraso de cuajo con la propiedad privada y por efecto domino trunco la libertad de expresión y los derechos ciudadanos a través del partido comunista, el único con voz y mando en las sociedades cerradas, el negro en apariencia fue beneficiado a la par que perdía buena parte de su participación ciudadana como núcleo fundacional de la sociedad cubana y siguió discriminado por su color de piel y una enraizada mentalidad esclavista de inferioridad genética. Vio reducido de manera vergonzante su por ciento en puestos claves de la política, que aunque constitucionalmente tenga los mismos derechos, la Constitución misma lo disminuye y segrega cuando por medio de ella se cabildea y se hace inconmovible con pretextos de asimilaciones ideológicas nada que ver con su realidad.
La herencia revolucionaria no fue solo tortura, machismo y segregación por color de la piel. Pero el compromiso contraído con el pueblo la obliga, histórica y moralmente a la permanente valoración y ejecución en favor de esos postulados que tan ufanamente hizo publico antes y después del triunfo revolucionario.
Lo que en los últimos años se ha dado en llamar acción afirmativa, en Cuba cae en saco roto con respecto al avance del negro dentro de la sociedad cuando no pasa de la cháchara y el debate infecundo que en cerrados círculos de intelectuales y algún que otro representante del régimen se lleva, de vez en cuando como para advertir que algo se está haciendo.
Rescatar su tradición de lucha y dignificarlo es una actitud de amor al prójimo y a quienes más se han sacrificado por la patria, incluso, desde su condición de esclavo. Y en toda esta lucha el afrocubano jamás ha sido renuente, pero nunca ha ocupado, como le corresponde, el justo reconocimiento que su altruismo merece. Negros que han sido despedidos de forma abusiva de sus centros laborales por intereses de enriquecimiento administrativo y porque muchos han dicho públicamente de las estafas, desvío y corrupción de quienes los administran.Rescatarlos y llevar a juicio a estos depredadores del bienestar colectivo es una obligatoriedad del régimen. Y disminuir la miseria a las que han sido llevados y el malestar y rechazo al sistema es su meta, pero de ahora mismo. Un sentimiento reprimido, lastrado por la injusticia y el racismo es más peligroso que enseñarle los cañones con los que pueden ser acribillados, si cansados de lo mismo deciden protestar por lo que les corresponde.

LA OPINION DISIDENTE

MANUEL AGUIRRE LAVARRERE
(MACKANDAL)
Todo lo que descarga en bien de la prosperidad nacional es bueno para cualquier país. Todo lo que se amilane en hacer patente su realización contribuye al deterioro progresivo y manquedad de su población. La política interna en Cuba tiende a unos propósitos desproporcionados que dan al traste con los abusos y escaseses que padece el pueblo cubano. Esta política se hace más aguda en la población negra que ve como se deteriora sus vidas y se les va de las manos en contra de la propia voluntad del sufriente y por la terquedad de esa política interna que sin consulta ni sonrojo hace padecer a todo un pueblo, y a los afrodescendientes en particular por una incongruente y malévola voluntad de quienes no carecen de nada con respecto a la prosperidad de sus modos de vida en contraste con el deterioro de todo un pueblo cansado y aburrido de lo mismo. Triste, muy triste es la vida en Cuba para quienes piensen un poco en el verdadero concepto de la democracia.
Una raza que llegó a América mediante el engaño y el maltrato físico, que vio perdida su identidd por la trata negrera y que aun así supo dejar ochenta y dos mil muertos en los campos por la libertad, cifra que cuadruplica la de los blancos que en causa común también dejaron la vida, no se remedia con unos cuantos negros en puestos de poder, porque si bien es justo, lo importante no es el cargo que generalmente degrada la integridad y pervierte. Hay que atacar de frente, coger al toro por los cuernos y sentir como propio el dolor del negro, de ese que vive en los barrios marginales, de ese al que la policía acosa sin respiro y el que no es admitido, debido al odio y el miedo a su condición que declara su color de piel, en disímiles puestos laborales. Hay que permitir un debate plural y valiente donde todos tengamos derecho , ese que no viene ni da ningún gobierno, sino la misma naturaleza y el don de haber nacido, para que se pueda hablar de democracia y que sea el negro quien conduzca su propio destino.
El régimen está en la obligación de permitirlo, de oír al disidente puesto que también es parte de la nación y no silenciarlo, anularlo ni acosarlo física y mentalmente como sucede cuando se decide tener una voz propia y perspectivas de política diferentes. Debe hacer algo más en aras de hacer creíble su discurso y no tratar de congraciarse para no ser sancionado en Naciones Unidas como transmisor insigne de una de las aberraciones más bochornosas y abominable como es el racismo, este, que pulula ahora y con el socialismo.