miércoles, 7 de octubre de 2009

LA DOCTRINA DEL MIEDO

MANUEL AGUIRRE LAVARRERE
(MACKANDAL)
Un proceso civilizatorio que no tenga en cuenta la hegemonía del color, caso que por derecho no debe existir pero es indiscutible que este fenómeno existe en cuanto el hombre moderno aun no está preparado para aceptar la diferencia, y no juega el papel que destinado a sanear la nación de un flagelo tan aberrante, no logra llevarlo a vías de realidad en cuanto a la convivencia plena del ser humano. El reto es más difícil si debido a la no conciencia sobre esta problemática y a la negación de ciertos sectores de poder en no reconocer su existencia, hace que el componente racial, aun sumariamente negro, se una la falsa credibilidad de priorizar política e ideología que repliegan a plano de olvido el problema del ciudadano negro, replegándolo por el mismo efecto al nivel de servidumbre y marginal. El constante flujo de afro descendientes cubano que pasan a los distintos grupos de oposición en Cuba, es más que suficiente para desmentir la falsa creencia de quienes piensan que el negro constituye el arma secreto del régimen cubano. Si bien buena parte de afrocubanos no han roto definitivamente sus lazos de afecto con el régimen, ello es debido a un agradecimiento, muchas veces simbólico por los beneficios recibidos. Beneficios que además de pírricos, son incapaces de resistir un análisis riguroso, si corazón a dentro y a plena conciencia el negro pensara en todo lo que le falta por negación consciente del mismo sistema totalitario. Y fundamental en esta carencia de derecho ciudadano, es la pérdida de una voz líder y un espacio de opinión independiente, que sin aislarse de la sociedad e inmerso en ella, pueda el afrocubano expresar sus puntos de vista como hombre nacido libre. El cierre de las sociedades negras demostró que ello no fue suficiente para acabar con la exclusión y la marginalidad del componente más desapercibido de la nación cubana.
La doctrina del miedo hace conforme al afrocubano y le impide reclamar sus derechos, y lo hace no sentirse parte del problema, que aunque parezca una paradoja, es así en cuanto el afrocubano, si bien desea la igualdad, retrocede ante el único medio posible de lograrla y hacerse sentir en la sociedad. Pero ese retroceso en la búsqueda de sus derechos como heredero insigne del de la miseria y el desamparo gubernamental está teniendo una reacción positiva al dejar ver los resentimientos que producto del auge del racismo viene mostrando la población negra de Cuba, que, aunque carente de los recursos necesarios para legitimar su lucha, ya son toda una realidad de oposición pacifica en la Isla. Las protestas publicas del Movimiento Femenino Rosa Parks que dirige la joven Iris Tamara Núñez Aguilera dan continuidad a los sucesos ocurridos en el Malecón Habanero el 5 de agosto de 1994, y que grupos como el Movimiento Cultural Afrocubano Juan René Betancourt, desde otra perspectiva y partiendo del Movimiento hacia adentro con similares fines, dan un sentido de pertenencia y de orgullo propio, muestran hoy una notable realidad.