miércoles, 24 de septiembre de 2008

El empuje independiente

El Centro Cultural Independiente Solidaridad acaba de celebrar su primera junta directiva con el fin de buscar soluciones a los problemas que vienen afrontando desde que decidieron fundar el proyecto en . No tenemos recursos, lo que estamos haciendo es con nuestro propio esfuerzo y algo que nos donan algunas embajadas interesadas en el proyecto, dice Sonia Garro, presidenta del proyecto, cuya sede se encuentra en calle 118, nro45, e/.25y47 en Mariano, Ciudad de la Habana. Pero a pesar de las limitaciones materiales y económicas y de el acoso que mantiene la policía sobre el Centro y el estar intimidando a las madres de los niños para que no asistan , no hemos dejado de dar nuestras actividades y ellos no han dejado de asistir, continua diciendo su presidenta, y concluye. Ellos asisten porque encuentran un espacio donde sin pagar un centavo, pueden dar rienda suelta a la imaginación, bailar, cantar, pintar y otras muchas actividades donde se sienten realizados.
El Centro, que próximamente cumplirá su primer año de fundado ha sido visitado y elogiado por varias personalidades de embajadas acreditadas en cuba. Estamos muy contentos con el proyecto, porque vemos que aquellos niños que difícilmente puedan entrar en una escuela de arte, y todos sabemos por qué, aquí pueden sentirse realizados, sin discriminación y sin que nadie los ofenda para darle prioridad a otros porque e blanco o hijo de quien sabe quien, dice Ramón Alejandro Muñoz, subdirector del proyecto.
Hemos sido invitados a varias actividades en algunas embajadas y ahora mismo nos estamos preparando para la semana de la cultura italiana en Cuba, donde por supuesto, hemos sido invitados, concluye Sonia Garro.
Manuel Aguirre Lavarere
(Mackandal)

miércoles, 17 de septiembre de 2008

DE UN CUBANO QUE SSUFRE

El principio del poder está en aparentar
proteger y querer al pueblo.
Robert Fisk

Periódicos, noticiarios de radio y televisión son portavoces de un nuevo anteproyecto que a propuesta del Ministerio del Trabajo y Seguridad social en Cuba, discuten, tanto en asambleas laborales como en cualquier esquina del país, medidas tales como el alargamiento de la edad laboral, ahora de sesenta y cinco años para los hombres y sesenta para las mujeres dado el acelerado envejecimiento y la baja tasa de natalidad en la población cubana. Salvador Valdés Mesa, secretario general de la CTC y Alfredo Morales Cartaya, ministro del Trabajo, así como Alfonso Fraga y Osvaldo Martínez no se cansan de elogiar, en sendas Mesas Redondas y a toda pantalla televisiva, los logros obtenidos por la clase obrera cubana gracias a la revolución triunfante de 1959.

Pero seria muy confortable- y ya usando un vocablo del castellano antiguo-, que, para arredondar el asunto, fueran llevados a debate los abusos y atropellos psicológicos que ha sufrido y sufre más de un obrero en su centro laboral, los despidos involuntarios y el nepotismo ilustrado que experimenta hoy la clase obrera cubana, además de la apatía del ciudadano promedio en la credibilidad de tales beneficios, cuando una creciente masa de desempleados ha visto trunca sus esperanzas de justicia con las calladas por respuesta de sindicaleros que, fieles a un mujalismo de nuevo tipo y despojados de toda dignidad, andan más preocupados en ganar el beneplácito oficial y maridajes con administraciones caníbales, que en defender las justas demandas de sus afiliados, aunque fuera tan sólo, por la memoria de los que un día dieron la vida por los más miserables, para que ellos, aunque no lo merecen, pudieran hoy estar ocupando tan alto cargo de compromiso.

Dice Mateo 12,34 que de la abundancia del corazón habla la boca. Yo llevo la amarga experiencia que me privó de mi diario laboreo después de estar trabajando, sin tacha alguna y sin un día de descanso, por algo más de ocho años, por el capricho de un trío de degenerados y esbirros del derecho sindical formado por el ex coronel Carlos de Vernes, Mercedes Naranjo y Maria Coto en el departamento administrativo del sexto piso de la televisión cubana como obrero ejemplar. Y a más de año y medio no ha sido restaurada la injusticia. Soy un desempleado involuntario en plena edad laboral y muero de hambre, sí, muero de hambre en esta Cuba socialista que tanto bembetea la protección al obrero.

Tendría el periódico Trabajadores la valentía y transparencia revolucionaria de hacer suyo el dolor ajeno; y fiel a la memoria histórica que le dio origen, publicar estas líneas, y elevar, tanto a Salvador Valdés Mesa como a Morales Cartaya esta denuncia de quien, no tiene miedo, vive en Cuba, y seguirá, mientras que respire, denunciando, tanto dentro como fuera del país, esta y otras dolorosas injusticias que atentan contra la estabilidad psíquica y el deterioro de la vida; vergonzantes conductas que violan todo principio del derecho humano. Y dispuesto al debate donde quiera que fuere necesario. Porque como ya dije una vez, no hay mayor confor para un hombre, que ver cumplida la justicia, y a los esbirros descabezados a los pies.

Apegado a la verdad.
Manuel Aguirre Lavarere
(Mackandal)